La Memoria Perdida

50 4 2
                                    

Notita rápida, las canciones que pongo por lo general son las que han inspirado esa parte. Honestamente, hay de todo, en español e inglés, pero escucharlas no es obligatorio. Espero alguna que otra sea del agrado de ustedes

Nada, ni las imágenes, ni las canciones ni las letras me pertenecen a menos que diga lo contrario Copyright y esas cosas.

-Whatsy

____________

Sally

No era consciente de muchas cosas, sólo podía escuchar aquellas dos cosas: gritos y zumbidos.

Estaban en todas partes y venían de todas direcciones.

Algunos gritos sonaban más cerca que otros, pero todos tenían un deje de desespero. Aunque por lo general se detenían después de un zumbido, claro que ello sólo daba lugar a nuevos gritos, cada vez más teñidos de dolor.

Y de repente, en medio de todo aquel caos, abrí los ojos.

Sé que no volverá;

teñida de sepia estará

esta escena familiar.

Lo primero que noté fue que alguien me tenía en sus brazos, y estaba corriendo. Era consciente de eso ahora. Tenían un agarre firme en mi espalda, un brazo fuerte y delgado que me estrechaba contra un pecho de mujer cubierto por una camiseta purpura, desteñida y sucia. Rizos de color oscuro caían sobre mi rostro mientras que la mujer que me sostenía se movía y gruñía ocasionalmente. Los gritos se detuvieron y la mujer corrió a una velocidad mayor, hasta que se dejó caer sobre el suelo, su cuerpo estaba cubriendo el mío y pequeños jadeos salían de su boca. Sin embargo aún me tenía apretada contra su pecho fuertemente.

—Ok, muy bien. Ya está, ya está. —No dejaba de repetir mientras tomaba aire; los zumbidos seguían sonando pero cómo si chocaran contra algo metálico, algo tras lo que nos ocultábamos.

La mujer tomó aire y cambio de posición, hincó una rodilla en el suelo y se apoyó en la otra pierna mientras me sostenía con un brazo y movía el otro en distintas direcciones. A veces se agachaba, pero no entendía la razón del todo.

Luego vi fue el Desierto. Era vasto, parecía infinito; la arena era de un tono amarillento, con unas cuantas plantas secas aquí y allá, a la distancia se veían las siluetas de –lo que parecían– unas construcciones, también había unos extraños bultos a lo lejos pero no era capaz de distinguir muy bien de que se trataba.

Sin embargo algo en mi interior me decía que yo ya había vivido todo esto.

Y luego vi el cielo. Era de un azul grisáceo, había bastantes nubes, grises y gordas y detrás de ellas un sol escondido bañaba todo con sus rayos pálidos. A pesar del color del cielo hacía un calor de los mil demonios, y las personas seguían gritando. Quería entender por qué esas personas estaban gritando; pero además de muchos insultos y maldiciones nadie decía nada que me diera mis respuestas.

Me fijé en la cara de la mujer que me sostenía, o en lo que podía ver de ella: era una mujer joven, tenía una piel lechosa y curtida, unas leves arrugas estaban presentes en las esquinas de sus ojos castaños oscuro, que a su vez estaban delineados con negro, el color se difuminaba alrededor, causado sin duda por el sudor. La mitad de su cara estaba cubierta por una pañoleta morada, a veces ella resoplaba y la pañoleta se agitaba un poco. Su cabello era rizado, negro pero tenía tonos rojizos, aunque la mayoría estaba sujeto en una coleta algunos rizos habían escapado y ellos eran los que me hacían cosquillas en el rostro. En un instante desvió su mirada a mí, y a pesar de la cubierta adiviné que sonreía.

Dustland FairytaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora