Compartiendo el Mundo (Draco Malfoy)

Capítulo treintaisiete: Buenas noticias.

—¡Ya tenemos lugar para el ED! —gritó Hermione desde la otra punta del pasillo y venia hacia las muchachas corriendo como una liebre.

—¡Shhh! —Ginny con un dedo apretándose los labios, intentó silenciar a la castaña para que se callara—. Acuérdate que es un secreto.

Hermione trataba de explicar cómo encontraron el lugar y cómo serían las clases pero estaba demasiada agitada para poder hablar fluido y con entendimiento.

—Espera Herm... respira, tienes todo el tiempo del mundo pero necesito que me digas bien, no en estas condiciones —Weasley la miró extrañada—, quiero decir, sin aire —dijo Anastasia dandole una palmada en el hombro izquierdo.

Esperaron varios minutos para que la joven pueda soltar las palabras que tenía guardadas en la punta de su lengua. La impaciencia las comía vivas, no podían esperar más a sus clases de Defensa ya que querían aprender como corresponde.

—Lo siento por gritar por todo el pasillo lo del ED, es que estoy emocionada por hacer este proyecto... —agregó Grenger luego de recuperar el aliento— bueno les vengo a decir que nos reuniremos en el séptimo piso a las ocho y disponemos de una hora.
—Me parece perfecto —dijo Ginny con una sonrisa.
—A mí también pero, ¿cómo consiguieron un lugar sin que nadie lo sepa? —preguntó Anastasia impaciente por saberlo.
—Bueno, Dobby le dijo a Harry que hay una puerta que aparece a quienes más lo necesitan. No sé como será allí dentro pero debe ser grande —dijo Hermione con los brazos cruzados y mirando a las dos—. ¿Me hacen un favor? —las receptoras asintieron con la cabeza a la vez— necesito que le avisen a los que están en la lista —le entregó a Anastasia un pergamino con los nombres de los integrantes—. Hice una copia para que ustedes se guíen a quien avisar, ya tache algunos, solo quedan esos.
—No hay problema, vamos las dos juntas —afirmó Ginny.
—Bueno, las veo más tarde, hasta luego.
—Adiós Hermione.

Guardaron el pergamino en la mochila de la pelirroja y caminaron hasta llegar al patio de transformaciones. Mientras hablaban, Ana miraba a todos lados, como si buscara algo y era evidente a alguien cuyo cabello es rubio platinado.
Él estaba ahí, con una manzana en la mano y en la otra leyendo un libro que no se veía bien de que se trataba.
Anastasia tenía el impulso de ir y hablarle, pero desde esa pelea con los Finder no pudo hacerlo por miedo.

—¿Qué tanto miras? —preguntó la Weasley a Ana, ésta dio un brinco del susto al volver a la realidad.
—Em... nada, sólo estaba pensando —se excusó la otra, sus mejillas se tornaron un poco rosadas.
—A mí no me mientas, estabas viéndolo.
—Bueno si, lo estaba viendo ¿y qué? —dijo Anastasia indignada y Ginny soltó una risa pequeña.
—No, nada —se quedaron en silencio unos segundos—. Aún... ¿no han hablado? —pararon de caminar.
—La verdad que no, creo que todavía no es el momento —Ana estaba angustiada por ello y agacho la cabeza a contemplar el piso.
—Pero, ¿sigues sintiendo cosas por él?

¿Sentir? ¿A caso eso le preocupaba a Anastasia? La verdad que sí. Cada vez que chocaban sus miradas el corazón le latía muy fuerte que sentía que en cualquier momento iba a explotar.
No tenía el valor de hablarle como antes, pensaba que la iba a humillar frente a todos en la hora del almuerzo o en la cena con alguna de sus bromas. Bueno, para eso está Peeves.

—Lamentablemente si Ginny —dijo Ana al subir la cabeza para mirar a su amiga a los ojos.
—Tranquila —agregó la pelirroja mientras le daba un abrazo—. Todo va a estar bien y va a ser como antes.
—Es que... —la joven soltó un suspiro— pasó tres semanas de todo aquello.
—Lo sé... pero cuando las cosas se den ahí va a ser el momento.
—Gracias —le dijo a aquella con una sonrisa.
—De nada —miró la hora del reloj—. Me tengo que ir, tengo que hacer un par de cosas —Ana la miró con una sonrisa pícara—, ¿qué? ¿por qué me miras así?
—Oh nada —se rió— es que ese "tengo que hacer un par de cosas" me recuerda a un chico.
—Bueno sí, ya lo sabes, y ¿qué? —imitó la voz de su amiga. Se rieron a la vez.
—Anda, yo iré a la sala común. Te veo más tarde.
—Adiós Ana —se saludaron con la mano y cada una se fue por su lado.

Miró el cielo por última vez y se estaba nublando, presentía que aquella noche iba a llover. Acomodó bien su mochila y emprendió la caminata escaleras arriba hacia la sala común de Gryffindor.
En un momento estaba en el cuarto piso y ella sentía que alguien la seguía.
<<¿Quién será?>> se preguntó Anastasia en su cabeza. Sabía que en unos segundos se daría vuelta.