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—Ya estoy en casa. —me anuncié mientras dejaba mi mochila y zapatos junto a la puerta, me enderecé para colgar mi sudadera en una percha junto a la puerta y me sorprendió no escuchar a mi mamá dándome la bienvenida, o bien la radio o la televisión en la sala. —¿Mamá? — pregunté, pero no obtuve respuesta alguna, la casa estaba completamente sola. Suspiré y subí las escaleras hacia el segundo piso lentamente, la verdad todo el día me pesaba en la espalda y sólo quería recostarme y olvidar todo lo sucedido, a lo mejor un baño me ayudaría a olvidar y relajarme.

Una vez en mi habitación busqué mi pijama debajo de la almohada y me dirigí al baño, cerré la puerta y me desnudé mientras llenaba la bañera de agua caliente; mientras el vapor llenaba el cuarto me quedé mirando mi reflejo, suspiré y me di la vuelta de modo que mi espalda quedara frente al espejo, examiné mi espalda en busca de la cicatriz que Idiot había mencionada pero uno de los tirantes de mi sostén me obstruía la vista, así que desabroché mi sostén y dejé que cayera al suelo antes de seguir buscando, me iba a rendir hasta que la vi.

Era una cicatriz más grande de lo esperado. Tenía forma de elipse alargada y estaba ubicada en la parte superior trasera de mi hombro, estaba un poco elevada y era de un tono más claro que el resto de mi piel. Y yo estaba segura de no haberla visto nunca.

Sacudí mi cabeza y caminé hacia la bañera, cerré la llave del agua y me sumergí en ella, el agua me cubría las rodillas y el calor estaba inundando todo mi cuerpo, a pesar de todo sentía las lágrimas recorriendo mi rostro. Cerré los ojos y me sumergí por completo, las lágrimas mezclándose con el agua.

***

—Hey, buenos días. — la voz de Oliver me sorprendió e hizo que levantara la mirada de mi teléfono en mi regazo mientras el metro resumía su traqueteo. Mamá no había llegado la noche anterior ni esa madrugada, así que no había tenido quién me llevara a la escuela, sin mencionar que tenía miedo de caminar a la escuela y encontrarme a los raros del día anterior, así que había tomado el metro, esperando no encontrarme a nadie. No había tenido tal suerte.

—Buenos días. —Saludé a mi amigo y volví a mirar mi teléfono, esperando que entendiera que no quería hablar con él, sin embargo, se posiciono frente a mí, agarrado a uno de los tubos de seguridad sobre los asientos.

—Ayer desapareciste.

—Sí.

—¿Estás bien?

Levanté la mirada y me encontré con los ojos azules de mi amigo, hasta hace muy poco habíamos sido sólo nosotros dos contra el mundo, pero no sabía si podía contarle lo que había escuchado el día anterior; sin embargo, ahora podía ver bien a mi amigo: tenía los ojos algo enrojecidos y su cabello era un desastre total, incluso su uniforme que solía usar de modo descuidado-intencional como yo, estaba fuera de control: la camisa mal abotonada y la corbata en un nudo mal hecho. No era la única con problemas; y aunque seguía enojada no era justo que Oliver no tuviera con quien contar cuando estaba mal.

—¿Y tú?

Mi amigo sacudió la cabeza y suspiró.

—Scarlet terminó conmigo ayer. Dijo que...había tenido suficiente.

—Oliver yo...lo siento.

Él sacudió la cabeza de nuevo y colocó una mano sobre mi cabeza.

—No importa, mientras tenga a mi hermanita conmigo todo va a estar bien. ¿Tú y yo contra el mundo?

—Siempre. — le respondí con una sonrisa y un golpe en el pecho.

—¿Y eso por qué fue?

—Por abandonarme ayer, idiota.

<<Estación de la Preparatoria de Battery City. Estación de la Preparatoria de Battery City. Las puertas se abrirán a la derecha, por favor no olviden sus pertenencias. Y sigan sonriendo.>> El anuncio del metro cortó nuestra conversación y Oliver y yo salimos juntos del vagón, su brazo sobre mis hombros mientras que yo había envuelto el mío en torno a su cintura mientras caminábamos juntos hacia la escuela.

—¿Tus padres ya volvieron? —le pregunté mientras nos dirigíamos a nuestros casilleros, Oliver sacudió la cabeza en negación.

—No, supongo que es realmente una emergencia, ya ves, ayer salieron muy deprisa.

Asentí y saqué los libros de mi casillero, aunque tenía un mal presentimiento en mi estómago; no era la primera vez que no llegaban a casa, pero por lo general llamaban desde uno de los refugios que tenían las Better Living por el Desierto, el hecho de que no lo hubiera hecho indiciaba que había problemas...probablemente.

—Sí, supongo que tienes razón, pero no me gusta en lo más mínimo—. Mi amigo se encogió de hombros y luego puso su mano en mi cabeza y alborotó mi cabello ligeramente—. No te preocupes, van a volver a casa, mientras tanto, vamos a clase ¿te parece?

Asentí y enredé mi brazo con el suyo antes de caminar a clase.

***

El resto del día pasó sin eventualidades mayores, en más de una ocasión vi a Scarlet mirándome profundamente, no sabía si era con rabia o nostalgia, pero cada vez que mis ojos castaños chocaban con sus ojos grises terminaba apartando la mirada mientras un escalofrío recorría mi espalda.

Finalmente, el estridente chillido de la campana que señalaba el fin de la última hora resonó por toda la escuela, acompañado del suspiro colectivo de todos los estudiantes mientras se cerraban cuadernos, libros y demás que se iban guardando en las mochilas. Miré a Oliver que estaba a mi lado y él sonrió mientras guardábamos todo con prisa, aún teníamos algo de dinero del día anterior y planeábamos gastarlo en un establecimiento de juegos, algo que no hacíamos desde años atrás.

Mientras tomaba mi mochila alguien me golpeó el hombro al pasar a mi lado, levanté la mirada y vi a Scarlet que frunció el ceño, asintió en mi dirección y se marchó del salón. Oliver la siguió con la mirada hasta que desapareció y luego suspiró mientras pasaba una mano por toda su cara.

—De repente se me quitaron las ganas de jugar...—dije y él asintió.

—Es mejor que vayamos a casa, lo siento.

—Está bien...otro día será—. Oliver asintió de nuevo y luego me revolvió el cabello con suavidad.

—A lo mejor ya llegaron, ¿vamos en metro?

Asentí y abracé su cintura como esta mañana mientras nos dirigíamos de nuevo a la estación del metro, mi mente enfrascada en recuerdos de cuando todo era más sencillo. Cuando éramos los Tres Mosqueteros, y no había Reformados y ni gente confundida. Sólo nosotros.

***

Llegamos a casa muy rápido, aunque estaba agradecida por ello, no habíamos cruzado muchas palabras en el camino y era una sensación molesta que casi nunca se presentaba con el parlanchín de mi amigo, aunque entendía el motivo.

Nos despedimos rápidamente y cada uno se fue hacia su casa, hubiera invitado a Oliver a pasar y comer algo, pero sabía que no era la mejor idea así que la dejé pasar, ya después podríamos hablar.

—Estoy en casa—. Me anuncié y sonreí cuando vi los zapatos de mi madre junto a la puerta.

Había vuelto.

Por fin había vuelto.

(A/N: la verdad es que no entiendo cómo carajos termino escribiendo tanto...yo quiero que sea porquito, y BAM, 1150 palabras ;A;. Mucho amor por leer esto, nojoda)


Dustland FairytaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora