Inútil confesión

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Tan difícil es llorar...
Pareciera que no queda evidencia,
pero las huellas las llevas dentro.
Y mis lágrimas se evaporan antes de caer.
En este caso no fueron las circunstancias, sino la persona.
Se colapsó el mundo en mi mente.
No haré caso a las palabras.
No se trata de olvidar,
sino de dejar de sentir,
y eso ya lo estoy haciendo;
aunque siempre duele matar la ilusión.
Yo lo sé bien, pero quise intentarlo.
Me quité mi escudo y lo dije.
No me arrepiento de ello.
De hecho me siento bien por eso.
Porque esta vez no quise ser sólo la expectadora,
y si no funcionó, al menos podré decir que lo intenté
y no me quedé con esa duda
que antes me iba consumiendo emocionalmente;
lenta y certeramente,
como la leña en el fuego.
Y perdí.
Y tal vez exageré si pude afirmar que te amaba,
pero, ¿para qué reprimirme?
Si de todos modos la respuesta sería la misma.
Me aseguré a mí misma tener la razón y me fallé.
Nunca debí haber haberme ilusionado...

Las cartas que nunca te entreguéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora