De nuevo sus ojos estaban hinchados, ya no había llorado, simplemente pasó la noche en vela pensando.
Él, en el otro lado del mundo, seguramente estaba ya más tranquilo con los asuntos cerrados entre ellos. Conocía bien su horario, sabía qué hora era en Turquía cada minuto del día y sabía que posibles cosas él estaba haciendo. Miles de preguntas la acosaban; ¿cómo se habían conocido?, ¿ya tenían algo o recién empezaba?, ¿hace cuanto quería decirle que se había terminado?, ¿días?, ¿semanas?... ¿años?
No era justo para su salud mental tratar de resolver esas dudas. Tenía que avanzar, así como él lo hizo, ¿pero cómo?
Tal vez si iniciaba algo con alguien sería la puerta a una nueva vida. ¿Quién sería una buena pareja?, se había cerrado por completo a conocer a quien fuera en un plano más personal por miedo a ser ella quien rompiera los juramentos hechos.
Aún así nadie parecía lo suficientemente para sus estándares, él era perfecto, era todo lo que soñaba en su pareja, ¿cómo elegir alguien nuevo cuando pensaba que ya no tendría que hacerlo? Tenía que lograrlo si quería poner todas sus piezas juntas de nuevo.
La mañana estuvo tranquila, tanto que no podía dejar de pensar en quien seria ese con quien podría iniciar de cero. Ojala tuviera más pendientes, pero los había acabado desde el día anterior motivada con la opción de no pensar en nada que no fuera su trabajo, y hoy no tenía que hacer.
Fue de compras, necesitaba los básicos del hogar; siempre olvidaba que debía resurtir el papel de baño y la comida de gato, hasta que los necesitaba. Estaba abriendo la puerta de su departamento preguntándose si su nuevo vecino estaría en casa cuando la puerta de al lado se abrió asustándole el pensar si había dicho lo último en voz baja, o si lo había expresado en voz que él escuchó. La impresión hizo que tirara su bolsa de víveres a los pies del hombre.
La personalidad de Álvaro revelo a un verdadero caballero cuando se inclinó para ayudar a Evelyn a recoger todo ese desastre pidiendo disculpas por la clara torpeza de ella. De repente lo recordó, había comprado un par de pantaletas nuevas pues todas las suyas estaban húmedas, secándose. Eran unas cómodas pantaletas blancas de algodón útiles para una abuela, no para una chica soltera de veinticuatro años.
Trató de tomarlas antes de que él las notara, pero en su apuro no se dio cuenta de que él se dirigía en la misma dirección para recoger una lata de comida para gatos e inevitablemente chocaron fuertemente con las cabezas.
Ella cayó hacia atrás mientras se cubría el lugar del golpe esperando que el piso se abriera y ella cayera tres pisos abajo lejos de él.
Un contacto húmedo la hizo abrir los ojos. Un hermoso Pastor Alemán trataba de hacerla sentir mejor con sus húmedos y pajosos besos. Lo tomo por la cabeza para detenerlo un poco, pues la lengua del animal era tan larga que la cubrió de la barbilla hasta la frente.
-Lo siento en verdad, no fue mi intención- se disculpaba mientras la ayudaba a ponerse de pie y alejaba a su perro que al perecer había disfrutado del sabor de su rostro, pues no daba señales de querer detenerse.- Rufo sentado.
-No te preocupes- Evelyn lo decía en serio mientras se sostenía de la pared, el golpe sí que había dolido-. Fue mi culpa...
Cuando quitó su mano reparó en lo cerca que lo tenía, vio perfectamente sus ojos genuinamente preocupados y después ese cambio de expresión con una sonrisa al darse cuenta de que ella estaba bien.
-Espero que Rufo no te haya molestado, lamento haberte asustado y este desastre...
-No te... preocupes... es un buen chico, no hay nadie que pueda molestarse por ese beso... y el desastre fue culpa...- ya no pudo terminar. Álvaro volvió a recoger las cosas que faltaban, entre ellos la pieza de ropa interior sin hacer el más mínimo gesto. Había exagerado por nada, ni siquiera le había prestado atención a sus compras.
-¿Así que tienes un gato?- le preguntó una vez que le devolvió la bolsa de víveres y la ayudó a abrir la puerta.
-¿Cómo sabes eso?- dijo un poco sorprendida y asustada por que el supiera eso.
-La lata... compraste comida para gato.
Nuevamente esa sensación de bobería la invadió. No hubo mucha más conversación, ella le agradeció y él se marchó con Rufo.
Sola en casa, pensó en lo que sintió al ver por primera vez a su vecino, esas mariposas en el estomago, esas que se había ido volando tres años atrás. Era una buena señal que alguien hubiera llamado su atención. Y sobre aquello pensó toda la tarde.
Se sentó en su computadora para distraerse un poco, miro sus correos, uno llamó su atención. Dejo de pensar, trabajo un rato más.
Algunas horas después, ya en su cama, tomó una decisión para salvarse a ella misma de ese dolor y vacío que él le había dejado.
-Tres días- se dijo mirando al techo- ...tres días para olvidarme de ti e iniciar con algo nuevo.
Un día por cada año que esperó por él.
Tal vez era una accióntemeraria pensar que en tres días lograría algo con Álvaro; así es, Álvaro era perfecto.
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TRES DÍAS... y me olvidaré de ti
Romans"En espera"... esa es la frase que define la vida de Evelyn. Sólo tiene tres prioridades en la vida: Su trabajo, su gato, y él. Ha estado esperando por él tres años. Todo terminó un domingo cualquiera. Ahora, con la espera dada por terminado, su v...