Capítulo 4.

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Nadie hizo mención alguna de lo ocurrido, ni siquiera Caitlin, quién tenía el don de persuadir a las personas. Aunque, Katie presentía que su rubor había delatado sus acertadas aspiraciones, lo cual corroboró al incierto silencio que aprobaron sus amigos.

Tres días más tarde, Pattie convocó a sus amigos a una cena bastante especial y eso incluía la participación de la chica, quién se encontraba lo justamente abochornada como para volver a mirar a Justin o tan siquiera, dirigirle la palabra.

Ese día, se ostentó adecuadamente para la ocasión, añadiendo un par de pendientes que no había utilizado en toda su vida. El vestido azul coral, resaltaba favorablemente su figura, al igual que los prominentes tacones que estaba obligada a utilizar.

Al llegar al restaurante, una sucesión de guardias rodearon la estancia, fastidiando el trabajo de los paparazzis.

-Ellos siempre arruinan todo. -Comentó Caitlin, quién se hallaba junto a Katie.

Al igual que la rubia, Katie convino en que, si había algo que le fastidiaba de la carrera de su amigo, era la evidente permanencia de curiosos alborotando su alrededor. Nunca estuvo de acuerdo con el afán de aquellas personas, menos aún cuando se trataba de arruinar la vida de una celebridad a través de los medios. Es más, repudiaba dichas acciones.

Cuando hubieron ingresado a la estancia, Katie se percató de lo que estaba ocurriendo; todos mantenían sus celulares en alto, mientras Justin sonreía y saludaba con total desplante; complaciendo a su público.

-Él sí que sabe como formar un alboroto. -Murmuró Katie para sí misma.

-Y eso que todavía no has visto lo peor. -Corroboró Caitlin, caminando delante de ella.

No demoró en apreciar el atuendo que usaba su amigo, el cual, sin lugar a dudas, resaltaba su figura de manera colosal. El esmoquin lo había elegido su madre un día antes de Navidad y la chica podía apreciar cuán orgullosa se sentía Pattie de su acertada elección.

Saludándola con una enorme sonrisa, detalló el sublime afecto y confianza que le transfería.

-Me da mucho gusto de que estés aquí. –Dijo, mientras la abrazaba.

-A mí también. –Convino Katie, quién se alegró de valuar como las cosas volvían a ser igual que antes. Excusándose con un previo abrazo, se dirigió a las mesas donde encontró una gran variedad de bocadillos.

-Él lo está sobrellevando bastante bien, ¿No crees? –Afirmó Ryan, sosteniendo un panecillo entre sus dedos. –Creí que no lo lograría. –Habló con la boca llena, encaminándose al próximo plato que tenía enfrente.

-Lo sé. –Convino ella, sin apartar la vista de la aglomeración que se formaba en torno a Justin. –Espero que siga así, de lo contrario...

-Lo arruinará. –Terminó por ella, con algunos restos de bollo alrededor de su boca.

-Mírate, eres un verdadero fiasco. –Katie se rió de su divertido aspecto, limpiando su mentón con una servilleta.

-Aun así, puedo asegurar que las chicas se disolverían por mí. –Puso su cabeza en alto, facilitando sus supuestos dotes de superioridad.

-Lo dudo. –Terció Justin, quién se había presentado sin mención alguna. Las líneas de su mandíbula se habían endurecido y algo le decía a Katie que estaba molesto.

-Iré por más comida, Chris me dijo que el postre estaba fenomenal. –Fue lo último que dijo, antes de salir disparado hacia la mesa contigua. Por lo visto, no había notado el malhumor de su amigo.

Katie, sin querer estropear o decir algo inadecuado, permaneció en silencio, mirando de reojo los continuos movimientos de Justin. En cambio, él estaba impaciente; esperando a que ella dijese algo.

Never let go | j.b | o.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora