~~~°°° Muro de Cristal °°°~~~

114 9 0
                                    

Shion no entendía esa parte, no pudo comprender lo que era no tener más un corazón, él apenas discernia la diferencia.
Después de hacer arder el cosmos de los santos Sapuri, les fueron entregadas armaduras, pero no hubo más degollados, Shion no preguntó, sabía que Pandora diría poco o nada de igual manera, exasperado exigía más frialdad, más poder. Sólo el regresar a su habitación le devolvía la humanidad, las palabras certeras de Albafica

—Recuerda el verdadero motivo  —

Siseaba Albafica antes de besarlo, para Piscis, ellos jamás dejaron de ser caballeros, ni tampoco hubo otro patriarca más que Sage

—Tienes que verlos, después de todo... Afrodita puede que sea el último santo de Piscis en los dos siglos siguientes y... ja, está muerto...  aparte podrías salir de aquí, si tan solo lucharas contra ellos  —

Shion estaba volado, acariciando los recuerdos de la Surplice de Aries, sonreía y miraba a Albafica de vez en cuándo

—No  —

Respondió firme el griego, mirando a la nada mientras garabateaba en un viejo cuaderno

—¿Uh?  —por un segundo, el joven Shion apareció en la expresión del ahora espectro  —¿No... quieres salir o...? Vamos, le hará bien a tu cuerpo, supongo que no has tenido muchas oportunidades de usar tu cosmos estando aquí y no me extraña, lo último que quería al subir aquí era otra batalla  —

El brillo infantil en los ojos de Shion enterneció tanto como entristeció al griego, la sonrisa tan simple que le regalaba en esos momentos, sí, Albafica dejó de respirar sólo por mirarle, luego escondió la mirada

—El cosmos no existe más dentro de mí... Shion, yo ya entregué al firmamento mi galaxia  —

La voz melancólica de Piscis sacudió el pecho del mumiano, sus fríos dedos acariciaron las tibias mejillas, sujetándolo por la barbilla le besó con amor, limpiando ese gesto triste que había creado

—El cosmos es parte del alma, Albafica, tal vez te hicieron creer eso para que no te defendieras, puede ser sólo falta de confianza  —

Explicó con paciencia el nativo de Jaümir, pero Albafica negó con la cabeza

—Mente y alma son diferentes, mi alma está allí arriba, bien enganchada entre las estrellas, mi cuerpo es una cáscara vacía en la que solo habita mi mente  —

Albafica dio dos golpecitos en su pecho y dos en su frente, luego tomó los hombros de Shion y sonrió con tristeza

—¿Cómo puedes estar tan seguro?  —

Masculló Shion, se negaba a lo que decía, pues aceptarlo sería ver a Albafica como un cascarón vacío, como una muñeca

—Beber de las aguas del Lete hace mucho más que solo borrar la memoria del caído, Shion, mi amado Shion, es simplemente algo que no entiendes porque tú no has muerto...  —

Las palabras de Albafica, tan suaves y pesadas al mismo tiempo, se detuvieron en seco cuando su mano se posó sobre el corazón frío, su gesto se contrajo con dolor, Shion apretó su mano, tratando de infundirle un calor del que carecía

—No has muerto de la misma forma, nunca has estado en la barca de Caronte, ni contemplaste el abismo del Erebo, tampoco tu rostro ha sido tocado por el sol del reino de Hypnos, Shion, tú no estás ni tan vivo, ni tan muerto  —

Era por esos arrebatos de sentimiento que Aries le amaba, por la sinceridad de esos ojos claros y la sabiduría que guardaba en su mente, era verdad que no entendía del todo sus palabras, pero el abrazo que envolvió su cintura le hizo sentir mariposas, calor en su cuerpo.

Casi FácilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora