~~~°°° El color de la sangre °°°~~~

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La monotonía...

Cuando el segundo día acabó, Shion y Albafica aún conversaban, Albafica sonreía con tranquilidad, había pedido un resumen de esos dos siglos que se había pasado en el limbo, Shion relataba con los sentimientos a flor de piel, recordando lo mejor con una sonrisa de oreja a oreja, lloró mientras relataba la muerte de sus hermanos, se enfureció mientras hablaba de las peores partes, luego se llenaba de nostalgia al recordar a sus hijos, terminó sentado frente a Albafica, con la mirada perdida en la mesa, describiendo a los pupilos de Hasgard, al bebé de Dokho, la llegada de los pequeños dorados y la tres generaciones de Saints que pudo ver crecer. Piscis sonreía con el puño en su mejilla, poco a poco, el brillo en su mirada regresaba por momentos, reía con ganas ante las anécdotas de las nuevas generaciones y lentamente la nostalgia se sembraba en su corazón, fue la confesión del peliturquesa, el decir cuánto deseó vivir más tiempo después de haber escuchado todo eso...
Si, la otra mitad de la tarde fue más pesada, era el turno de Albafica, concluida la larga vida del patriarca, solo quedó la amarga historia de un guerrero que fue confinado al infierno, un hombre que pisó las islas afortunadas y el reino de Hypnos, que descansó en paz hasta que la estrella de la Grifo despertó, Albafica estaba seguro de haber bebido de la fuente del olvido que espera a cada mortal antes de ingresar al campo santo, pero se vio en el primer infierno, amarrado de pies y manos, con sus recuerdos completos y el terror. Lune sujetaba el látigo, Minos un libro, sí, el libro de su vida, el juicio está de más decir que fue injusto, el castigo fue la esclavitud; pero la voz tan tranquila de Albafica ante los terrores que había vivido terminó por colmar la ira del Mumiano

—¿Qué esperabas? Es el infierno —

Respondió Albafica con simpleza ante la desesperación del carnero, la discusión hubiera seguido, con Shion al borde de la ira y el pecho apretado, pero un golpeteo llamó su atención, ambos miraron la puerta con extrañeza, no había tiempo ahí abajo, ni astros que mostraran la hora, sus cuerpos eran incorruptibles, sin necesidad de alimentos ni agua, pero, ¿Llamaban a la puerta?
Shion se levantó y le puso a Albafica su propia camisa, el peliturquesa rodó los ojos mientras se vestía, la puerta se abrió y lo único que encontró fue un reloj de arena y dos ropajes de color grisáceo, los levantó del suelo y cerró de nuevo.
Eso era todo, el tiempo suficiente para menguar la ira de un hombre enamorado, pues lo que tardó en abrir Albafica lo aprovecharía para estrecharlo entre sus brazos. Sí, no más tiempo, no más presiones y no más veneno, Albafica usó como arma letal la seducción y una vez que sus labios se juntaron no hubo espacio para el rencor.

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Las horas se volvieron días, los días semanas.
El reloj de arena marcaba un ritmo constante, el único consuelo para la mente de Shion.
Albafica se había quedado de forma permanente a su lado y en la alcoba, siempre callado, meditativo, Wyvern o Garuda llamaban diario a Shion para su entrenamiento, sin piedad alguna forzaban al antiguo patriarca a utilizar su cosmos una vez más, usando como eje su ira y haciendo florecer su resentimiento. El entrenamiento seguía o bien hasta que Shion no podía más o hasta que todos los oponentes estaban "muertos", si, era el odio que empezaba a dar frutos en su pecho, sí, cada golpe era más fuerte y sus puños más letales, cada vez que elevaba su cosmos su propia humanidad se consumía, mientras en el cuarto, aquella belleza fría que era Albafica le esperaba, regresando la calidez a su alma, haciendo retroceder el mal que los jueces del infierno se empeñaban en hacer proliferar de su alma.

Jamás vio de nuevo a Mephisto, Verónica ni Violatte, por lo que sabía, tampoco Minos había revivido, ni la mitad de aquellos a quien en entrenamiento había asesinado.
Cada tarde llegaba cubierto de sangre hasta su alcoba, donde Albafica le esperaba con un gesto tranquilo, mientras más hablaba con él, se daba cuenta de que más fácil le resultaba simplemente matar, no había dolor ni remordimiento cuando veía a su oponente caído, Albafica sólo preparaba la Tina mientras le escuchaba y lo desvestía sin decir nada, cuando sus ojos se encontraban, Shion podía descubrir una permanente y callada tristeza en su mirada, pero siempre que le preguntaba respondía que era nada, levantaba los hombros y cambiaba el tema. Shion lo sabía, él se estaba familiarizando demasiado con los espectros, por más que Albafica se esforzara, sin importar cuánto amor le diera...

Casi FácilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora