43- EL ÚLTIMO HOMBRE

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LABIOS VÍRGENES
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Canción: Collide - Taylor Ann Hasselhoff.
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Entré al departamento y sonreí al ver que Lucette estaba aquí. Se encontraba sentada en el sillón con las piernas cruzadas al estilo indio y su portátil sobre los muslos. Tecleaba sin parar y tenía un pliegue en sus cejas debido a la concentración. Me encantaba verla así, tan entregada al hacer lo que tanto le apasionaba. Vi su lengua asomarse entre sus labios en un gesto de extrema concentración y reí, haciendo que desviara su mirada de la pantalla y la fijara en mí.

Durante un segundo continuó con el ceño fruncido y los labios apretados, pero entonces se dio cuenta de que ya había llegado y sonrió tan amplio que me alcanzó el corazón.

—Hola —dijo colocando el aparato a su lado y poniéndose de pie. Sus ojos estaban llenos de amor mientras se acercaba a mí y yo la admiré durante el poco tiempo que le tomó alcanzarme.

Llevaba el cabello recogido en un moño en la cima de la cabeza y no tenía ni una gota de maquillaje en el rostro, por lo que podía ver con claridad todas sus pecas y las sombras bajo sus ojos. Sus brazos me rodearon la cintura cuando llegó frente a mí y se puso de puntillas cerrando los ojos para darme un beso de bienvenida. Sonreí antes de juntar nuestros labios en un suave beso.

—Hola —dije acariciando su cuello expuesto—. ¿Has estado desvelándote otra vez?

Colocó sus talones sobre el suelo, bajando así algunos centímetros, y tuvo que elevar el rostro para mirarme.

—Es que las ideas llegan en la noche —explicó—. Y es cuando ya estoy libre y puedo escribir sin distracciones.

Enarqué las cejas, coloqué las manos sobre su cintura y asentí comprensivo.

—Pero hoy es viernes —dije.

—¿Y?

—Pues que el viernes en la noche es nuestro. En eso habíamos quedado.

Lucette movió la cabeza de un lado a otro sopesando mis palabras y chasqueó la lengua.

—Pero tengo muchas ideas que necesitan ser escritas —dijo al fin—. Necesitarías ofrecerme algo muy, muy bueno para convencerme de dejar la historia para después. —Bajó un poco la barbilla y me miró por debajo de sus pestañas, coqueta.

Amaba esta fase de ella. Sonreí.

—Tengo algo en mente —dije bajando el rostro y depositando un suave y húmedo beso sobre su cuello. Sonreí sobre su piel al sentirla temblar y acaricié sus brazos para sentir cómo se erizaba. Escuché su suspiro y supe que había ganado esta vez.

—Por más que me gusta la idea de tenerte desnudo primero quiero acabar esta escena —dijo.

Entonces se alejó de nuevo con dirección al sofá y yo fruncí el ceño.

¿En serio prefería escribir? ¿Después de que no nos veíamos desde hacía tres días?

No debió haberme sorprendido, en ocasiones tenía la sensación de que a Luce le gustaba más escribir que estar conmigo, pero debía aceptar que era parte de tener a una novia escritora.

Suspiré rendido y me acerqué para sentarme a su lado. Apoyé la barbilla sobre su hombro para ver qué escribía, pero entonces su mano cubrió la pantalla en un intento por tapar lo que escribía.

—No mires —pidió.

—¿Por qué no?

—Porque no me gusta, me siento rara.

Siempre has sido tú ✔ (EN LIBRERÍAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora