FELICIDAD, SOLO ESO NECESITO

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Hacia mucho no era tan feliz. Ese beso simplemente reunió todo lo que no lo había sido. Y se plasmó en lo más maravilloso del mundo. Aunque ya había besado. Jamás había sentido un beso así.

-¿por qué me detienes? -Pregunté poco despues del beso.
-No me permitiría dejarte morir. -Dijo Kailee. -Y mucho menos en este momento.
-¿que momento?
-El momento en que comencé a quererte. Y vales mucho para mi. No dejaría que te suicidaras. Te quiero. Entiende.

Yo me quedé casi paralizado. No sabía como actuar ante lo que me dijo. Eso me llegó justo al corazón. Me sentía querido. Y me sentía feliz.

Había acabado de fallar en mi suicidio pero al menos estaba más feliz que la vez pasada. Muy feliz.

Y la besé, quise hacerlo. No podía aguantar quedarme así. Quería más. Quería ser más feliz. Pero no sólo eso me hacía feliz. Sabía que desde ahí mi vida empezaría a cambiar.

-¿ves? -Preguntó.
-¿que veo?
-La Luna, estúpido.
-Ah, si. Es hermosa. Igual a ti. -Le murmuré y se quedó quieta.
-No me digas eso que me pones la piel de gallina.
-Yo sólo digo la verdad. Te quiero también y más.
-¿en serio?
-Si, no te lo había dicho así de frente pero enserio siento mucho amor por ti.
-Ay...

Me tomó de la mano y me llevó afuera. No hablamos, sólo dejamos que dos cuerpos se unieran en un abrazo genial. Me encantaba que me abrazara.

Con ella pasaba unos momentos geniales. Nos veíamos cada ocho días. Y los pocos días de colegio que quedaban, fui en los recreos al salón de ella. Siempre. No cachaba una vez a menos que estuviera ocupado, y casi no me ocupaba con nada. Ya se estaba acabando el año escolar.

Pasábamos caminando de un lado al otro, sin hacer nada en especial. Sólo caminar y hablar. No pedía nada más. Cuando salíamos íbamos a caminar, o a cine. O simplemente me quedaba en su casa un rato.

-Hola. -Me saludó un día que fui.
-Hola. -Respondí. -¿cómo estás?
-Bien, ¿y tú?
-Ahí.
-¿por qué? -Miró mis brazos. -Te cortaste de nuevo. Jodete!
-Pero...
-¡Pero nada! -Gritó. -Te dije que no lo volvieras a hacer. Y me lo prome... -La interrumpi.
-Si, te lo prometí pero es difícil. Entiende.
-Entiende tú. Me preocupas.
-Lo sé, y por eso no quiero que hagas lo mismo. Sólo eso.
-Ya me cansé de impedirtelo. Será la última vez. No lo haré. Pero si lo vuelves a hacer... -La interrumpi.
-¿que harás?
-Lo haré sin previo aviso y más fuerte de lo que lo hiciste.
-Lo siento.
-No sientas nada. Más bien. No lo vuelvas a hacer.
-Está bien.

Caminamos mucho, o bueno, mucho para ella. Hasta el cine. Estaba infestado de "ñeros", pero al tenerla a ella al lado, lo demás me daba igual.

-¿que veremos? -Preguntó tiernamente.
-Ya verás. -La pellizqué. -Mira. Ahí.
-Ay! -Me abrazó. -No tenías por qué hacerlo.
-No es nada. Sólo que como te gusta esa saga pues... Te traje a ver esta película.
-Entremos.
-Si, vamos.

La película fue genial. Al salir, la llevé a comer un helado. Pero terminó dándome la mitad porque según ella, "No tenía hambre". Más bien sería pena.
Caminamos a casa de ella. Riendo por toda la calle, pues le causaba risa casi todo y a mi, su risa me encantaba. Y me hacía reír más.

Llegamos, me despedí y me dirigí a mi casa. Que bien lejos si quedaba.

Desde que comencé a estar con ella, no hubieron más cortadas, ni pensamientos suicidas. Aunque aveces volvían y me afectaban mucho porque atacaban con fuerza. Pero al ella ponerse mal por mi, yo tenía que hacer que se sintiera bien. Y así me pasaba.

Ya había salido del colegio, ya me había graduado y ella también. Estábamos en la Universidad. Distinta si. Pero seguíamos viendonos, y aún parecíamos como si fuese la primera semana. Muy felices y besos allí, besos acá.

En El Fondo De La OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora