Rizos

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El fin del bachillerato ocurre, no vuelvo a saber de ella por todo ese tiempo.
Unos días antes mi celular enciende su pantalla con un mensaje de ella, con un largo "hola" que me llamaba. Lo vi, pensé contestar o no el mensaje por 5 minutos, cuando la sensación de angustia, de saber para qué me necesitaba, me ganó y tomé el teléfono inmediatamente.
Contesté con un hola parecido al suyo, a lo que ella contestó de una manera pronta con lo siguiente: "¿iras a la fiesta de graduación?" Conteste con un no muy directo, y después al leer el mensaje sentí que era demasiado frío, a lo que agregué un "¿por qué?" Con un par de emojis para adornar el mensaje, ella me dijo No, por nada, quería decirte algo.
A lo que yo quedé pensando toda la noche en el qué sería ese algo; claramente era algo que nunca iba a saber.
Se aproxima el examen de ingreso a la facultad, y le envío un mensaje deseándole lo mejor para dicha prueba, es difícil para todos nosotros llegar a esa etapa.
Ocurre lo que esperaba, no vuelvo a saber de ella en un largo tiempo, ni siquiera un como esta de vez en cuando, transcurren dos o tres meses, y aparece alguien más a mis ojos.
Alguien que yo no esperaba para nada, y así como de relámpago llegó, de relámpago se irá, pero vaya, es de lo mejor que he tenido en mi corta vida.
Su cabello ondulado marcaba el compás de su caminar, que si bien, no era provocador o sensual, era bello, bello en un aspecto artístico, no era cualquier andar en el que una mujer solo marca sus  caderas y glúteos con cada contoneo, sus pasos eran especiales, porque llegaron cuando mi mundo era negro, y junto con cada rizo de su cabello, tomaron los colores para alegrarme mi sombrío momento.

Amor de metrópoliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora