08-¿Y EL NOVIO? (2)

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HERMANA MENOR
***


—Brody dice que su primo pregunta mucho por ti —informó Levi al sentarse en el sofá, justo a mi lado. Me hallaba demasiado concentrada en la película que se reproducía, así que tuve que ponerla en pausa y fijar mi atención en sus palabras.

—¿Qué?

—Brody —repitió—. Dice que su primo tiene un flechazo contigo.

—¿Y quién carajos es su primo? —pregunté. Lev rio por mi agresividad y rodeó mi cuello con su pesado brazo.

Suspiré. Volvíamos a lo mismo de antes.

—Collins. Un rubio flacucho que de vez en cuando sale con nosotros. No sé de dónde...

—Oh, sí —lo interrumpí. Sonreí al recordarlo—. Colin, sí, lo recuerdo. Es lindo.

Su agarre se aflojó un poco sobre mis hombros y me miró confundido por el rabillo de su ojo.

—¿Lo conoces?

—El día que vinieron aquí nos topamos en la cocina mientras yo comía una manzana. —Me encogí de hombros para restarle importancia y quité su brazo de encima de mí—. Intercambiamos unas palabras y luego llegó Brody —recordé. Fruncí el ceño de nuevo y giré para encarar a Lev—. Espera, ¿dices que son primos? No lo dijeron cuando se presentaron.

Traté de recordar las palabras exactas que habíamos intercambiado en los escasos minutos que charlamos, pero me fue imposible.

—Sí, esto... Bueno. Pues eso, nada más. —Lo vi ponerse de pie con una expresión confusa en el rostro. Rodeó el sofá para desaparecer dentro de la cocina y menos de un minuto después traía dos manzanas en sus manos. Atrapé sin problemas la que me arrojó—. No te pregunté cómo te fue el viernes

Noté cómo cambiaba de tema, pero no le di importancia.

—¿Con mi mamá te refieres?

—Ajá. No te vi desde que saliste y ayer no estuve tampoco aquí, así que cuéntame. Soy todo oídos —aseguró. Le di una mordida a la fruta y me resigné a que no terminaría de ver la película ese día.

¿Recuperaría Paige la memoria o Leo tendría que reconquistar a su esposa? Esperaba averiguarlo pronto, no me gustaba dejar las películas a medias, no importaban lo malas que fueran, y era igual con los libros.

Fijé mi atención en Levi, quien a su vez tenía su atención en mí, y comencé a buscar las palabras para describir mi día en casa de mis padres.

—Mmm, mi tía Anna y sus hijos estaban ahí. —Evité decirle que su hija era Elise, por si las moscas. Que comenzara a superarlo poco a poco no significaba que quería verlo con mi prima o que él mostrara interés en ella—. Luego se fueron, mamá me dijo que estaba gorda, mi papá me dio dinero... y más cosas aburridas. Luego llegué aquí y...

—Quiero saber las cosas aburridas también, Luce —interrumpió. Hice una mueca por no haber logrado mi cometido. Debí de haber imaginado que no dejaría pasar aquello. Debí haber sabido que iba a leer entre líneas y no me dejaría ir de paso. Cerré los ojos y respiré profundo.

—Ella solo... No sé, Lev. Fue como siempre.

—¿Fue grosera? —cuestionó con un timbre de voz más bajo. Sonreí con tristeza.

—No. Solo fue... Solo fue mamá.

—Deja de jugar con tu oreja, Ette. No estés nerviosa —pidió. Tomó mi mano y la bajó de vuelta a mi regazo. Ni siquiera noté que había comenzado a tirar de mi lóbulo entre los dedos.

—Es que siempre me siento como una niña pequeña cuando estoy con ella —me quejé.

Lev me tomó por la cintura y emití un chillido cuando me obligó a sentarme sobre sus piernas y a recargar mi mejilla contra su hombro. Mechones despeinados de mi cabello bailaron con su aliento cuando volvió a hablar.

—A veces los padres tienen el don, o la maldición, depende de cómo lo veas, de hacernos sentir menos. Como si no fuéramos lo suficientemente buenos, pero eso no significa que lo seamos, Ette. Das lo mejor de ti, eso debería bastarle.

—Lo sé.

—Dices que lo sabes, pero sigues deprimiéndote cada vez que la visitas. —Besó mi cabeza y un escalofrío me recorrió. ¿Cómo iba a seguir adelante si, cuando quería superarlo, venía y actuaba así? Lo odiaba por ser tan bueno cuando necesitaba que fuera malo—. No me gusta verte triste.

—No puedo evitarlo.

—Entonces evita verla hasta que aprendas a hacerlo.

Fruncí el ceño ante sus palabras.

—Es mi mamá. No voy a dejar de verla.

—Y tú eres su hija, su única hija, y eso no impide que diga cosas que te hieren —dijo con ímpetu. Abrí los ojos con sorpresa al escuchar cómo se molestaba y lo miré, confundida. Él suspiró—. Lo siento, es solo que no quiero verte mal —confesó.

Escondí mi rostro en el hueco de su cuello para que no viera cómo comenzaba a sonreír y vi, más que sentir, cómo la piel de sus brazos se erizaba ante mi movimiento. Me gustaba cuando me demostraba cuánto me cuidaba, aunque fuera más de una manera fraternal que nada.

Se preocupaba por mí y eso bastó por mucho tiempo, pero ahora ya no era suficiente. Comenzaba a ser más codiciosa, quería más. Aunque no estaba segura si lo quería solo de Lev o estaba abierta a más posibilidades.

Por primera vez en dos años estaba dispuesta a comenzar a tener citas.

—Gracias —dije tras unos segundos—. Te agradezco que te preocupes por mí, pero ya soy una chica grande y sé cuidarme sola.

—Creo que he escuchado eso antes —rio. Me hizo sentar sobre el sofá y entonces se puso de pie sin permitirme decir nada más—. Hoy saldré y no sé bien a qué hora llegaré. ¿Por qué no llamas a Vick y Erica para que te hagan compañía? No quiero que te quedes sola.

No me dejó contestar eso tampoco. Despeinó mi cabello y jaló mi coleta antes de encaminarse a su habitación. Sonreí con tristeza cuando lo perdí de vista.

A veces tenía la sospecha de que Lev me miraba como su hermana menor o algo así. En realidad, siempre había tenido la sospecha, pero esta vez era más bien certeza. Él no me quería de un modo romántico. ¿Tal vez por eso no había intentado hacer ningún movimiento conmigo desde el día en que nos conocimos? O tal vez solo no me encontraba atractiva.

Bajé la vista y miré el gordito de mi vientre que mi madre había señalado que aumentaba con el tiempo. Tal vez solo debía cuidarme un poco más...

Sacudí la cabeza cuando me di cuenta de que pensaba en Levi como antes.

No. Debía recordar que nunca pasaría nada entre nosotros y que había más peces en el mar. Debía mantener mi resolución y seguir adelante, olvidarlo, encontrar a alguien más... O solo estar sola y aceptar que estaba bien con eso.

Me puse de pie y fui a por mi ropa deportiva.Iría al centro deportivo a ver si se formarían equipos de baloncesto. Así servía que me relajaba un poco y también me ejercitaba durante el juego. Era hora de empezar a hacer lo que me gustaba de nuevo, sin importar lo que los demás pensaran de mí.


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Siempre has sido tú ✔ (EN LIBRERÍAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora