37- RESPIRAR DUELE

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RESPIRAR DUELE
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Canción: As long as you love me - Sleeping at last.
***


Miré a Sam cuando más personal pasó a mi lado y se dirigió a la última puerta del pasillo. El estómago se me revolvió. Las manos comenzaron a sudarme y...

—¿Esa es la habitación 318? —pregunté en un susurro. Tenía la esperanza de que me dijera que había confundido y no era la 318 donde se hallaba Levi, sino 381 o cualquier otro número... pero Sam solo asintió.

—Esa es —afirmó—, pero... ¡Espera!

Comencé a correr hacia el cuarto en cuanto escuché su confirmación y no me detuve cuando lo pidió. En mi cabeza solo podía escuchar las palabras del doctor diciendo que necesitaban un desfibrilador. Lo único que podía pensar es que tenía que llegar hasta Levi y aquel pasillo parecía nunca acabar.

—¡Hey, espera, por favor!

Sam seguía pidiendo que me detuviera, pero yo no pensaba hacerlo. No iba a detenerme hasta estar segura de que Levi estaba bien, de que no era él a quien necesitaban desfibrilar. Tal vez era a algún compañero de habitación, tal vez había otros pacientes ahí y solo... No podía ser Levi.

«No, él no. Dios, por favor, no.»

Me detuve en seco al llegar a la puerta del cuarto y me sostuve del marco sintiendo las piernas temblorosas. Había cuatro personas rodeando una camilla y un brazo inerte colgaba por el borde de esta.

«Levi».

Los ojos se me llenaron de lágrimas y tomé una inestable respiración dando un paso hacia adelante, pero una mano me detuvo por el brazo impidiéndome avanzar.

—Déjalos hacer su trabajo. —Era Sam—. No intervengas —dijo en voz baja.

La miré con dolor y vi que ella también tenía los ojos irritados.

—No puede morir. Levi no puede dejarme —musité sacudiendo la cabeza. Sam arrugó el rostro y asintió, pero no me soltó. Me mantuvo a su lado mientras yo veía a los demás ir y venir, moverse e intentar hacer latir de nuevo un corazón.

—Levi —llamé en voz baja al ver que alguien encendía el desfibrilador. Tenía mucho miedo. Un pitido continuo llenaba el ambiente y la cama de al lado estaba vacía, por lo que no podía ser nadie más y aquello me aterraba. El que Levi pudiera irse para siempre... Dios, dolía solo pensarlo. No podía ni quería imaginar aquello—. Por favor...

—¡Despejen!

Un grito y el sonido de las paletas siendo frotadas llegó a mis oídos y entre los cuerpos del personal alcancé a ver el momento en que aplicaban la descarga que sacudió a la persona sobre la camilla. Podía ver su cabello negro y la mascarilla de oxígeno que le cubría medio rostro, pero me negaba a pensar que era Levi, me rehusaba a creer que él...

—Por favor —pedí un poco más alto, apretando las manos sobre mi pecho y sintiendo que los ojos me ardían.

«¡Por favor, no me dejes!», supliqué para mis adentros, aterrada, dolida, desesperada.

Sam, a mi lado, me abrazó contra su costado y entonces comencé a sollozar con fuerza. A nadie dentro parecía importarle la novia histérica del paciente llorando como si la vida se le fuera en ello. Los presentes estaban concentrados en devolverle la vida y yo inmersa en el sentimiento pesado y oscuro que retorcía mi corazón.

Fueron unos eternos y agonizantes minutos en los que tuve que escuchar cómo intentaban reanimar el corazón de mi novio, que de un instante a otro había dejado de funcionar. Fue una tortura no poder acercarme y tomar su mano, hablarle, pedirle que se quedara. Fue un suplicio no poder abrirme paso entre todo el personal y solo tumbarme a su lado en la camilla, pero lo soporté porque me dije que ellos iban a traerlo de vuelta. Ellos iban a traer de regreso a Levi y entonces nosotros...

Siempre has sido tú ✔ (EN LIBRERÍAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora