Tenía miedo de ver lo que estabas provocando en mí.
Te descubrí algo tarde.
Ya había perdido lo que después tanto amaría.
Y no podía pensar en otra cosa...
Tu nombre una y otra vez.
Las canciones en las que oía tu voz.
Todo el miedo lo alejaste,
toda la fuerza la depositaste en mí.
Fuente de motivación y de freno.
Soy muy fuerte gracias a tu palabra.
No espero señales,
porque quizá nunca las haya.
De hecho hoy ya no espero nada.
Sólo en mí y por mí.
Pero no diré que fue un gusto haberte conocido,
porque eso sería admitir lo imposible de mis deseos,
y aún no estoy lista para decirle Adiós
a lo que tanto he amado...
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Las cartas que nunca te entregué
PoetryOlvidadas en algún rincón de aquel viejo baúl, yacen muertas y despreciadas las cartas que alguna vez te dediqué; las miles de horas gastadas en desvelos y en fantasías anhelando que escucharas de mi voz lo que mi corazón te gritaba en su palpitar...