Epílogo.

1.1K 80 17
                                    

Purpose Tour. Río de Janeiro, Brasil.

—¿Así que, a tu madre no le gusto, pero a ella le gusta todo el mundo? —Cuestionó Katie, utilizando un micrófono que el mismo staff le había otorgado minutos antes. Las personas que llenaban la arena, en su mayoría adolescentes, rieron estruendosamente—. Vamos a ver si dices lo mismo cuando te quedes sin comida, ni quién te planche la ropa...

Justin sonrió de medio lado, orgulloso de poder llamar a esa mujer como lo que era: su esposa. Dan, quién se hallaba a su izquierda, miró a Katie fascinado. La fuerza de voluntad y lo divertido que era escucharla, sirvió para reconfortarlo. Dan golpeó la espalda de Justin, cediéndole el apoyo que necesitaba en momentos como esos.

—Puedo explicarlo —Se defendió Justin, sacando en acción su famoso puchero.

—Es muy tarde para decir lo siento —Comentó ella, divertidamente. El que citaras sus canciones entre sus fanáticas, hicieron que el chico sonriera aún más.

Tanto Dan, como Justin, rieron. El público estaba fascinado con aquella chica. Más aún ahora, que se le veía muy colaborativa en cuanto a su carrera, aceptando cada una de las fallas de esta y apoyándolo en el tour que Justin estaba llevando a cabo. No solo estaba presente en los ensayos, sino que, también en los conciertos.

—¿Qué quieres decir? —Preguntó Justin, fingiendo desconcierto.

—Que esta noche dormirás en el sillón, Bieber.

Y salió de escena. Todo el mundo la vitoreó, olvidándose por completo de que aquello se trataba de un show. La cercanía que tenía el muchacho con sus beliebers, era una de las cosas que Katie admiraba de su esposo. Aunque no fuese fácil sobrellevarlo, él siempre les cedía un espacio para que lo sintieran más cercano, agradeciéndole de esa forma todo lo que habían hecho por él y su carrera desde sus inicios.

—Para los hombres que están presentes —comenzó Justin, dirigiéndose a su público—. Nunca hagan enojar a su chica y mucho menos, escriban canciones con las que se pueden sentir identificadas. Ya vieron las consecuencias.

Katie escuchó aquello tras bambalinas. Rió, negando con su cabeza. Pocas veces se enfada con él y cuando lo hacía, faltaba poco para que terminaran tirándose los trastos por encima. Sin embargo, nunca llegaban a esos extremos. Un abrazo o un beso de Justin, conseguían que se librara de su enojo en cuestión de minutos, reconciliándose de la forma menos esperada.

La presentación continuó, a lo que Scooter se ostentó en el sitio donde se hallaba Katie, hablando con una de las personas correspondientes al Team Bieber. Ni siquiera se anunció o carraspeó para llamar su atención. Simplemente, escupió lo que quería decir, sin ser capaz de contenerse.

—¿Cuándo se lo piensas decir? —Scooter estaba un tanto impaciente. Esas reacciones tan características, únicamente se presentaban cuando algo lo emocionaba demasiado. Ese algo, que le había sido confesado por Katie durante la mañana, no podía sacárselo de la cabeza.

Menos aún si aquello se relacionaba con la vida de Justin.

—No lo he pensado. Acabo de enterarme hoy...

—Creo que ahora es el momento adecuado —Convino, dirigiéndole una mirada significativa. Katie se quedó boquiabierta, sin saber exactamente qué decir.

—Estás demente si piensas que voy a armar un alboroto allá fuera —El inflexible razonamiento llegó hasta ella, ilusionándose con la idea de que sus excusas resolverían todo.

—Les encantará. Además, su público te adora. Eres parte de la familia, después de todo —Katie mordió su labio inferior. Estaba más que consciente de todo el cariño que sentían hacia su persona. Scooter tenía razón. Se los debía, después de todo—. ¡Vamos, Katie! ¡No habrá mejor momento que este!

Never let go | j.b | o.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora