Capítulo 6

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1980


Hubo gritos, muchos gritos.

Amelie se puso histérica, estaba teniendo un pésimo día: se despertó tarde, por lo que en el trabajo le regañaron y amenazaron con disminuirle el sueldo, hubo un montón de pacientes en la clínica, por lo que su descanso fue omitido; en la tarde el bar estuvo tan vacío y su jefe tan molesto que tuvo que aguantar su mal humor lo que le quedaba de turno. La cereza del pastel: Cindy había sido despedida y una madre del curso de los niños exigía verlas en un juicio.

Los pensamientos volvían, las ganas de escapar, de despertar muy temprano en la mañana, antes de que cualquiera en el pequeño departamento, coger su billetera y salir corriendo, dejarlo todo atrás.

Simplemente correr, alejarse de sus responsabilidades y deberes, dejarlo todo y correr. Correr lejos, hacia su libertad.

Viviría viajando, sin apegos sentimentales, sin preocupaciones, sin dolor, sin sufrimiento. Solo ella y el inmenso mundo, abriéndole todas sus puertas, mostrándole las maravillas de la creación.

Correr por un prado con el viento agitando su cabello y la luz del sol bañando su cara, subir a la cima de un alta montaña y contemplar el atardecer mientras oía latir su corazón -agitado por la subida- tumbarse de espaldas y contar todas la estrellas que sus ojos pudieran ver, subir al lugar más alto que encontrara y gritarle al mundo que era libre.

Era su sueño dorado. Únicamente imaginándolo una sonrisa se le dibujaba en el rostro, lágrimas de felicidad amenazaban con salir de sus ojos y una sentimiento de plenitud la invadía.

Aunque siendo realistas, jamás lo lograría, amaba a su hija, quería a los mellizos, extrañaría a la que había sido su mejor amiga desde el preescolar. Era un ser demasiado sentimental como para someterse a semejante desprendimiento. Los necesitaba casi tanto como ellos la necesitaban a ella.

Pero cuando el encanto sentimental se desvanecía, veía las cosas de diferente forma: ahora era el único sustento económico de una "familia" de cinco, era responsable de una muy rebelde niña, dos mellizos que eran demasiado diferentes para soportarse y una mejor amiga que no sabía medir las consecuencias de sus actos.

Entonces, volvieron los pensamientos, no los hermosos pensamientos de libertad, no, los otros.

Los pensamientos de muerte,

Al principio, hace un año aproximadamente, aparecieron como una inocente semilla de pasto, una pequeñísima, casi insignificante posibilidad; en cuanto se le ocurrió esa idea, se esforzó por alejarla de su mente, aterrada de siquiera pensar en ello. Pero con todos los problemas acosándola, la idea había vuelto y ahora la inocente semilla había crecido hasta convertirse en un gigantesco árbol que abarcaba todos sus pensamientos y llegó a parecerle una de las mejores ideas que se le habían ocurrido.

Era simple. Diabólicamente simple. Durante los últimos meses se había vuelto su pasatiempo favorito.
Imaginar cómo acabar con su vida. Había desde pastillas y nudos en sogas a puentes y pistolas. Extrañamente la imagen de su cuerpo, yaciendo muerto en el piso como un trapo viejo le daba una sensación de paz, saber que una vez muerta no existía preocupación, problema ni tragedia lo suficientemente grande para molestarla la tranquilizaba.
La idea del suicidio funcionaba con ella como una canción de cuna funciona con un bebé que no puede dormir

Pero de nuevo, no podía. No era los suficientemente egoísta para hacerles eso, no a ellos, no a lo más cercano que tenía a una familia. Nunca podría escapar. La realidad la había encerrado en un minúsculo cubículo, para luego intentar ahogarla inundando el cubículo con problemas de todo tipo; sólo de pensar en eso una sensación de claustrofobia la invadía, el terror se hacía presente, se sentía acorralada, asfixiada, le faltaba el aire, los ojos le lagrimeaban amenazando con  llorar hasta quedarse sin lágrimas y lo único que quería era que todo parase,que la dejaran en paz.

¿Sería tan malo si ella simplemente decidiera rendirse?
¿Era tan terrible que ella quisiera dejar de pelear?
¿Que quisiera descansar?

Si, era terriblemente malo, porque soñar con que podría descansar era volar muy alto, tenía cosas que hacer, problemas que resolver, deudas que pagar, una niña por cuidar, una familia que mantener y sinfín más.

Primero, lo primero. Debía resolver el problema legal con la otra madre. No podían contratar un abogado, no confiaba en que el Estado las protegería, así que la única solución razonable era hablar cara a cara con esa madre y arreglar las cosas pacífica y civilizadamente, y esperar por que no quisiera una compensación económica.
No era un mal plan.

Por lo tanto, al día siguiente los niños no irían al colegio, Cindy los cuidaría, Amelie trabajaría todo el día y en la noche iría a la casa de la otra madre, usando la dirección que Cindy conseguiría mientras cuidaba a los niños.

Rezó por que todo saliera acorde al plan, sus futuros dependían de ello.

Se despertó temprano, se duchó con agua fría, cuanto antes dejara de soñar mejor sería, se vistió con las ropas más decentes que encontró, se arreglo el cabello recogiéndolo en un moño, se maquilló lo mejor que pudo con sus polvos baratos. tapando estratégicamente sus ojeras, cuanto terminó se vió en el espejo. Odió su reflejo. Se veía tan cansada, tan triste, débil, vulnerable que no pudo reconocerse. Apartó la mirada . Beso la frente de su durmiente hija, cogió sus cosas y se fue.

Mientras caminaba al trabajo los pensamientos invadieron su mente.

Entonces se dio cuenta.

La tentación la inundó como una gigantesca ola.

Nadie sabía que se había ido, quedaban unos minutos para que todos despertaran, supondrían que había ido al trabajo, no se preocuparían, no había mucha gente en las calles, nadie le estaba prestando atención, por lo tanto nadie podría testificar si ella simplemente decidiera obedecer a sus pensamientos.

Tenía todo lo que necesitaba, tenía la billetera en su bolsa de mano y para llegar a su trabajo, pasaba cerca de una de las avenidas más concurridas.

Solo debía escoger.

Tranquilidad eterna o felicidad hasta el fin de sus días.

Muerte o libertad


(S)HEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora