¿Cilantro? [2]

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Era aún más guapo que a como se veía en la televisión...

-Hija -anunció papi levantándose-. Él es el licenciado Joaquín Guzmán Loera.

Le sonreí al ñor con picardía, intentando provocarlo. Observé un ligero sonrojo en sus mejillas.

-Un gusto, licenciado -estrechamos las manos y sonreí-. Soy una admiradora de su trabajo.

-Mija -me dijo-. ¿Están buenos los tacos?

Me habló, por primera vez. Pude sentir un doki doki ahí abajo. Mi rostro se tornó a un rosado intenso al darme cuenta de lo que me había preguntado.

-Disculpe, ¿por qué la pregunta?

-Tienes cilantro en el diente.

Abrí los ojos como platos y me eché a correr a mi habitación, derramándo lágrimas como alcantarilla del D.F. en pleno aguacero.

Ya me encontraba en mi cuarto, y recordé que había dejado los tacos abajo en el comedor. ¡No podía dejarlos ahí! ¡Alguien podía comérselos! Eran mi prioridad.

Me quité los tacones de 23 cm que llevaba, para no hacer ruido al caminar. Bajé las escaleras como un ninja. Y corrí (como los animales esos que parecen venados de la sabana) elegantemente, no podía perder el estilo nunca.

Miré el plato de tacos, estaba al otro extremo de la mesa, debía conseguirlos a como diera lugar.

Caminé suavecito para abajo, despacito, despacito, suavecito para abajo y así super cúl. Como los ángeles de Victoria... Bictoria... ¿Sicret?

Iba a tomar el plato, pero una mano sostuvo mi muñeca antes de poder reencontrarme con ese delicioso platillo.

-Estoy seguro de que yo te puedo hacer probar algo más rico.

Giré y vi sus ojos, tan profundos como el mar. Y esa sonrisa llena de picardía y deseo.

Su loción era notablemente más fina que la mía, El Chapo era más adinerado que papi, pero en ella se percibía un rico olor a caucho y hierva quemada.

Él era un hombre de verdad.

-¿A qué se refiere, licenciado?

Rió. Taaaan sexy...

-Por favor, mami, llámame Joaco, lo digo en serio; llámame.

De nuevo el doki doki se hizo presente. Sus manos eran grandes y calidaz, no supe como reaccionar, mi pulso se estaba acelerandose de más.

Era como Cristiano Grape del libro ese erótico, y yo era como su Cenicienta, ¿O se llamaba Anastasia...? Bueno, eso. Nuestras miradas eran tan intensas que me limité a responder:

-Azótame.

El Chapo Guzmán y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora