Un gato bajo la lluvia 7.

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Las semanas pasaron Alister y Liam parecían tomar una especie de ritmo de vida, el músico enseñaba al menor a tocar el violín por las mañanas y por las noches salía a tocar en algún club.

En el corazón del rubio una preocupación muy pequeña era acallada, que pasaría cuando el otro decidiera continuar su camino, había podido apreciar que el oji violeta era un alma libre que disfrutaba del viaje seguramente un día decidió marcharse.

-¿Aun piensas en eso? -interrogó el kwami que sobrevolaba por el ático en el que vivían.

-Un poco...-admitió el aludido suspirando.

-Piensas demasiado las cosas, así jamás vivirás tranquilo. Deberías calmarte y disfrutar del queso. -rio por lo bajo.

-Supongo –decía no muy convencido, se puso en pie caminando a la ventana. -Vamos a dar una vuelta. -Sin esperar respuesta levantó su mano iniciando la transformación.

Minutos después se deslizaba por los tejados apreciando desde lejos las vivas calles, es noche Liam regresa al amanecer así que podía pasear como Chat tranquilamente. Pese a la confianza que le tenía al mayor, había decidido no contarle su secreto, él por su parte tampoco hacía preguntas solo aceptaba las pocas cosas que Plagg o Alister le contaban.

A su ver solo eran un chico y una mascota muy extraña, pero vamos él había visto tantas otras cosas más raras en sus viajes, que quien era para juzgar.

Una tenue llovizna otoñal comenzó a caer, el felino se apresuró a buscar un refugio, la idea de mojarse si la lluvia arreciaba no le agradaba. Entre saltos, divisó la ventana abierta de lo que parecía una pequeña casa sobre un tejado , se acercó en sigilo examinando la posible existencia de alguien en aquel lugar. Nada solo un par de palomas, entró por la ventana cerrándola, se dejó caer quedando recostado sobre una de las paredes, las palomas se movieron como queriendo examinar al intruso en aquel momento.

-No me miren así –se quejo. -No es como si me las fuera a devorar. - Las palomas parecían actuar con desconfianza retrocediendo, con un suspiro el chico terminó la transformación. Lo que menos necesitaba es que las aves se exaltaran, comenzando un escándalo.

La lluvia comenzó a caer más fuerte, algunos destellos iluminaban el cielo, siendo seguidos por retumbantes sonidos.

-Parece que quedamos atrapados aquí -hablo el kwami, no obtuvo respuesta alguna. Posó su mirada sobre el chico quien se abrazaba en silencio retraído sobre sí mismo. -¿Aun te incomodan las tormentas eléctricas?

-S...solo...un poco...-admitió.

-Pensé que ya lo habías olvidado –se acomodo sobre una de las rodillas del rubio mirándole más de cerca.- Pasaron años desde la última vez, que lloraste por una tormenta.

-Lo siento –bajó su rostro nostálgico, no lloraba pero el dolor le invadía. Fue en una tormentosa noche como esa cuando una criada entró corriendo a su habitación, dándole la penosa noticia de lo sucedido a su madre.

Plagg afilo sus ojos, tomando una bocanada de aire para cambiar a algún tema que les distrajera. El chirrido de la puerta abriéndose lo interrumpió, apenas logró meterse entre las ropas del ojiverde ocultándose.

-Esto es una lata –chilló una voz femenina, que ingresaba sosteniendo una lámpara. El rubio se había puesto de pie de un brinco pegando más su cuerpo a la pared. -Ya puedo escuchar a mi madre quejándose por entrar mojada a casa. -seguía aquella voz, mientras cerraba un paraguas que sostenía en la mano contraria a la lámpara.

Retiro un gorro impermeable de su cabeza dejando caer una espesa cabellera pelirroja, los ojos verdes se abrieron de par en par al ver aquellos cabellos, por los destellos de la lámpara logró identificar varios de los rasgos de la joven.

Una vida mas. (Editando. )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora