Modesta Preocupacion

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Solo con mirarla supe que estaba pensando por aquel entonces en algo, su nombre no me dio mayor importancia, siempre pienso en los nombres como etiquetas de los hombres para comprender el mundo y creer que pueden controlarlo, en fin, su nombre dicho no era más que un ruido. La tarde fría, que todo buen escritor desea para un comienzo no estaba desde los cuentos de terror de los poetas malditos, más bien era un día soleado, o tal vez ni siquiera podía ser algo ese día de misterio, domingo sombrío, sin más, evitemos los detalles que una vieja mente puede olvidar con facilidad. Sentado en el parque no importa mucho el día, lo esencial es poder mirar a las personas, los jóvenes que pasan corriendo con los afanes y el paso lento de mi generación, deseando no haber corrido tan rápido a su muerte cuando eran las almas nuevas, unos luchando por la muerte, otros contra ella. No podían faltar en un buen parque, de este abanico de brisas que es mi urbe, una pareja de mujeres enamoradas de sí mismas y amando a la otra, amor del más noble de todos, el prohibido.

El algo que era capaz de caer por las cortinas de su memoria aun no era claro, pensé en mantener un dialogo, luego recordé que no sé cómo, solo logro oír y me quedo sin que decir con facilidad. Pensé en quizá ir a ofrecer una rosa o un leve gesto de cortesía, pero recordé que jamás fui amable con nada y ya era tarde para aprender, así que como una vieja treta de niño pequeño recurrí a lo que más frecuento hacer desde que nací como método para romper el hielo, daño. Pase rosando de manera un poco brusca una de sus piernas, su reacción fue molestarse y dejar el asiento que ahora dejaba un leve aroma a su presencia que solo un olfato especializado era capaz de sentir. La detuve en el último instante y dije:

-Mademoiselle, disculpa las molestias, permítame decirle que estaba tan abstraído con la idea que representa para un viejo corazón como el mío su belleza, que olvide por completo donde estaba, conocerá que son cosas del diario vivir en un viejo.

-No incomoda entonces usted, aunque de cierta manera esta conversación ha iniciado por el pie derecho, se cuánto lleva observándome, idealizando como poder llamar mi atención, y mirarme con sus ojos abstraídos ha logrado su cometido, algo extraño e intimidante pero aquí tiene mi atención, espero no la desperdicie como todos.

-No será, así pues, eres una criatura de carácter muy bello, entonces sin más eufemismos serias clasificada como una mujer bella, yo te considero hermosa, y mis ojos dicen que debo estar loco solo con mirar tus torneados ojos.

-Los halagos no deben ser su fuerte.

-De igual forma nunca supe darlos, soy muy inoportuno entonces, noté que llevas tiempo pensando en algo así que es mejor que me retiré para darte tu privacidad.

-Su nombre, ¿tiene uno?

-Mi nombre es bastante curioso, no tiene relevancia alguna te han dicho que los nombre son una etiqueta que...

-No me interesa, el mío entonces según me dicen que es de la realeza, ya que no le importan los nombres, para parecer interesante, es mejor no alargar esto. Cuénteme... ¿en qué cree que pienso?

-Se ve que tienes un conflicto, las manos no concuerdan con el movimiento de tus pies, te encuentras algo nerviosa y llevas horas mirando hacia los lados en busca de que tanto temor y problema que rodea tu mente en algún momento se materialice.

- No es un conflicto que un humano normal solucionaría.

-De seguro debe haber alguien con tu mismo problema que pueda resolverlo en segundos, solo es cuestión de que tú también puedas, siempre hay una esperanza que nos lleva a cualquier lugar.

-Los conflictos de los hombres siempre se resuelven igual, con más conflictos, o con la muerte, llevan millones de años creyendo ser importantes y solo son personas que terminan hablando en parques con desconocidos, o simplemente se dedican a calificar, reseñar y cuantificar lo incalculable para sentirse poderosos, y el poder, el poder es el peor de sus vicios.

Al diablo con los PoetasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora