Capítulo 11

110 8 0
                                    

Instintivamente dirigí mi mirada a Kol. En mis venas quemaba el deseo de recuperarlo, poder arreglar mi error. Hacer tratos con demonios nunca sale bien, yo lo sabía, pero no me importaba lo que podía pasarme.

«¿Ahora qué debo hacer?», repetía esa pregunta en mi cabeza una y otra, y otra, y otra vez. Él me había dicho algunas instrucciones vagas, cosas que quería que hiciese para traer a Kol, y yo sabía que funcionaría. Tenía que funcionar.

Estaba frente a Kol, por última vez, si todo iba como lo había planeado. Miraría por última vez su rostro, aunque no podría apreciarlo iluminado por su gran sonrisa; miraría por última vez su desordenado cabello rubio, aunque no cómo lo alborotaba con nerviosismo mientras hablaba; ni siquiera volvería a ver sus vivaces ojos verdes... Pero al menos sabría que había vuelto a ser él de nuevo.

Me acerqué lentamente, dándome tiempo para tomar fuerzas para lo que iba a decir, no era fácil. Está de más decir que tomé su mano; un acto tan cliché como significativo para mí en esos momentos, ya que sería, probablemente, ya última vez.

―Hola ―una estúpida sonrisa se deslizó con cautela en mis labios―, sé que me escuchas, y sé que de Segura ya estás enterado de que lo que te pasó es por mi culpa, así que lo siento ―un sollozo se atoró en mi garganta y se me quebró la voz. Tomé una profunda bocanada de aire y seguí―. Me gustaría que me recordases de una linda manera ¿Sabes? ―las lágrimas amenazaban por salir, aunque no las dejé―. Estoy consciente de que quizá es pedir mucho, sin excusas, solo sería lindo ―cerré los ojos y apreté su mano, solo para saber que seguía allí―. Quiero que sepas que jamás quise que esto pasara, y no diré nada de devolver el tiempo, sería una burla a todo lo que he hecho; lo correcto es arreglarlo, ese es el punto. Iré a reparar todo, y traerte devuelta ―hice una larga pausa, saboreando el momento, y porque lo demás era lo que más me dolía―. Pero no estaré aquí cuando despiertes. Y lo siento también por eso, porque es lo que más quiero, aunque no lo merezca. Me iré para posiblemente no regresar, y debes estar bien con eso, porque yo lo estoy. Y fin de la historia ―terminé mi discurso elevando mi voz hasta casi gritar.

Escuché un ruido muy bajo, quizás el rasgar de la punta de un zapato contra una superficie cualquiera, y muy adentro de mí tenía la esperanza de que Davina hubiese venido a despedirse de mí, tal vez a perdonarme. Pero no era así.

―Así que ahora mártir ¿Eh? ―era la voz de un chico diciendo un comentario sarcástico, pero no había una pizca de sarcasmo, y supe quién era casi al instante.

―Así que ahora espías ¿Eh? ―no era una buena respuesta, principalmente por mi voz tambaleante.

―Mira niñata ¿Qué crees que estás...?

―No ―lo interrumpí, estaba esforzándome por no desmoronarme frente a él―, mira tú: me iré de aquí y no dirás nada a nadie, niño bonito. No me has visto.

Me sentí orgullosa de mí en ese momento, si bien no sabía nada acerca de sarcasmo, había dejado claro que no quería nada más que silencio de su parte, y él parecía hacerlo captado y aceptado. Estaba apoyado en el umbral de la puerta, con expresión seria, quizá demasiado, pero era Killian Parks, no había mucho que esperar de ese enigmático chico. Tomé una profunda bocanada de aire y me dispuse a atravesar la puerta; mi pecho chocó con al que bloqueaba mi camino, y al levantar la mirada confirmé mis sospechas. Era su brazo.

―¿Adónde vas, chica mártir? ―su voz era firme, pero su apodo le quitaba importancia; lo hacía para fastidiarme, cosa que funcionaba. Podía sentir sus músculos bajo la camisa negra que traía, y vaya que era fuerte.

Círculo de Brujas© #WYNA2016 #PGP2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora