Diario de una gemela fea.

Página 15.

"Odio esto.

Todo el mundo trata de acercarse a mí, incluso algunos del equipo de baloncesto oficial me han sonreído o saludado.

¿Que a qué se debe?

Tuve una charla con Fauna, me dieron algo de dinero para no dejar una mancha en sus oficinas y me dijeron con qué ropa vestir.

Ahora llevo faldas y tops al instituto, no es de mi gusto, pero básicamente después tengo que ir directa a las oficinas y no me da tiempo a cambiarme.

Es increíble lo visible o lo invisible que te pueden hacer un par de prendas. Horrible.

Echo de menos mis pantalones, no me tenía que preocupar por cruzar las piernas o por el aire, todo eran ventajas.

Me siento ridícula pero el taller lo exige, y una de dos, o sigo mi sueño o me quedo sin él por unos zapatos y unas cuantas faldas.

Y no lo sé, porque realmente me está agobiando, ahora los chicos parecen interesados al verme y no pasaban de mí como antes... es extraño. Cuando llevas siendo igual durante muchos años un cambio así te descoloca.

Estoy descolocada y no quiero a ningún chico.

Tal vez quería un cambio sin cambiar por fuera... es como si por dentro me sintiese bien por haber entrado y por fuera mal por tener que hacerlo de esta forma, y tampoco puedo exigir nada, es decir, soy una simple diseñadora más de no se cuantísimas plantas del edificio, pueden prescindir de mí totalmente.

Es... como si todo hubiese dado la vuelta en un par de semanas y yo fuese la única que se ha podido quedar anclada en el techo pero con el precio de estar boca a bajo a los ojos de todos... es tan confuso..."