Había pasado una semana desde que Luke había pisado la ciudad por primera vez, después de tantos años. La recordaba mucho más viva, llena de colores, llena de alegría. Supuso que un niño pequeño siempre veía las cosas así.
Después de estar en el parque, había recorrido cada calle, observando todo.
La extraña ansiedad le había devuelto a la puerta e aquel ultramarino. No obstante, volver a tener cara a cara a Gloria, le resultaba desagradable. Su presencia le hacía sentir más... débil. Mucho más de lo que ya era.
Observó a la cajera, cogiendo cada producto y pasándolo por el detector. Muchas veces, se fijaba en el puesto de trabajo de otras almas, pensando en si, quizás, a ellos les iba mejor. Su estabilidad económica era decente. Pero, para ella, no suficiente. Siempre sentía que le faltaba algo, muy grande, y que nunca recuperaría. Nunca.
No le apetecía recordarlo. Recordar toda la miseria. Recordar todos los cristales rotos. Todo el miedo.
Perdió, su mayor reliquia. Y era su culpa.
Las cristalinas le mostraron algo que no le gustó en absoluto. Ese chico le andaba buscando. Y eso no estaba bien. Tendría que tratar de despistarle, de modo que nunca volviese a entrar por la puerta de su tienda.
Devolvió la mirada hacia los altos troncos, castigados a clavarse agujas verdes. Ellos le dijeron que debía ser precavida, si apreciaba a su corazón latiendo dentro de su cuerpo.
Gloria se cuestionó si no se referían a Luke.
No le agradaba que ocupara su bosque. La muchacha debía irse. Y el chico rubio también. Llevaba demasiado tiempo allí. Le incordiaba. No podía entrar en el claro si Luke también estaba allí. Y Luke pocas veces salía de ese círculo ausente de árboles. Así que, aprovechando cuando se iba, aparecía entre la verde espesura. Contemplaba el claro, y lo veía tan cambiado, que se le rompía el alma.
Bueno, qué alma.
Últimamente, estaba yendo mucho a la ciudad. Lo que más llamaba su atención era el centro. Había muchas tiendecitas ambulantes en las que curiosear. Nunca compraba nada, ya que no disponía de dinero, aunque tampoco lo necesitaba.
Hasta, que, un día, vio una exhibición de tiro con armas de fuego. Nunca había visto semejante cacharro. No le asustó. Se quedó con la mirada suspendida en el aire. Cuando la demostración hubo acabado, y todos se fueron, cogió rápidamente un arma de las largas, y se fue. Nadie se dio cuenta.
Más tarde, al regresar a su casa, probó a cazar un animal con la escopeta. El cuerpo lejano cayó como una pluma.
No le dio a un animal.
El impacto le hizo caer. Quedó estupefacto. ¿Qué había sido eso?
Qué más daba. Nadie podía destruirle.
Luke lo había intentado.
Se encargaría de destruirle a él.

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part ii
Fanfictionwhat a shame, what a shame we all remain such fragile broken things a beauty half betrayed, butterflies with punctured wings empezada 23.09.2015 todos los derechos reservados. cualquier copia, adaptación o traducción no está permitida sin el permiso...