Karamatsu y Rinko

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Karamatsu besaba a Rinko mientras la tomaba de la mejilla. Fue tumbándola poco a poco en su cama y desabrochándole los vaqueros con muchos nervios: iban a hacerlo por primera vez.

Rinko le quitó la camisa a Karamatsu rápidamente y se besaron de nuevo con urgencia. Él coló su mano por debajo de sus bragas, palpando aquél punto caliente. Rinko se sonrojó y gimió en su boca.

- Me encanta tu voz cuando gimes...- Le dijo Karamatsu jadeando. Rinko cerró los ojos, sonrojada.

Unos pasos acelerados y nerviosos se escucharon por el pasillo.

- ¡Onee-chan! Onee-chaaaaan!

Rinko se alarmó y le pegó a Karamatsu una patada en la barriga, dejándolo sin aire y apartándolo de ella.

- ¡Escóndete!- Lo empujó hasta el armario mientras que Karamatsu echaba espuma por la boca por el golpe en el estómago.

Lo metió ahí como pudo y se abrochó el cierre del pantalón. Dos niños exactamente iguales entraron al cuarto de Rinko. Tenían el pelo castaño claro y no deberían de tener más de seis años.

- ¿Q-Qué ocurre niños?- Les preguntó, apoyada en el armario.

- Tsuna está llorando.- Saltaron alrededor de ella, nerviosos. Se escuchó el llanto de un bebé en alguna parte de la casa.

Rinko salió preocupada seguida de los niños. Karamatsu se asomó por el armario, un poco adolorido todavía. Suspiró, cansado.

Ya lo habían intentado hacer más veces, pero no había sitio en donde hacerlo, y si lo había algo siempre los interrumpían. Iba a estallar por no hacerlo si seguía así...

Sentía su pantalón apretado pero en esos instantes no podía hacer nada.

Vio a Rinko cerrar la puerta con un bebé de algunos meses en brazos.

- Puedes salir Karamatsu.- Suspiró ella, acunando al bebé.

Karamatsu salió libremente y se frotó la cara, molesto.

- Perdona... nunca podemos hacerlo al final.- Agachó la cabeza con tristeza.

- No es tu culpa, solo que no tenemos sitio.- La tomó de los hombros y los acarició. Karamatsu sólo le echaba la culpa al destino.

El bebé alzó los brazos hacia Karamatsu. Él se sonrojó al ver que el bebé quería con él.

- Cógela con cuidado.- Sonrió Rinko, ofreciéndosela con delicadeza.

Karamatsu cogió al bebé, aupándolo.

- Es mi hermana más pequeña.- Tomó una de las mejillas del bebé con cariño.- Se llama Tsuna. Parece que le gustas.

Karamatsu miró a la pequeña con destellos en los ojos. Tsuna hizo pedorretas con la boca y rió.

- Es tan guapa.- Le acarició su pelo.- Se parece a ti.

- ¿Eso crees?- Se asomó un poco a mirar a su hermana. Sí que se parecían. Rinko sonrió.

Karamatsu se la devolvió a Rinko. Ella la devolvió a su cuna, en otra habitación. Él se sentó a esperarla en la cama.

Rinko entró y cerró la puerta tras sí.

- Bueno... ¿Y qué hacemos ahora?- Suspiró ella sentándose a su lado.

- Ya no podemos continuar.- Karamatsu miró sus dedos, un poco nervioso.

- Lo sé... ya se me han quitado las ganas.

- ¿Y si alquilamos un motel?- Karamatsu se sonrojó por lo que dijo, sabría que diría que no.

- Pues...- Rinko se llevó los dedos a la barbilla.- Es una buena idea.

Seis veces (Seis novias para seis hermanos - Osomatsu-san)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora