Capítulo 1

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1980


Desgraciado. Incomprendido. Maltratado. Así es como Ricker se sentía. Y si, Ricker, porque Rhiannon es un nombre de niñas y pese a que su madre dijera lo contrario, Ricker era un niño.

Pero su madre se empeñaba en vestirlo con vestidos, moños y listones, le obligaba a jugar con muñecas y a la cocinita. Nada lo enfurecía tanto como ser obligado a ser algo que no era.

Lo odiaba.

Odiaba que lo trataran de niña, Cindy no obligaba a sus hijos a vestirse de algo que no fueran, Liam usaba unos jeans gastados y Grace podía vestir esas faldas de rosa chillón ( las cuales él detestaba usar ) y su madre no se quejaba de ello. Puede que ambos fueran un año mayor que él, pero a Ricker le daba igual, él también quería ser independiente y libre de escoger que ropa destrozar trepando y arrastrándose.

Pese a que sólo tenía cinco años, él y su madre tenían enfrentamientos dignos de un adolescente.

Amelie se encontraba frustrada y verdaderamente irritada, lo único que le había pedido a su Dios era una hija, y le había sido concedida, pero no de la manera que ella había ansiado, su hija era rebelde e insistía en que era un niño, un niño llamado Ricker. Amelie no entendía de donde podía haber sacado una idea tan absurda como esa, desde que Amelie tenía memoria no recordaba haber leído, escuchado ni visto nada parecido y estaba un poco temerosa de que esa niña fuera una prueba, otra de las tantas que Dios le envía a la gente para asegurarse de que son dignos del cielo, si así era, Amelie estaba francamente molesta. ¿No le bastaba al Creador con hacerle crecer en soledad, encontrar al amor de su vida y después arrebatárselo, hacerla vivir en un pequeñísimo departamento en un barrio de mala muerte, separarla de sus hermanos enviándolos a lejanos países de los que ella no había oído nunca?

Si esto era como la historia de Job, ella no se sentía capaz de afrontarlo. Tenía ya treinta años, pero había sido una vida llena de baches y obstáculos, no era fuerte, nunca lo había sido, siempre estaba protegida ya fuera por sus hermanos, sus padres o Richard, ahora estaba sola, abandonada y tan cansada. Trabajaba hasta no sentir nada debajo del cuello, ganaba lo justo para el alquiler y las demás facturas y cuando llegaba a casa era recibida por comida de lata en el microondas, un desorden monumental por parte de los tres niños y los típicos regaños por parte de Cindy. Luego de una ducha fría, comía la desabrida comida de lata, veía algún tonto programa de comedia con Cindy, se lavaba los dientes y se acostaba en la cama que compartía con su hija.

Tal vez físicamente tuviera treinta años, pero psicológica y emocionalmente se sentía de ochenta.

Las mañana eran lo peor, despertar cada día significaba afrontar la realidad, y no había nada peor que eso, apartaba los pensamientos sobre huir lejos de todo, incluso de Rhiannon, despertar a la pequeña, una rutinaria pelea sobre que ropa usar, en la que su hija peleaba furiosamente con ella, y después de muchos gritos y llantos, bajar a desayunar con su hija en brazos usando un viejo pantalón de Liam y una de las muchas poleras que compartía con Grace, comer lo que Cindy hubiera preparado, dejar a los tres niños en la parada del bus escolar e ir trabajar todo el día y volver a casa y repetir la rutina.

No era la vida que se hubiera imaginado vivir hacer diez años, pero no podía hacer nada al respecto.

Ricker por su parte había aprendido un par de trucos desde que iba a la escuela; cada mañana despues de que su madre los dejara en la parada, rápidamente se sacaba la polera, rosada obviamente, que lo habían obligado a usar y la cambiaba por una que había escondido en su mochila, una de su agrado, se amarraba el cabello -que su madre había arreglado y peinado- y lo ocultaba debajo de una gorra de beisbol.

A Grace le parecía demasiado rebelde lo que hacía su amiga, ella jamás desobedecería de esa forma a su madre tampoco a Amelie, que era como su segunda madre. Sabía que Rhiannon prefería que la llamaran Ricker y que la trataran de él en vez de ella, pero no podía acostumbrarse, siempre confundía las palabras y su amiga se enojaba. Además Rhiannon era niña.

Todo lo contrario era su hermano, a Liam le encantaban los actos de rebeldía de su mejor amigo. Liam no tenía ningún problema con llamarlo Ricker y tratarlo como un chico, después de todo, siempre había querido un hermano, algún chico con quien hablar y jugar, las chicas eran demasiado quejumbrosas y lloronas.

Ricker no, él era genial, aunque algunos idiotas no lo entendían, y para su mala suerte, muchos de esos idiotas venían en el autobús escolar.

El mismo autobús escolar que doblaba la esquina

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Bueno, que les parece, es la primera novela que escribo, espero que se entienda todo.

Preguntas, sugerencias, comentarios todo lo que quieran decirme, yo lo leo :3

(S)HEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora