Último día y primer día

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   La mudanza llegó temprano. Subieron todos los muebles al camión en poco tiempo. Álvaro les ayudó con algunas cajas.

   Al contemplar su casa vacía, una sensación de renovación y alivio la invadió.

   -Evelyn- Álvaro volvió e interrumpió su pensamiento- ...estuve pensando, y ¿si intentáramos que esto funcionará?, sé que son varias horas de viaje, pero podríamos vernos bastante seguido.

   Evelyn le dio la cara, pudo ver que era sincero. Ella debía ser igual de honesta. Sonrió feliz por esas palabras.

   -Dar este paso ha sido más duro de lo que demuestro; que esto... que tú sucedieras justo al final lo ha hecho más difícil aun, me pregunto cómo sería, y desearía vivirlo... con todo y el duelo de cartas.

   -Pero...- dijo después de reírse.

   -Pero, ya no puedo volver a lo mismo... a esperar, ya he esperado demasiado. Qué más puedo hacer que darte de nuevo las gracias.

   Él sonrió: -Por cierto, tengo una duda... ¿esas pantaletas son las que siempre usas?... si es así te harán perderte de mucha acción.

   -Entonces si las notaste- dijo indignada y divertida a la vez. –Pensé que no habías reparado en ellas...

   -Eran enormes, imposible no hacerlo.

   Álvaro la besó a forma de despedida. Después de ese beso volverían a ser amigos solamente. Estarían en contacto un tiempo. Pero no duraría mucho. A penas y se habían conocido, y aunque habían compartido una situación que los había acercado muchísimo, la gente se conoce y se separa todo el tiempo, a veces para ya no verse nunca más.

   Evelyn subió al auto después de asegurarse que Mr. Cat estaba bien en su jaula de viaje, se colocó sus audífonos y se asomó por la ventana para decir adiós por última vez al vecino más sexy que jamás había tenido. 

   Sintió deseos de llorar. Una semana no había sido suficiente para superar su ruptura, pero si suficiente para entender porque había sido necesario. La sensación de compartir tiempo con alguien resulta agradable, y es difícil no extrañarla después de haberla vivido tan intensamente; no era justo para ella ni para él perderse de vivirla.

   Pensar que sólo había sido difícil para ella era egoísta. Seguramente, allá lejos, del otro lado del mundo, su corazón también se había roto un par de veces. No lo perdonaba, porque no había que perdonar. Se lo diría, pero algún tiempo después, cuando fuera cien por ciento honesta con esta situación y su forma de sentir.

   De lo que si estaba segura, era de que un nuevo novio no era la respuesta a las emociones que la herían tanto, si iba a salir de esto, era por ella misma.

   Dejarse llevar de esa forma tan espontanea con Álvaro había sido una gran sensación, la había devuelto de ese mundo de fantasía, que aunque era seguro y hermoso, la aislaba de sentir de verdad. Había sido una buena cura. Ya no se iba a encerrar en una concha para evitar conocer a las personas.

   Un nuevo capítulo estaba por escribirse. Álvaro había sido el final perfecto, y se lo hubiera perdido de no haber sido por ese devastador domingo que la rompió en piezas que al final tuvo que recoger por ella misma.

   ¿Qué vendría del futuro?, ¿lo volvería a ver?, ¿a Álvaro tal vez? Qué importaba, estaba en pie, lista para enfrentar lo que fuera, mejor dicho, PARA VIVIR LO QUE FUERA.




TRES DÍAS... y me olvidaré de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora