8- Raven

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Alexandra salió de allí y rápidamente ideó este plan: iría por los pasillos y entraría en cada sala para ver si podía encontrar algún arma. No podría amenazar a ningún Dalek porque sabe que, aún amenazandoles, no sacaría ni una sola pista de dónde están esas "mazmorras".
A Alex ya no le importaba si tenía que usar la violencia o no. El enfado le cubría la mente como si fuera niebla y ella eligió la opción de correr furiosa a través de ella, dando palos.
Con cuidado, pasó entre unos Daleks. Tres de ellos estaban hablando de la búsqueda para encontrar a la compañera del Doctor (Alex).
*Vaya, me están buscando. Tendré que ir más sigilosamente* -pensaba.
Fue entrando en las salas que estaban abiertas en busca de algo con lo que defenderse, y de paso buscaba también los destornilladores sónicos, por si acaso.

Tenía experiencia en ser silenciosa gracias a su abuelo. Algunos veranos, de pequeña, solía visitar a su abuelo en el campo. Tenía una pequeña casita en un extenso prado irlandés, de esos tan verdes.
A veces su abuelo se la llevaba a un bosque cercano y le decía que mantuviera silencio, que escuchara atentamente a los sonidos de la naturaleza: al río, a los animales, al viento... Se podían pasar horas allí. A veces incluso jugaban al escondite, más motivo aún para no hacer ni un solo ruido.
Otros días, su abuelo le enseñaba algo de robótica y le enseñaba a dibujar paisajes. Alex le enseñaba sus dibujos y su abuelo le enseñaba sus proyectos.
Para ella, su abuelo era como un segundo padre, y cuando murió se puso muy triste. Murió cuando Alex sólo tenía 14 años, y a ella le afectó mucho; pero aún así recuerda las cosas que decía, con todo corazón.

Alex se adentró en una sala con la puerta entreabierta pero con las luces encendidas. Era una habitación bastante grande, casi del tamaño de un patio de colegio, y también había un montón de armarios. Abrió unos y encontró cosas inútiles: piezas de recambio, herramientas... Pero al final del armario encontró una pequeña pistolita plateada.
La cogió satisfecha y se dispuso a salir de la sala, cuando se encontró con varios daleks marrones (unos diez o doce, para ser exactos). Así que apuntó con la pistola hacia los daleks:
- ¡¡Temedme!! ¡Voy a aniquilaros uno a uno! -dijo con voz maléfica.
Apretó el gatillo... pero no funcionó. No pasó nada. El lugar se quedó en silencio.
Lo intentó un par de veces más, pero fracasó. Si los daleks tuvieran emociones, seguro que ahora se estarían riendo de ella.
Los daleks se quedaron en silencio.
- ES INÚTIL EXTERMINARNOS CON NUESTRAS PROPIAS ARMAS -dijo uno de ellos. Entonces empezaron a dispararla; aunque, por suerte, alguien la cogió de la mano y dijo la característica palabra:
- ¡¡CORRE!!
Lo que la estaba agarrando de la mano era una chica llena de suciedad, moratones y arañazos, por lo que parecía que había sufrido durante bastante tiempo. Tenía el pelo recogido en una coleta. Era castaño oscuro, con mechas rubias californianas y una mecha azul en el flequillo. Su ojo (y digo su ojo porque sólo tenía uno) era al igual que su pelo, de color pardo. En sus dos codos tenía una mancha azul, que quizá podría ser algún tatuaje.
Su ropa parecía de espía de campo, muy sucia y estropeada.
En su mano derecha tenía una pistola naranja y azul, con la que se defendía de los disparos de los daleks.
Corrieron hasta llegar lejos de los daleks, y la chica se encerró en una habitación con Alex. Después de que se les pasara el flato y el susto, la chica empezó una conversación.
- La pistola que llevabas no estaba cargada, habría que ser tonto para no darse cuenta.
Alex no iba a responder a ese comentario, quería saber quién diablos era su salvadora.
- ¿Quién eres? ¿Por qué me has salvado?
- Normalmente, si los daleks te pillan en su nave, suelen "exterminarte", como ellos dicen. Lo normal cuando alguien está en apuros es ayudarle, ¿no? -le respondió la chica, que estaba dándole la espalda.
- Bueno, sí... Pero no nos conocemos. ¿Cómo sabes que soy de fiar? -dijo Alex, algo extrañada.
La chica se dio la vuelta y de repente cambió su humor por completo. Fue de seria y fría a amable y compasiva.
- ¡Oh, claro! ¡Pero qué modales los míos! Aún no me he presentado, perdón. Me llamo Raven, aunque a veces me llaman Rav.
- Um... Yo soy Alexandra, pero me puedes llamar Alex. -ella aún se sentía insegura.- ¿Y qué haces en una nave dalek?
- Esos montones de chatarra me atraparon hace varios meses. He tenido que sobrevivir con lo poco que hay aquí. -respondió Raven con tristeza e ira.
- ¡Quizá te pueda ayudar a escapar! -dijo Alex alegremente- En agradecimiento a que me has salvado la vida, por supuesto.
- Nah, ya tengo un plan de huida, pero necesito a otra persona para poder probar mi idea.
Alexandra se lo pensó un rato, y se le ocurrió hacer un trato para beneficiarse las dos.
- Vale, te puedo ayudar, pero con UNA condición.
- Adelante, dime.
- Me tienes que ayudar a mí primero a salvar al Doctor y recuperar su destornillador sónico.

(Otra vez, la imagen multimedia está hecha  por mí. Siento no haber actualizado antes la historia, es que es el colegio, que tenía mucho que hacer ^^')

¿Y mi destornillador sónico? - Doctor WhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora