Casualidades

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Hace tiempo que ya no creo en las casualidades.

Casualidad ahora me suena a causalidad maquillada,

a miedo de consecuencia llamando a la puerta.

Llámalo accidente,

o incidente no esperado,

pero no lo llames casualidad.

Y menos nosotros que ya no creemos en la suerte,

ni en saleros volcándose

ni en el destino dejándonos un mensaje en el buzón de voz y diciendo:

"Esto no estaba planeado.

Cosas del directo"

Deja de grabar,

joder.

Esta vida es real

y todo lo de ahí fuera son meras sombras.

Las sombras de los monstruos que inventamos de pequeños,

los monstruos que besamos de adolescentes

y los monstruos que se sonreirán cuando vean nuestra esquela en el periódico.

Me río yo de las mentiras que parecen chiste,

de la mierda convertida en alpiste

y de todos los buitres preparando sus picos para la gran merendola.

Me río yo del que se empeña en convertirme en sombra.

-"Que yo no necesito esto"

Digo quitándome la ropa.

-"Ni esto"

Digo estampando el móvil contra el suelo.

-"Ni esto"

Digo quemando cada poema.

Porque lo que soy es exactamente todo lo contrario.

Soy mi miedo a las alturas

y mi frustración frente a una partitura.

Soy todo lo que no ves

porque estás demasiado ocupado viendo lo que parezco.

Soy la niña que sigue jugando a que entiende la vida,

la mujer que siempre elige equivocado el bando

y la anciana que parece haber sido crucificada como Cristo

de tantos puñales que atravesaron las palmas de su mano,

y ella,

sin embargo,

sigue tendiendo sus dedos a todo aquel que le pide ayuda.

Soy mi fracaso

resumido en poemas que algún día quedarán en una caja olvidada,

pero nunca se irán de la memoria agotada de mi madre

ni de su sonrisa inquebrantable.

Soy el avión imparable

una vez que ha tomado pista,

el aterrizaje forzoso

y el poso del café que nos tomamos al despertar después de aquella noche inolvidable.

Nota mental al descuidado:

Todos,

al final,

salimos a flote.

Lo que nadie advierte es que también flota el cadáver.

En mi caso,

y esto es un aviso a navegantes:

No creo en las casualidad,

creo en mí misma.

He tragado más agua que botellas

luchando contra una marea incontrolable.

Salí a una orilla porque nadé a contracorriente,

no soy superviviente de casualidad



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