~~~°°° Desafío °°°~~~

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-¿Entiendes cuál es tu propósito aquí, verdad? -

Preguntó Albafica mientras miraba el cielo rojo a través de las ventanas, el suspiro tan largo que salió de los labios de Shion hizo mirar atrás a Piscis

-Es que Hades no quiere bajas en esta guerra santa... -

Murumuró el antiguo patriarca sin mucha fuerza, Albafica regresó sobre sus pasos y le plantó frente

-No eres el único ni el primero que ha tratado de revivir, Shion, él va a tomar cualquier oportunidad para levantar a nuestros hermanos, no solo de la anterior guerra santa... -

La voz del griego tomaba volumen, terminó frente al mumiano quien en un simple movimiento le tapó la boca

-Hades es un estratega de primera, eso está más que claro, ¿Puedes bajar la voz? No sabemos si se escucha tras las paredes -

En un movimiento Albafica se quitó la mano de Shion de encima, con una mirada furiosa, el peliverde no tuvo más piedad, un tirón en su nuca, ¿Qué tanto era la diferencia de estaturas? Dos centímetros, Shion le hizo doblar las rodillas y la sumisión de esos ojos azules hizo hervir su sangre con algo muy diferente al enojo, sin soltarlo mordió los carnosos labios y lentamente lo hizo enderezar para profundizar ese beso. Piscis le cortó de golpe, exigiendo un poco de aire susurró entre jadeos al oído de Aries

-Por Athena... -

Susurró entrelazando sus dedos y apretando fuerte, ahí, con el peliturquesa escondido en su cuello, su preciosa voz sonó dentro de su mente, cerrándose a enlaces externos se mantuvo apretando la mano y espalda de su amante, sus mentes se conectaron, palabras sinceras desde el fondo del alma, imágenes compartidas en blanco y negro, luego la tibieza de su respiración y un largo silencio.

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El reloj de arena llegó a la mitad, un gran cosmos sacudió Geudeca y el rojo cielo del infierno se tiñó de negro.
El nuevo cuerpo de Hades venía en camino, con él, toda la tropa que aún no despertaba; Shion fue arrastrado fuera del cuarto, cien surplices relucientes esperaban al centro del Cocytos, la batalla comenzaba, los aspirantes luchaban por llegar primero al último infierno e incendiaban su cosmos para ser dignos portadores de alguna armadura, Shion fue detenido antes de luchar, la sonrisa torcida en los labios de Aiacos no le dio buena espina, se sacudió las manos del juez tan pronto como pudo y por voluntad propia les acompañó al quinto infierno. Los pozos donde hervian las almas eternamente humeaban lo sumo a dos metros de sus pies, sentía un mal presentimiento, cuando un grupo de reclutas arrastró algo entre jalones, sintió un cosmos brillante emerger de entre los espectros y un escalofrío recorrió su espina.

Los reclutas dejaron caer la sábana en el suelo, un quejido salió de entre la tela y el cosmos brilló haciendo jirones la lana, ¿qué edad podía tener? ¿14, 15 años...? Shion palideció mientras el recluta tomaba posición de batalla, no había reparado en él, pero, cuando sus ojos se encontraron, los brazos del Saint cayeron y la sorpresa iluminó su mirada

-¡Padre...! -

Le llamó el muchacho, confundido, vaya noticia, enterarse de que el patriarca que les había dirigido tantos años estaba muerto, Shion pensaba, miraba a través de su mente, se preguntaba si habría paz en lo que entendió que le mandarían a hacer, sintió que el mundo se le venía encima, su mirada fue un gesto de absoluta tristeza

-¿Padre... eh? -

Repitió Aiacos, regocijandose con aquél "descubrimiento", Shion apartó la mirada, conteniendo el aliento

-Es hora de demostrar tu lealtad al gran dios Hades -

Sentenció Radamantis, los puños de Shion temblaban, pero mantenía el semblante tranquilo, trataba, sólo trataba, tenía que convencerse de que estaba todo bien... ese muchacho, el terror y la sorpresa que se impregnaron en sus ojitos verdes mientras era sujetado por los espectros inferiores, Shion no movió un dedo, siendo simple testigo de la lucha que tuvo contra ellos y la sucia interrupción de Aiacos

-Garuda's Flap-

Exclamó el juez, más que exasperado ante la poca habilidad de sus aspirantes para hacer su trabajo y doblegar al Saint, la mirada de Shion se bañó de rabia, escuchó el golpe y vio la sangre derramarse desde la boca de aquél niño, haciendo un esfuerzo sobrehumano por no alzar la voz ni proteger a su pequeño, mordió su lengua con fuerza y discretamente guardó el gruñido que se alzaba desde su pecho. Lo vio ascender en el rayo violeta, ese niño habría portado alguna Cloth de Plata, lo sabía, ahora lo miraba morir sin poder hacer nada.

El sonido de una respiración agitada y el vómito obligaron a Shion a levantar de nuevo la mirada, Garuda y Wyvern le miraban juzgando desde atrás, su niño estaba de rodillas, herido de muerte resistía como una marioneta, tal vez tendía el estómago destrozado, recibir ese impacto sin armadura... solo pudo pensar en cuánto se contuvo Aiacos para no partirlo de tajo, tragó en seco

-Pa...dre... -

Gimoteó el niño, casi exánime colgando de los espectros, Shion no podía hacer nada por él, más que entregarle una muerte rapida y que no sufriera la agonía de que su cuerpo se pudiera desde adentro

-¿A quién le llamas padre...? Alguien tan débil como tú, no mereces el honor de ser reconocido como hijo de nadie-

Esa voz tan dulce que Shion como patriarca usaba había desaparecido, su semblante era frío y no se leía la más mínima emoción, levantó su diestra y con ella el cosmos maligno, vio a ese pequeño llorar lágrimas de impotencia, cuando un "mátame" se escribió en sus labios, sin palabras.

-Starlight extinction!-

Exclamó, mientras un destello violeta aparecía en sus dedos, enfrentó una mirada que jamás olvidaría, la acusación, el dolor y la indignación que esos ojos verdes le daban, el momento en que el dolor sacudió su joven cuerpo al recibir la técnica del patriarca, la separación de su noble alma y la reducción a cenizas del cuerpo que había quedado.
Tuvo que hacerse fuerte, tuvo que levantar la cabeza y mostrar una mirada iracunda y llena de ego, Aiacos le regaló dos aplausos, Radamantis simplemente le dio la espalda

-Bien... la siguiente lata, la acabarás tú solo, ¿te parece?-

Se burló Garuda mientras se acercaba, levantó la mano para tomar el hombro de Shion y éste le fulminó con la mirada

-No me toques... -

Su voz, tan profunda, tan severa, en sus ojos brillaba una completa amenaza y tal era el caso, que Aiacos se detuvo a una pulgada de tocar su piel

-¿Te has enojado conmigo por lo que le hice a ese asqueroso inútil? -

Continuó la burla, los jueces no confiaban en Shion, pero sólo Minos podría leer si era tan cierta su lealtad y Minos seguía muerto, confiar en las reacciones de aquél dorado deberían ser la mejor prueba... O eso pensaban.

-Si, tiene algo de cierto, estoy molesto; me lo habías pedido a mí, ¿porque te has metido en la batalla? -

Gruñó Shion, actuando espectacularmente para no desmoronarse, Aiacos se cruzó de brazos

-Lo lamento, pero parecías demasiado indispuesto -

Siseó Aiacos mirándole de frente, apenas se levantó el músculo que debía mover la ceja en la frente de Shion

-Veo que eres lo suficientemente impulsivo, no me sorprende que hace 200 años te hubieran matado tan rápido-

Suficiente, Shion encendió su cosmos empujando a Garuda con él, manteniendo la cadencia de su respiración dio media vuelta y en el siguiente paso se teletransportó hasta su habitación, solo miró al rededor, sólo vio esos ojos azules que le esperaban. Cayó de rodillas soltando el llanto, apretando su pecho con las manos, sin poder sacar de su mente el gesto de horror con que se despidió su protegido...
No era justo, no lo consideraba natural, él había visto crecer a esa generación prácticamente desde la cuna, ahora se odiaba, porque nada podría ya aliviar su alma y bebía a tragos la culpa, manteniéndose lo más compuesto posible, mientras los brazos de Albafica le rodeaban. 

Casi FácilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora