Capítulo 5: ELLA

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Emma tenía diecisiete años cuando fue a vivir a la casa de los Hatter. Jefferson y Anastasia, no eran de las peores familias adoptivas en las que había estado, pero tampoco podrían ser considerados una familia buena. Eran una pareja adulta, que pasaban todo el tiempo que podían bebiendo alcohol o drogándose. Por la única razón que Emma había decido quedarse en esa casa y no pedir a Lilith que la cambie, era porque tenía cuatro hermanos menores allí y sentía la necesidad de cuidarlos. Los Hatter solían olvidarse de comprar comida, ya que priorizaban usar el dinero en la compra de sustancias. Por eso, Emma se consiguió un trabajo como moza en un bar cercano, para usar su sueldo para comprar comida para ella y sus hermanos.

Solo tenía que esperar un año más y estaría fuera del sistema de adopciones. Un año más, y Killian habría terminado su servicio obligatorio en la marina. Un año más y podrían juntar dinero, para finalmente encontrarse y empezar una vida juntos. Un año, solamente un año.

Pero con la muerte de Liam todo cambió. Emma notó el cambio de Killian. No que lo culpara de eso, pero que de repente él se convierta en alguien tan frío y distante hacía que su esperanza se pierda poco a poco. ¿Qué pasaría si él no la quería más? ¿Qué pasaría si nunca se encontrarían? ¿Qué pasaría si nunca vivirían esa vida que habían soñado con tener juntos? Emma estaba constantemente atormentada con esos miedos, pero no podía hacer nada al respecto. No lo compartía con Killian, porque cuando se soñaban prefería estar para lo que él necesite, prefería estar para contenerlo y centrar el tiempo juntos en los buenos momentos. Pero el miedo nunca la abandonaba.

Una noche, Emma volvió del bar donde trabajaba y se encontró que sus hermanos todavía no habían cenado. Hace tres días que los Hatter no les daban comida, siendo así la comida del colegio lo único que comían. Por suerte había cobrado ese día, así que decidió que iba a pedir un delibery de pizza. Tomó el teléfono para hacer el llamado, pero antes que pueda hacerlo éste le fue quitado de su mano.

- ¿Qué estás haciendo? – Preguntó Jefferson.

- Voy a pedir una pizza para cenar. – Respondió ella.

- ¿Cómo vas a pedir una pizza si no tenemos dinero para pagarla? ¿Cobraste hoy? – Cuestionó él pensativamente.

- Si. – Asistió ella, maldiciéndose a si misma por haber soltado esa verdad.

- Dame el dinero. – Indicó él.

- No, el dinero es mío y es para la cena. – Negó ella.

- El dinero no es tuyo, es mío y es para lo que sea que yo digo. – Dijo él empujándola contra la pared y sacando una navaja de su bolsillo. – Dame el dinero. – Exigió amenazándola con la navaja.

Emma se dio por vencida y le dio el dinero. Razonar con borrachos y drogadictos, nunca solía funcionar, así que lo mejor era acceder a lo que pedían. Aparte Jefferson era un hombre alto y fuerte, si tenían una pelea ella iba a salir perdiendo. Le dio el dinero y luego se encerró en su habitación. Se dejo caer en el piso y lloró toda la frustración que sentía. Una vez que se calmó sacó unos caramelos del bolsillo de su mochila y los repartió a sus hermanos. Emma se fue a una vez más a dormir, sintiendo como su estómago se quejaba del hambre que sentía.

Emma encontró a Killian jugando a los dardos, lo cual significaba problemas. Hace tiempo había descubierto que Killian siempre jugaba a los dardos cuando estaba nervioso, ansioso o algo lo preocupaba. Una vez que llamó su atención, se sentaron en una mesa y se pusieron a beber chocolate caliente.

- Tenemos que hablar. –Dijo él después de un largo rato de silencio.

- Te escucho. – Le hizo saber ella.

- Voy a renovar mi puesto de infante de marina. – Dijo él.

- ¿Qué? – Preguntó ella asombrada. – Pensé que habías dicho que ibas a buscar algo más estable, para poder venir hacia acá cuanto antes. – Le recordó.

- Las cosas cambiaron, no puedo irme hasta que no termine lo que estoy haciendo. – Informó él, jugando con sus manos, algo nervioso.

- ¿Qué significa eso? ¿Qué es lo que estás haciendo? – Cuestionó ella, necesitando saber más detalles para comprender la situación.

- Que tengo que cerrar todo lo que pasó con Liam, antes de poder continuar con mi vida. – Respondió él con la voz temblorosa.

- ¿Vas a vengarte? – Preguntó ella adivinando lo que él quería hacer.

- Yo... - Comenzó a decir él.

- ¡Killian la venganza no es la solución! – Lo interrumpió ella. - ¿Sabes que es lo único que vas a obtener con todo eso? ¡Te vas a sentir vacío y culpable! ¡Vengarte no va a hacer que Liam vuelva a la vida y lo vas a seguir extrañando todos los días de tu vida! – Exclamó ella expresando lo que pensaba y sentía.

- ¡Yo necesito hacer ésto! ¡Vos no entendes porque no tenes familia! – Retrucó él con gran intensidad.

- No puedo creer lo que acabas de decir. – Dijo ella con la voz rota, dolida ante lo que había escuchado. – Éste no es el Killian que conozco. – Indicó señalándolo.

- Quizás no me conoces o nunca me conociste. – Dijo él de manera fría.

- Quizás. – Aceptó ella. – Una vez en la vida quería que alguien me elija, ser la prioridad, pero al parecer nunca voy a ser suficiente para eso. – Dijo ella sin poder contener las lágrimas que caían de sus ojos.

- Emma si podes esperarme... - Empezó a decir él, sintiéndose culpable ante todo lo que estaba ocurriendo.

- Si el amor que sentís por mi no es lo suficiente fuerte para que dejes de lado tu venganza, entonces no quiero que vengas nunca por mí. No voy a esperarte. – Dijo ella interrumpiéndolo y mirándolo a los ojos intensamente.

- Emma lo siento, pero yo no puedo dejar mi venganza. – Dijo él después de un gran silencio, donde se dedicó a pensar.

- Entonces vete de mi vida y de mis sueños para siempre, no quiero verte nunca más. – Dijo ella tristemente.

Se acercó a él y le dio un último beso en los labios, necesitaba sentirlo por última vez a pesar de que su alma y corazón se estaban rompiendo en mil pedazos. Cuando el beso empezó a volverse demasiado apasionado, apartó a Killian de su lado bruscamente y creó una gran pared para así quedar separados.

Se despertó sintiéndose más perdida de lo que se había sentido en toda su vida, y eso que muchas veces se había sentido perdida. A partir de ese momento decidió que iba a quitar a Killian de su vida para siempre, después de todo nunca había sido parte de la realidad de ella. Seguirían compartiendo sus sueños, pero haría todo lo posible para que no se vean. Construiría paredes, murallas o se transportaría a un lugar lejano donde él no estuviera. Killian había tenido la posibilidad de elegirla y no lo había hecho, así que no se merecía ser parte de ella, ni se merecía que ella lo espere. ¿Cómo había sido tan tonta en pensar que Killian iba a elegirla cuando solo se conocían por sueños? ¿Cómo había sido tan tonta de confiarle su corazón? ¿Cómo había sido tan tonta en ilusionarse e imaginar una vida juntos y mejor? ¿Cómo había sido tan tonta en pensar que Killian iba a ser distinta a todas las demás personas que la habían abandonado?

Emma dejo la casa de los Hatter ese día. Estaba cansada del sistema, de las familias adoptivas que no la querían, del mal trato físico y emocional al que constantemente estaba expuesta. Así que decidió escapar y correr. Sintió pena por sus hermanos, pero a ella nadie la había cuidado, ni protegido. ¿Así que por qué ella debería hacerlo con los demás? Después de todo, si algo había logrado aprender en su corta vida, era que estar solo era lo mejor. Estando solo nadie podía lastimarte.

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