KEEP YOURSELF ALIVE #2: Let Me In Your Heart ♕

Capítulo 10

Mi jornada había terminado. Ya eran cerca de las cuatro y estaba volviendo a mi apartamento. Entré y saludé a Evelyne, porque sabía que era la única que estaría en casa a esas horas. Me contestó desde su cuarto.

Estaba muriendo de hambre, llevaba todo el camino pensando en hacerme un sándwich nada más llegara a casa. Cuando me quité el abrigo, me dispuse a ir a la cocina. Me topé con Ev en el camino, y tuve que detenerme un segundo para verla mejor—... ¿Qué te has...?

Llevaba un albornoz y la cabeza llena de rulos para rizar el pelo. Además su cara estaba recubierta de una pringue de color verde. Me miró sin comprender, hasta que entendió a lo que me refería— ¡Oh! ¿Esto? Es un tratamiento para los poros. Tengo una audición en dos horas. Va a ser una adaptación moderna de la Divina Comedia.

La observé por un momento y hablé aún impresionada por su aspecto— Buena suerte. Tú puedes con ello.

—¡Gracias! Aunque ya lo sé —continué mi camino hacia la cocina y ella me siguió contemplándose la manicura—. No es por nada, pero...

Me recogí el pelo y eché la vista atrás para mirarla.

—¿Cómo te fue ayer?

Ahí estaba. En acción. Creí que se le había olvidado. Estaba subestimando a la mayor chismosa del planeta. Realicé la maniobra de evacuación para emergencias. Salí despavorida. Ahora estaba a salvo de ella.

—¡Venga, tienes que contármelo todo! —aporreaba la puerta con una fuerza desconocida.

—¡No!

—Oh, vamos, Mandy. ¡No seas así!

—¡No quiero!

—¡No puedes encerrarte en el baño para siempre!

—¿Quién me lo impide?

—Yo, y supongo que Freddie querrá verte otra vez...

Di un chillido que sólo los perros pudieron oír— ¡Vete!

—... Algún día saldrás, ¡y yo estaré al acecho para sonsacarte!

Bufé. No quería contarle nada por la sencilla razón de que era muy bocazas, y no me podía arriesgar a que soltara cualquier comentario mal hecho si alguna vez volvíamos a coincidir con los demás. Por esa justificadísima razón me había encerrado en el cuarto de baño. De eso trata la maniobra de evacuación para emergencias.

—Minuto 16: mi tripa empieza a sufrir y mis órganos ya se están descomponiendo. Espero que mis últimas palabras no sean "tengo" y "hambre" porque eso sería tan penoso como mi vida completa, punto, punto, punto... —narré en voz alta lo que habría escrito en mi diario si lo tuviera a mano.

Estaba sentada en el suelo contra la puerta cerrada con pestillo. Pegué la oreja a esta para comprobar que no había moros en la costa. Parecía que Ev se había cansado de esperar. Con cautela decidí abrir la puerta. Necesitaba comer. Ciertamente estaba desierto, así que salí disparada en dirección a la cocina.

—¡AJÁ, TE PILLÉ! —un peso cayó sobre mí tirándome al suelo de boca.

—MIERDA.

—¿No habías calculado un ataque sorpresa?

—Ay de mí, muerta soy —dije sin expresar emociones y resignándome a la derrota.

—La actriz aquí soy yo —dijo con mucha grandeza.

—Pues nadie te va a querer dar un papel si sigues siendo tan agresiva —repliqué agarrándome a los tablones de madera del suelo con las uñas para huir.