Capítulo 1

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Sé que tengo que levantarme, tengo que ir a ayudar a Uriel con el papeleo de siempre, si no, estaremos retrasados en el trabajo y eso es algo muy malo, creo que con el paso de los años me acostumbró más a todo esto. Vamos Ani abre los ojos.

Buongiorno (buenos días) bonita – esa voz... un segundo, ese es Leo. Abro mis ojos de golpe – Hola, es hora de levantarse, el avión sale en una hora.

– ¿El avión? – es él, está aquí.

– Te dije que Andy se casaría en Paris, no pienso ir sin ti.

– Pero... no tengo nada que ponerme.

– No te preocupes, Angie vino a dejarte un poco de ropa y el resto la compramos en Paris.

– ¿Angie está aquí?

– Si, está abajo con Absalon, deberías cambiarte, te veo abajo – toma mi rostro en sus manos y me besa lentamente, definitivamente esos besos no me cansarían nunca, no después de estar tanto tiempo sien ellos.

Cuando Leo se fue me levanté de la cama, mi piel que acostumbrada a brillar ya no lo hacía, me veía tan humana, tan real, era increíble, me sentía completa y humana. Mi alas no estaban, mi pelo estaba alborotado, mis mejillas coloradas y mis labios hinchados.

Cuando llegué a la casa de Leo y lo vi, no puede evitan decir miles de cosas, de decir todo lo que quise decir en 20 años, pero él, él no decía nada, estaba en estado de shock, lo único que logró decir fue un arrebato antes de besarme y no soltarme más.

El agua corría por mi espalda, estaba tibia, era agradable, todas esas sensaciones humanas me hacían sentir de vuelta en casa. Cuando estuve vestida bajé lentamente las escaleras, miré todo a mi alrededor, tenía que guardar todas estas cosas en mi memoria, en mi cerebro, en mi corazón. Todo esto era tan real que sentía que en cualquier momento despertaría y nada de esto lo sería.

– Leo, tenemos que decirle a mamá que mi tía está aquí, si no le decimos le dará algo al corazón.

– No aun, quiero que me acompañe a Paris, no será más de una semana, lo prometo.

– No sé, la extraña mucho Leo, no podemos dejarla extrañarla más.

– Angie, han pasado 20 años, una semana no le hará nada.

– Bueno, está bien, pero una semana, solo una y vuelven, la abuela se pondrá furiosa si se entera de Ani.

– No lo creo, fue tu abuelo quién me ayudó a bajar querida, supongo que tu abuela debe saberlo.

– ¡Ani!

– Hola pequeña.

– ¿Mi abuelo te ayudó a bajar?, creía que había sigo Uriel.

– Fueron ambos, sin Jake no lo habría logrado.

– Okey, ya tendremos tiempo para hablar de todo eso, por mientras ustedes dos tiene que viajar a París en menos de una hora... tengan cuidado y solo tienen una semana, los quiero de vuelta en siete días, ¿les quedó claro? – ambos asentimos – muy bien, entonces nos vemos, disfrútenlo y mándenle muchos abrazos a Andy y a Summer.

– Claro mamá, no te preocupes, somos grandes, sabemos cuidarnos, no tienes que mandarnos.

– Claro que si León, si dependiera de ti no volverías en meses, te conozco demasiado bien padrino querido.

– Creo que tu sobrina te superó Ani.

– Imposible, eres más predecible que cualquiera, también pienso lo mismo, si dependiera de ti no volveríamos, pero para tu mala suerte soy yo la que va contigo, tu mamá número 2, después de Angie por supuesto.

Mi TravesíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora