Iniciando

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Comienzan las vacaciones de invierno, en mi ciudad no hay mucho que hacer, además que el dinero no abunda en casa como para tomarse el lujo de visitar una playa u otro país.

Pensé que serían la misma rutina de siempre; estaría en la cama hasta mediodía, me levantaría por golosinas o papas fritas, y tendría el móvil a la mano todo el día. Cuándo, repentinamente recibo una llamada, era mi tía, aquella que se siente como una madre, creo que todos la tenemos. Me llamó y me dijo "Hijo, ¿cómo estás? te llamo para invitarte a que viajes con nosotros, iremos a la capitál, tu tío y yo queremos que tus primos y tú la conozcan, tiene lugares preciosos los cuales podremos visitar." Yo no con mucho ánimo,pero lleno de curiosidad por saber que sorpresas me guardaba esa ciudad, acepté de inmediato.

Tomé mí maleta, con pocas prendas dentro de ella (llevar poca ropa era una petición de mi tía, no quería maletas en vano.) mís audífonos, mí móvil,algo de dinero que mís padres pudieron darme y salí, a tomar el autobús que me alejaría de todos los pensamientos que en mi cabeza corrían, uno de los que más me aturdía, por las madrugadas, era ella, Gabriela. que en artazgo me tenía pero más en duda, no sabía si realmente me quería, si estaba confundida, o si jugaba con mis sentimientos, pero algo si sabía, yo la quería. La quería mucho...

El autobús inició su marcha, puse mi "playlist" favorita en el reproductor del móvil,subí el volumen hasta un punto alto, no dañino,pero alto. Y me prometí, que al menos en esa semana de viaje, no pensaría en ella, no la llamaría, no dejaría el orgullo por enviarle un mensaje de texto, suficiente dignidad ya había perdido con mensajes anteriores. 12 horas de viaje comenzaban, y el reto no era el tiempo, el reto era estár sin ella, sin mirar sus ojos al menos en su foto de "facebook", sin escucharla al menos en una nota de voz...

Amor de metrópoliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora