Y de nuevo ahí está ella bajo las estrellas como de costumbre, mirando cada una de ellas como si fueran lo más hermoso para sus ojos. Y sí, lo son porque en cada una de esas estrellas lo ve a él, al chico de ojos claros que apenas conoce y que ya le a devuelto la sonrisa. Por quien a partir de la página 171 de su cuaderno de poesía todo es diferente, sus letras parecen escritas con los colores del arco iris, y no digo que las anteriores no lo sean, pero ahora en ellas algo cambio. Porque su mirada se posó en ese par de ojos claros que no son verdes ni azules, son cafés, de un café claro y son ellos los culpables de que su pulso se acelere y su respiración se agite.
En sus páginas hay amor, un corto recuerdo e ilusiones que poco a poco son destruidos por las reglas de la sociedad. Y se vuelven efímeras las imágenes en su mente, pues son segundos a distancia los que pudo apreciarlo aquella tarde. Pero aún así ella sigue creando historias a su lado y pensándolo a la 1:00 am con el con el corazón destrozado y la cabeza llena de sueños.