Nadie escribe.

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Nadie escribe de esas veces en las que haces lo correcto

y te sientes como un gilipollas.

Nadie escribe ya dormido

de que le pasó a Neruda cuando se acabaron los cerezos

en la primavera.

A nadie le interesa la gente que está sola

la gente, que se abraza a si misma a oscuras

porque tiene de defender la luz

y darse cuenta de que nadie vino para salvarles

de otra noche de precipicios.

¿Por qué no se habla de aquellos que se esconden

en un verso?

Porque es la única manera de poder entender

todo lo que llevan a sus hombros

Aquellos que sienten

que sonreír es solo otra excusa que darles

para que les partan los dientes.

¿Quien dice "para" a los que necesitan la velocidad

para latir su corazón?

Los que se enganchan a los precipicios

se hacen adictos al vicio que supone

vivir sin frenos.

Versos.

Versos.

Noches que son precipicios

caídas libres que te hacen palpitar

tan

tan

rápido, que no puedes contar el latido por segundo.

Y la razón te pide que frenes

te recuerda que no sabes volar

que vas a caer en picado

que está vez, te puedes enamorar

¿Que te hizo pensar que podrías ordenar este caos de cabeza y corazón?

¿Que te hizo creer que podrías remplazar el

 dolor de un papel en blanco, por un atraco a beso o muerte?

El tiempo te ha enseñado que yo soy más de versos

  y de buscar la suerte en los lugares menos apropiados

 que la busco en bocas que contaban mentiras y que miras por donde mires,

 solo vas a encontrar a una persona perdida. 

Cielo, no es culpa tuya todo esto

yo ya estaba perdida antes de conocerte

ya era un desastre en las noches con copas de por medio

ya era demasiado niña para la vida y demasiado mujer para un hombre

y aunque es cierto que contigo aprendí a ver el vaso medio lleno

deberías saber que tan solo me ha servido para ahogarme.


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