Hipo Ren'Sat, Ren'Sat Hipo

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-Estoico- dijo Ren'Sat con frialdad.

-Ren'Sat- le contestó de la misma forma que él.

-Estoico- volvió a decir el pequeño hombre solo que esta vez con emoción y una enorme sonrisa.

-¡Ren'Sat!- gritó Estoico con aún más emoción que el visitante también sonriendo.

A ambos se les veían muy contentos y emocionados, más aun fue esta emoción cuando se dieron un apretón de manos, que más que un apretón parecían estrujársela el uno al otro en una especie de competencia de fuerza. Ambos esbozaban una mueca de... ¿dolor?, no... era imposible, tanto los berkianos como la mayoría de tripulantes que ya habían salido del interior del barco para bajar de este se quedaban atónitos al ver como sus respectivos jefes tenían a alguien igualándolo en fuerza...

-Vaya ese pequeño si que es fuerte- dijo Brutacio muy sorprendido.

-Que esperabas, es el jefe de su tribu obviamente tiene que ser fuerte... lo siento- se disculpó Patapez rápidamente al darse cuenta que Hipo le dirigió una mirada un tanto amenazante, como no hacerlo, él será el próximo jefe de la aldea... y digamos que fuerza es algo que no le sobra a Hipo.

Ambos líderes aún continuaban con su contienda, ninguno se retiraba, más bien gruñían mientras sonreían para esconder el intenso dolor que sentían en ese momento. Bocón no paraba de reír al ver como ninguno de los se daba por vencido a causa de su orgullo.

-Oigán,  tendré que hacerles un garfio a cada uno como el mío si siguen con esto- dijo Bocón con tono burlón... tuvo que disculparse en ese mismo instante puesto que tanto Estoico como Ren'Sat le lanzaron una mirada amenazante sin descuidar su encuentro.

Siguieron con su pelea de estrujones durante unos minutos hasta que se escuchó un crujido en medio del combate y ambos líderes separaron sus manos al mismo tiempo, nadie sabe a cual de los dos se le fracturó o rompió el hueso, pero nadie se atrevía a preguntar.

-Veo que sigues en forma Estoico y me alegro mucho por eso- felicitó Ren' Sat mientras sobaba con fuerza la mano que utilizo en la contienda.

-Lo mismo va para ti viejo amigo- le contestó Estoico con una sonrisa abriendo y cerrando su puño para controlar el dolor- ¿Qué tal la familia?

-Jaja, si supieras que tengo ya seis hermosos hijos-dijo con mucha honra- y tu, ¿qué tal la...?- de pronto su mirada cambió a una llena de pena y colocó su mano en el brazo de su amigo lo más cerca a su hombro, era claro que su tamaño le impedía llegar a este- Oh... Estoico, lamento mucho no haberte podido enviar una carta con mis más sinceras y grandes condolencias cuando me enteré  de la pérdida de tu esposa, lastimosamente la noticia llegó tarde a mí por la distancia que separa nuestras tierras y pensé que no sería lo más apropiado para ti recibir una carta que abriría una herida que empezaba a cicatrizar... sin embargo, te juro que estuve de luto toda una semana, no sabes cuanto lo siento.

-No te preocupes por eso- respondió Estoico con la mirada clavada en el piso y ojos un poco vidriosos al recordar el dolor por el que paso durante ese tiempo- supongo que recibir una carta haciéndote recordar que la mujer que amas ya no esta contigo no mucho tiempo después de su partida... no hubiera sido lo más reconfortante.

La multitud aun seguía callada,  pero solo los que se encontraban más cerca pudieron contemplar con gran detenimiento la escena, muchos conmovidos de ver a ambos jefes vikingos expresando sus sentimientos, Bocón, que era el que más cerca estaba, aguantaba a muy duras penas ver a su mejor amigo en ese estado, los jinetes, que tuvieron que quedarse increíblemente callados para poder escuchar lo que decían , estaban un poco...

-Hipo, ¿crees que tu padre esté bien?- dijo Astrid apenada, pero ella no era la única, todos estaban así, incluso los dragones parecían entender como se sentía el que siempre había mostrado ser un hombre fuerte y de inmensa voluntad.

-Descuida, supongo que recordar la partida de alguien importante sería triste para cualquiera- contestó el castaño.

-¡Hipo!- llamo su padre mirando hacia todas direcciones sin fijarse en el cielo- ¡Ven hijo, quiero presentarte a alguien!

-Creo que está volando con Chimuelo, supongo que estará muy lejos de aquí- intervino Bocón.

-Aquí estoy papá- le dijo el muchacho descendiendo con su dragón.

El jefe de la tribu visitante se quedo estupefacto al ver un muchacho montado sobre un dragón, más aun sabiendo que ese dragón era el legendario Furia Nocturna que muy pocos habían visto y que nadie había vivido para contarlo, su sorpresa era tan notoria que estaba boquiabierto y con ojos como platos.

-Así que es cierto- dijo Ren'Sat una ves que volvió en si mientras Hipo bajaba de su dragón- en Berk, montan dragones, y más cierto que el próximo jefe se enfrento cara a cara con un seadragonus gigantecus maximus a lomos de en un furia nocturna, sobreviviendo aunque perdiendo  una pierna en el proceso, es un honor conocerte Hipo Horrendus Haddoc III- alzo su mano para que Hipo la estrechara.

-Muchas gracias... supongo-le contesto estrechando su mano, se sentía muy extraño, aunque también muy alagado.

-Vamos Hipo no seas tan modesto- Intervino Bocón.

-Por cierto, aun no te he presentado- interrumpió Estoico a lo que su viejo amigo se irguió adquiriendo una presencia respetable- Hipo, el es Ren'Sat, su tribu combatió a nuestro lado con honor y orgullo durante una guerra que se presentó unos años antes de que tu nacieras, en otras palabras Ren'Sat y yo somos compañeros de armas.

-Sabía de la guerra, pero no sabía quienes habían sido nuestros aliados durante ella- contestó el jóven sorprendido.

-Bueno, lo sabes ahora- contestó Bocón- por cierto Ren, a que debemos tu visita.

-Ah... es verdad- contestó con un poco de preocupación lentamente- recuerdas que siempre me gustaba mencionar en cada conversación que era una bendición de los dioses que mis tierras nunca fueron asediadas por dragones, bueno, creo que esa bendición se terminó... Hace cinco meses algunos dragones empezaron a llegar a la isla del Encuentro, al principio no les prestamos atención puesto que no molestaban, pero con el tiempo fueron llegando cada ves más y más, la mayoría de adultos y ancianos insisten en eliminarlos, pero yo sinceramente no lo deseo, los niños se maravillan observándolos, algunos a veces juegan con Terrores Terribles, y, aunque algunos han empezado a comportarse de forma hostil   como verán-señaló el barco con el pulgar- no me gustaría que presenciaran una carnicería, preferí buscar otra solución, por eso vine a Berk esperando que los rumores fueran ciertos.

-Así que desea que le enseñe a usted y sus hombres a ganarse la confianza de los dragones- le dijo Hipo con mucha seguridad dando un paso al frente- si es así cuente conmigo.

-No sabes cuanto me alegra oír eso- contestó el hombre sonriendo, al parecer depositó toda su confianza en el muchacho porque la preocupación en su rostro desapareció por completo- hay alguien que le gustaría mucho saber esto... ¡Mirra, acércate!












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