Capítulo 5

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Llegué hasta La Crossa, tomé las llaves del auto de Angie y me fui. Llevaba unas tres horas de viaje cuando mi espalda empezó a molestarme, lo había sentido desde que León se fue, pero ahora era insoportable. Bajé del auto, en plena carretera, estaba desierta. Al poco rato como por arte de magia salieron, mis alas estaban de vuelta, ¿cómo? No tengo idea, pero estaban allí. Entonces recordé una conversación que tuve con Uriel hace muchos años, mis alas salían cuando León no estaba conmigo, o cuando él estaba en peligro, es por eso que cuando volví desaparecieron, porque estaba con él... me acomodé como pude y seguí mi viaje. Un par de horas más y ya estaba en el hotel.

– Miranda, sé que estás aquí, ya vine, déjalo ir, es a mí a quien quieres, no a él, sal de tu escondite loca, o acaso tienes miedo.

– Miedo jamás querida, es muy divertido de hecho, y por lo que veo León te ha hecho falta, tus alitas salieron, que ternura.

– Ya estoy aquí, déjalo ir.

– No querida, no puedo dejarlo ir, él es la atracción principal, tienes que ver esto – dos personas me toman por las alas y me esposan las manos. Una era Cristin, la otra... la otra, no podía creerlo, no era posible que Ian llegara tan lejos y dañara de esa forma a mi familia, ella era Summer, la esposa de André.

– ¿Summer... por qué?

– No me mal entiendas Ani, pero André es muy guapo y bueno no me opuse a mi misión, no podía si iba a tenerlo entre mis brazos – sonreía sínicamente, eso me hizo enfurecer, trate de luchar, pero con Miranda presente ningún don sirve, lo máximo que pude hacer fue zafar una mano de las esposas y pegarle un buena cachetada a Summer, se lo merecía por meterse con mi familia.

Me sentaron en el salón Angel, el que mi papá me dio para que pintara, conmigo estaba Miranda. Del otro lado de las puertas de vidrio estaba León sentado también, vendado de ojos y también estaba Andy, tirado en el piso. – Angel, eres tan bonita, es una belleza que podríamos aprovechar en nuestro clan, pero por desgracia tengo que acabar con tu belleza... pensaba y me dije a mi misma que León es la que te mantiene bonita, radiante, feliz... poder mirarlo, sentir su mirada, pero y si se la quitamos de nuevo y se convierte en tu mejor amigo ciego como hace tantos años.

– ¡Estás loca!, ya déjalo ir, a él y a Andy, ¡ni te imaginas lo que es estar ciego imbécil!

– No, no lo sé, pero podría verlo – me sonríe maliciosamente – Summer, has lo que te dije, es hora de dejar a tu querido cuñado en la oscuridad – Summer tomó una navaja, le sacó filo y se acercó a León. Trataba de zafarme, de impedir que le hiciera algo, pero no podía. Llegó hasta él, le quitó la venda de los ojos y apuntó la navaja a su ojo izquierdo, él no se movía y yo tampoco podía hacerlo... él no soportaría quedar ciego de nuevo y yo tampoco podría.

– Creo Sum que no te sienta bien ser la cómplice, siempre fuiste la que mandaba, la que hacia misiones, no sé da bien que te manden – esa voz, esa voz era mi solución. Al oír a An, Cristin salió de inmediato del hotel. Summer corrió con la navaja hasta Andrew, pero cayó al piso y su mente ya no era de ella, Rora y Nick. Sonreí aliviada, reí.

– Si él no se queda ciego, tú te quedaras sin él – me susurró Miranda.

– ¿Qué? – antes de responderme se puso detrás mio, tomó mis alas y las jaló con fuerza. Quedé en shock. El dolor era agonizante, más que cualquier otra cosa que pueda doler en esta vida, más que cuando salieron, esto dolía más que un corazón roto, es como si la muerte te atravesara, tal vez peor que eso. Y de repente dejó de doler, y yo dejé de saber lo que estaba pasando, tal vez ya estaba muerta.

Mi TravesíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora