Prólogo

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Amelie Sanders había querido una hija todo su vida. Ella era la única niña que sus padres habían tenido, se sentía sola rodeada por sus seis hermanos mayores.

Ninguno de ellos quería jugar a las muñecas con ella, ninguno quería que tener el pelo trenzado, ninguno quería tomar el té. Sus hermanos jugaban al fútbol, a las guerras y los autos.
Mientras que Amelie estaba limpia y arreglada, sus hermanos rara vez no estaban cubiertos de barro y raspones en las rodillas. Obviamente Amelie quería jugar con ellos, patear una pelota, trepar un árbol, puede que incluso rasparse las rodillas, pero sus padres jamás se lo permitirían, sus pocas amigas le llamarían rara y volvería a estar sola.

Todo esto hizo que Amelie se jurara a sí misma que cuando creciera, tendría cientos de hijAs.

Ya en la universidad, después de una tortuosa pubertad, Amelie conoció a Richard McAllary, un joven recién llegado de Escocia, alto, pálido, cabello rubio arena y ojos ambarinos, era el hombre más perfecto ella hubiera visto en toda su vida.

Se casaron un año después de conocerse, pese a que ambos seguían en sus respectivos estudios, fue una boda pequeña a la que sólo asistieron la familia y los amigos de Amelie, ya que Richard no tenía a nadie en Seattle, a nadie excepto a su esposa. Fueron la pareja perfecta durante toda la universidad, ambos querían tener hijas y vivir en un tranquilo suburbio, ambos detestaban a Bob Dylan, para ellos el hippismo era sólo una moda y ambos creían que su país le ganaría a Vietnam. El sería abogado y ella enfermera, pero el destino no lo quería así, durante sus primeros meses de casados ninguno de ellos tenía trabajo, por lo que Richard se enlistó en el ejercito, tuvo que partir un frío día de octubre de 1974, dejando a su esposa sola y embarazada.

Los meses siguientes fueron realmente duros para Amelie, trabajó como enfermera durante el día y como mesera de un bar en las tardes, vivía con la que había sido su mejor amiga durante toda su vida, Cindy, quien tenía un par de mellizos de apenas un año, Liam y Grace, ambos niños con unos grandes ojos azules y cabello color chocolate. Pero a diferencia de su bella historia de amor con Richard, Cindy había tenido a sus hijos por accidente, la suya fue una historia de amor de una noche. Afortunadamente los padres de Cindy eran bastante adinerados, aunque sólo le ayudaron económicamente por un año, después dejaron que ella se las arreglara sola.

A Cindy y Amelie les gustaba imaginar el futuro de sus hijos, si Amelie tenía una niña, sería la mejor amiga de Grace y se casaría con Liam, y en el improbable caso de que fuera un niño, sería amigo de Liam y se casaría con Grace.
Siete meses después, Amelie recibió la terrible noticia de que su bebé no tendría un padre, Richard había muerto en combate y ella era una viuda de guerra.

El 30 de abril de 1975, el mundo la premió con el mejor de los regalos. Una niña, una hermosa niña con la piel canela, rizos dorados y una cálidos ojos marrones, era la mezcla perfecta entre Amelie y Richard.

Desde el segundo en que la vio, Amelie la amó, sintió el más profundo, el más poderoso y el más puro de los amores: amor de madre.

La llamó Rhiannon, porque ese era el nombre que Richard quería para su primera hija.

(S)HEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora