Capítulo 3: ELLA

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Emma tenía trece años cuando recibió su primer beso. Habría sido en un sueño, pero fue lo más real que le pasó en su vida. Killian le confesó que la quería más que una amiga, y la verdad es que ella también lo quería a él más que un amigo. No sabía si había hecho bien en besarlo, pero se dejó llevar por lo que sentía y eso se sintió bien. A partir de ese día su relación siguió creciendo. Al mes de compartir besos constantemente durante sus sueños, Killian le pidió si quería ser su novia y ella dijo que si. Era probable que tener un noviazgo por medio de sueños sea una locura, pero ¿Acaso el amor no se trataba sobre la locura? Lo que importaba era lo que sentían, y sus sentimientos por el otro eran reales y cada vez más intensos.

Emma tenía catorce años cuando Lilith, su trabajadora social le regaló un celular. A partir de ese entonces empezó a mandarse mensajes con Killian. Era extraño tener una nueva manera de comunicarse, pero se sentía bien comprobar que ambos eran reales y que ambos recordaban lo que pasaba en sus sueños.

También tenía catorce años cuando fue a vivir a lo de los Pan, Peter y Penny. A los días de llegar a la casa, se dio cuenta que los Pan iban a ser una de las familias malas donde uno puede caer. La trataban como si fuera una sirvienta, lo cual no era tan nuevo, pero si las consecuencias cuando no hacía lo que se suponía que debía hacer. Una cachetada por no lavar los platos, una quemadura de cigarrillo por no planchar bien la ropa, una tirada de cabello por no cocinar un menú rico de comida, y así seguía la lista...

Una tarde, Emma se puso a hacer un trabajo espacial para el colegio. Mientras lo hacía se quedo dormida, ya que le dolía mucho la cabeza. Cuando se despertó, comprobó que se le había hecho tarde. Al descubrir que Peter y Penny todavía no habían llegado a la casa, decidió terminar el trabajo ya que tenía que entregarlo al día siguiente. Una vez que terminó de hacerlo, se puso a preparar la cena.

- ¿Por qué todavía estás preparando la cena cuando ya tendría que estar lista? – Preguntó Penny entrando a la cocina.

- Se me hizo tarde. – Respondió Emma. – Perdón. – Se disculpó.

- ¡¿Cuál es tu excusa para que se te haya hecho tarde?! – Exclamó Penny acercándose a Emma y mirándola de manera intimidante.

- Estaba haciendo un trabajo para el colegio y me quede dormida porque me dolía la cabeza. – Contestó Emma con sinceridad.

- ¡¿Priorizas el colegio y dormir antes que lo que tenes que hacer en ésta casa?! – Cuestionó Penny ofendida. - ¡Problemas, lo único que traes son problemas! – Gritó con enojo.

- Lo siento, pero no te preocupes ya estoy por terminar todo y se los llevo al comedor. – Dijo Emma intentando calmarla.

- ¿Quién sos vos para decirme que no me preocupe? – Preguntó Penny con desprecio.

Desde el momento que Penny había entrado a la cocina, Emma supo que iba a estar en problemas. Penny estaba borracha, podía oler el alcohol salir de ella. Si Penny estaba borracha, eso significaba que Peter también lo estaba. Emma intentó hacer razonar a la mujer, disculparse por el retraso y asegurarle que todo iba a estar listo pronto. Pero en vez de tranquilizarla, solamente logró irritarla más. Penny la agarró fuertemente de los brazos, la empujó contra la pared y le pegó una fuerte cachetada. Después gritó llamando a Peter, a lo cuál Emma reaccionó soltándose de ella para poder escapar. Emma sabía que no tendría que haber intentado escapar, pero tenía miedo y no quería ser lastimada. Escapar fue para peor, porque cuando Peter y Penny la agarraron la lastimaron como nunca nadie lo había hecho. Emma recibió fuertes patadas en su estómago y en sus piernas, y golpes de cinturón en su espalda, hombros y brazos.

Emma estaba acostada en el piso, boca abajo. Emma no podía moverse, cada parte de su cuerpo le dolía y le impedía cambiar su posición. Estaba sola, así que cerró los ojos e intentó no pensar en el dolor. Pero era imposible. Cada herida le gritaba con furia en lo más hondo de su alma. Cada herida la hacía sentir poca cosa. Cada herida la hacía sentir culpable. Ella no tendría que haberse puesto a hacer un trabajo si le dolía la cabeza, ella no tendría que haberse quedado dormida, ella no tendría que haber priorizado el trabajo del colegio sobre el trabajo de la casa. Por último, ella no tendría que haber escapado. Si no habría escapado cuando Penny gritó exigiendo la presencia de Peter, quizás no la habrían lastimado tanto. Y así, sin darse cuenta, se puso a llorar a desconsoladamente.

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