Runaways

Capítulo IV: Receta para el desastre.

Días después, en la puerta que da al patio. Salvador y Katara:

- Bien, aquí me tienes.
- Vamos, Drew. No tenemos mucho tiempo - empiezan a recorrer los pasillos.
- ¿A dónde vamos?
- Te lo diré de camino.
- Hooolaaa. Ya estamos de camino. Dime a donde vamos y qué tienes debajo de tu uniforme - Salvador se detiene y la toma de los hombros - ¿Que carajos?
- No hables fuerte, por favor... Vamos a ir al sector G.
- ¡¿Lo qué?!
- ¡Shhh!... No es lo que piensas - le habla, mientras mira hacia todos lados - Lo estuve pensando y es el lugar en el que menos sospecharían en que alguien está tramando algo. Y lo que traigo aquí es tabaco para el guardia de turno, así nos dejará entrar.
- ¿Cómo conseguiste tabaco?
- Oye, no soy solo una cara bonita, chica. Mientras tú te ponías a silbar como pajarito a la nada, gracias a mi elocuencia y simpatía hice algunas "amistades" que me consiguen cosas.
- Caramba, al final resultaste útil. Está bien, iré contigo. Pero no intentes sobrepasarte conmigo.
- Oye, Drew. Podría estar tras las rejas hasta la muerte, pero aún sigo siendo un hombre casado. ¿No me digas que lo olvidaste? - Esas palabras fueron un dolor punzante en Kat y Salvador se dio cuenta de eso - En realidad, serías muy afortunada si quisiera algo contigo, ¿Sabes cuántas damas darían lo que fuera, por un poco de este príncipe otomano? - Ambos se ríen de forma discreta, para no ser escuchados - Tú solo sigue haciendo tus cosas de loquita y todo saldrá bien.
- De acuerdo... ¿Puedes conseguirme chocolates?
- Drew... Vámonos.

Salvador le toma de la mano y Kat siente una electricidad recorriendo su cuerpo. Trataba de disimular, pero en el fondo ella había soñado con ese momento.

El motivo por el cual Kat se espantó por el sector G, es que ese era un sector abandonado que se utilizaba... ¿Cómo decirlo?... Como burdél. Una zona llena de celdas en refacción, en donde los presos mantenían encuentros íntimos, a cambio de algún soborno al guardia de turno.

Patio. Miranda y Tony:

- ¿En serio crees en toda esta locura, Tony?
- Claro que sí ¿Piensas que Kat nos podría llevar hacia la perdición?
- Es que ¿Cómo estamos tan seguros de que no perdió la razón? Este asunto de su hermano en las afueras, puede ser un invento de su mente, para sentirse mejor.
- ¿Qué te hace pensar eso? - Sí, Miranda ¿Qué te hace pensar eso de TU MEJOR AMIGA?
- Mira, sé que no debería decirte esto, pero cuando Kat tuvo el accidente le costó mucho recuperarse y volver. Ella quizá puede tener alguna secuela psicológica y creo que el hecho de estar acá encerrada, le está jugando en contra. Aparte, de que no tiene su medicación, por si le da un episodio de jaqueca.
- ¡Mierda! Eso que dices es muy grave, Miranda - habla mas bajo pero con un dejo de molestia - Nuestra amiga está arriesgando mucho para que su hermano pase desapercibido y poder salir a aclarar nuestra situación y tú sin embargo, piensas que lo que le pasó le está afectando justo ahora. Yo creo que Kat es mucho mas fuerte de lo que piensas, Miranda. Deberías tener mas fe en ella.
- Es que recuerdo cuando su madre me contó todo cuando fui a verla y ha sufrido mucho desde entonces.
- Ese no es motivo para desconfiar de ella, Miranda. Kat te necesita hoy más que nunca. Nosotros no nos abandonamos y a pesar de que el precio por intentar escapar de aquí, sea plomo en la cabeza, yo prefiero morir antes que estar encerrado por siempre en este lugar. No tenemos nada que perder.
- Es que... Es que temo por ella, Tony.
- Ella estará bien - la abraza - Todos la vamos a cuidar. Tan solo relájate.
- Sí. Bien... Tony... Ya suéltame.
- ¿Qué?
- Suéltame.
- No se de qué me hablas.
- ¡Oh, vamos!

Mientras Miranda lucha contra el pulpo Tony; Salvador y Kat llegan a la entrada del sector G. El joven se adelanta a hablar con el guardia y entregarle el tabaco, el guardia mira a Kat con una sonrisa desagradable dibujada en su rostro. Ella estaba con la mirada perdida como siempre, para no levantar sospechas. Salvador vuelve a por ella "Tercera celda de la izquierda, nivel dos. Que lo disfrutes campeón" dijo el muy bastardo. Asqueados con las palabras del guardia, nuestros jóvenes siguen hasta la celda asignada, cierran bien la puerta, mientras sonoras muestras de lujuria se escuchan por todo el lugar.
Ambos se sientan al borde de la pequeña cama que había en la celda.