Capítulo 4.

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Me metí a clase, me tocaba matemáticas, buag, las odio. Me senté en una mesa, atrás del todo y pegada a una ventana que daba al patio trasero del edificio. Por lo cuál me pase toda la hora distraída mirando por ella, sin prestar mucha atención a dicha clase. Y sonó, mi queridisíma campana que daba por inicio el primer recreo.
Recogí las cosas, bueno, mas bien solo cogí la mochila, ya que no saqué nada, el profesor ya me daba por caso perdido, así que ignoró mi comportamiento de siempre, al igual que yo hacía con su explicación.
Y salí de aquella clase, dirigiéndome fuera.
Me fuí para la parte de atrás del grande edificio, y me acerqué a una valla, tiré mi mochila fuera del recinto, y seguidamente salté aquella valla. No era muy alta, y yo, era ágil, por eso que no me resultó difícil saltarla.
Iba andando, dirección; no lo sé. Pero estaba cansada y me quería marchar de ahí. Eché una última mirada hacía atrás y volví a retomar mi paso.
Llevaba el móvil en la mano e iba hablando con Sam, habíamos quedado en la puerta del estanco que tenía frente al instituto, sí, sé que suena raro, pero entre todos los que le compramos les hemos regalado un chalé a las afueras del pueblo, irónico que siga abierto cuando le hemos solucionado la vida. Miré al frente volviendo a lo mío, cuando ví a una fotocopia.
-Vaya. -suspiré.
Me dirigí sin mirarlo al estanco donde había quedado con Sam, como iba diciendo, él y yo éramos amigos desde pequeños, pero hasta ahora, nunca nos habíamos llevado tan bien. Supongo que era porque los dos nos necesitabamos mutuamente. Si a ver, sólo era sexo. Nos teníamos para eso, nada más. Ninguno de los dos sentía nada por el otro. Simplemente atracción.
Iba a acercarme a él, qué al verme se le dibujó una sonrisa en su rostro.
-Hola. -dije llegando a él.
-Hola mi nena. -dijo este dándome un pico. Al qué, a penas separarse de mí, ya me estaba limpiando con la manga de mi camisa.
-¡BRO! -gritó una voz detrás mía. Espera, espera. Si esa voz la reconocería yo en cualquier lugar, no puede ser, dime qué no por favor.
Y efectivamente, me dí la vuelta y allí estaba, la persona que menos quería ver en estos momentos y en ningún otro.
Y era..

Cámbiame. [Gemeliers.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora