Día uno... por la noche

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Evelyn se colocó la pijama y revisó la falda en caso de encontrar solución, pero no la había. Aún si conseguía la tela del tono y hacia un parche, este se notaria demasiado, ya no era algo que podría usar fuera de su hogar. Iría al armario de los recuerdos.

Tal vez sería lo mejor, deshacerse de todo lo que le recordaba a esos días en Inglaterra, porque no podía evitar verlo en cada cosa.

Entonces miró a una pared especial de su sala, ese altar dedicado a su relación, con banderines de la universidad, algunas bolsas de ciertas compras, servilletas de restaurantes; pero sobre todo las fotos, él y ella sonriendo en todas, cada marco tenia la fecha escrita con marcador permanente, las había puesto en el orden, desde la primera foto juntos, hasta esa tomada el ultimo día en el aeropuerto. Se lo había enseñado atreves de una video-llamada, él había sonreído y dijo que haría algo igual; no estaba segura si alguna vez lo hizo. Frente a esa pared eran sus citas. Que cursi había sido.

De pronto se pregunto si él ya se habría desecho de todo lo de ellos; si había borrado sus fotos, tirado sus recuerdos. Por primera vez desde el domingo sintió ira, una sentimiento destructivo se apodero de ella, quería echar abajo esa pared. A un paso de la primera foto, el timbre sonó.

Volvió en sí, tenía el rostro empapado en lagrimas que no recordaba, se secó lo mejor que pudo, sonó su nariz fuertemente, y corrió a abrir.

Ese día se había llenado de sorpresas, y una más la esperaba antes de dormir. Álvaro estaba en la puerta con una pizza.

-¿Qué tal si al menos te alimento?... Rufo lo siente y lo abría traído si Mr. Gato lo permitiera- su sonrisa era capaza de romper la capa de "estoy muy cansada" que estaba dispuesta a poner.

Abrió por completo la puerta como invitación a pasar; olía a jabón y su cabello estaba húmedo, una extraña sensación la invadió al pensar que acababa de salir de la ducha.

-Linda casa...-comentó.

-Si te parece linda a pesar de lo desordenado entonces diré que eres un típico chico- despareció en la cocina, respiró profundo para calmarse un poco y que no se notara lo triste y enojada que había estado un segundo antes. Reapareció con platos, vasos y servilletas.

Cuando volvió a la sala Cat estaba dejándose acariciar por Álvaro: -Es tan lindo, ahora entiendo porque no lo dejaste ir.

Evelyn sonrió y se sentó a en un sillón frente a él. Había sacado un refresco y empezaba a servirlo.

-Y ese-dijo señalando a la pared del fondo-... ¿es tú novio?

Evelyn perdió la fuerza en la mano y dejo caer el vaso que le tendía justo en ese momento. El impacto hizo al gato salir corriendo. Comenzó a temblar y miro sobre su hombro. Bajo la mirada, sí seguí mirando, se pondría a llorar: -No sé cómo responder a eso en este momento... por favor no lo menciones.

El ambiente cambió repentinamente a una incómoda, a penas y dijeron cosas; ella le contó muy poco sobre su empleo y él le habló de su peculiar pasatiempo, jugar cartas de duelo. La cena duró lo suficiente para que ambos comieran un sólo trozo de pizza.

Tan pronto cerró la puerta la piernas le fallaron y se dejo caer apoyada de la puerta. Lloró un poco más, tantos sentimientos atrapados en un nudo en su garganta tenían que ser liberados. Lloró por la pared que quería destruir y a la vez no tocar; lloró por sus suposiciones; lloró por haber dejado que eso afectara su charla con Álvaro.

Tomó una decisión, mañana sería más agresiva, no se detendría hasta lograr lo que se había propuesto hacer con su vecino.

Se fue a dormir, pero el silencio de la noche no siempre es la mejor compañía de un corazón roto, es una gran conversadora y generalmente no dice cosas que deseamos escuchar.

-Mr. Cat- recordó el nombre que él usó, el gato se acerco a su mano y se tendió ahí para recibir caricias-... te va muy bien Mr. Cat.

El gato ronroneó en aprobación.



TRES DÍAS... y me olvidaré de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora