La huida

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El primer mes de libertad para Mérope fue la primera vez que fue feliz, quizás había sido feliz cuando vivía su madre pero de eso no se acordaba y su padre era muy reacio a hablarle de ella porque según el, había muerto por su culpa. La única manera que pensaba que tenia de remediar tanta infelicidad era asegurarse de formar una familia cargada del amor que ella no había tenido y si para eso tenia que utilizar magia, que demonios, para eso estaba, ningún mago tendría que sufrir teniendo los poderes necesarios.
Las mañanas las pasaba con Tom , no había cosa que la hiciera mas feliz , hacia muy pocos días que habían empezado a intimar y Mérope no podía imaginar algo mejor, su trabajo estaba dando resultados , las visitas de Tom cada vez eran mas largas, incluso Tom mentía a sus padres con excursiones para pasar todo el fin de semana con ella, ahora quedaba la parte mala , había pasado un mes del encierro en Azkaban de su padre y hermano, pronto tendría que escapar de la casa si no quería que su sueño se desvaneciera.

- Tom, tenemos tiempo limitado para disfrutar de esto tan bonito, mi padre no estará fuera para siempre y pronto volverá. - le dijo mientras le acariciaba el pelo y admiraba su cuerpo desnudo y perfecto en el altillo de la cabaña.
-Mis padres nunca te aceptarán, aparte de mi matrimonio concertado, mi padre jamas me permitiría que me casara con la hija del loco del pueblo, aún recuerda que tu hermano me atacó aunque yo del golpe no lo recuerde.
- Bueno, hay maneras de seguir adelante, por ejemplo tu podrías renunciar también a tu familia, huir de este apestoso pueblo que tanto daño me hizo y empezar juntos en otro lugar, lejos, los dos. ¿No seria fantástico?
- Mérope eso es una locura, yo no tengo dinero suficiente propio, recuerda que soy hijo único y algún día tendré que substituir a mi padre en los negocios, aparte, no te molestes, ninguno de los dos tenemos un oficio y aparte yo no se si seria capaz de vivir sin comodidades y no me gustaria tenerte como criada....
- Aprenderás algo, yo estaría encantada de ser una buena ama de casa, y encontrar algún empleo para ayudar con los gastos- se lo suplicaba con alguna lágrima en los ojos, pensando que su poción no acababa de funcionar porque el no quería complacerla en todo y ella no estaba dispuesta a utilizar una maldición imperdonable para someterlo a su voluntad.
- Ya lo iremos viendo Mérope, ya encontraremos una solución al respecto que nos convenga a los dos- le dijo Tom dándole un beso en los labios y limpiándole una lágrima de la mejilla.

Esa misma tarde, después de que Tom se marchara, Mérope descubrió que los encuentros íntimos habían dado su fruto, llevaba un Riddle en su vientre, eran horas que Tom se posicionara y no aceptaba otra cosa que huir, porque aunque el quisiera hacerle frente a sus padres, Sórvolo se encargaría de matarlos a todos, el niño que esperaba era la mancha de la sangre que su padre tanto veneraba. Sin querer había formado la familia que tanto ansiaba y no estaba dispuesta a renunciar a ella.

Se pasó toda la tarde ideando un plan que aceptara Tom aunque estaba dispuesta a usar una maldición si el no cedía, ya tenia destino, le gustaba la idea de vivir en Londres le rondaba en la cabeza, los magos que habitaban la ciudad solían quedarse solo en el Caldero Chorreante, el Callejón Diagon le quedaba suficientemente cerca para disfrazarse e ir si necesitaba comprar algo y la ciudad era suficientemente grande para no cruzarse con ningún mago y el ministerio no investigara los hechizos que ella podría hacer.

Tom en casa no podía parar de pensar lo que le había pedido Mérope en su ultimo encuentro, era una locura, sus padres nunca se lo perdonarían, aparte no estaba seguro de lo que sentía por la muchacha, solo estaba seguro cuando pasaba tiempo con ella, era como un espejismo, le atraía su olor , su mirada y sus ganas de complacerle, pero tenía claro que el sentimiento más fuerte una vez alejado de ella era pena y eso no podía ser amor, tampoco le agradaba la idea del matrimonio concertado de sus padres, cierto es que aunque había estado con otras muchachas del pueblo jamas había sentido lo que le hacia sentir Mérope íntimamente. Estaba echo un lío y no tenia a nadie a quien comentarle sus dudas, sus amigos se reirían de el, mira que acostarse y tener de amante a la hija del loco del pueblo....

Con estos pensamientos ambos fueron a dormir sin saber que hacer sobre su futuro, bueno, Mérope si que lo sabia, cada uno en su casa conciliaron el sueño con diferentes preocupaciones.

Por la mañana, Mérope tuvo el primer peor despertar de lo que vendría a ser el resto de su embarazo, con un estomago revuelto y unas nauseas insoportables empezó a preparar los panecillos que tanto le gustaban a su amado esperando ansiosa la llegada de este.
-Mérope!!- la saludo con un beso apasionado a media mañana, pues se le habían pegado las sabanas al estar tanto tiempo en vela la noche anterior. - estuve toda la noche dándole vueltas y estoy aun mas confuso, cuando no te tengo cerca me falta valor y sin embargo ahora me iría al fin del mundo.
-ay Tom, me temo que tenemos que tomar una decisión ya, tengo una noticia importante que darte, vas a ser padre y me temo que ni tus padres ni el mio nos permitirían cuidarlo como se merece. - le solto así la noticia mientras le daba su habitual vaso de agua. - Espero que tomes la decisión adecuada, desde ya te digo que no pienso renunciar a este niño y que me moriré si me abandonas. No podría soportarlo.
Tom se quedo completamente helado, por una parte su padre le había enculcado que la familia es lo primero y que un hombre es responsable de sus actos, pero por el otro esa misma familia jamas reconocería al hijo de una miserable como suyo.
- Que tienes pensado Mérope, puedes estar tranquila, no podría abandonarte y mucho menos ahora, ese hijo es la prueba del amor que siento por ti, lucharemos juntos si quieres.
-Sigo con la idea de dejarlo todo Tom, es lo mejor, nuestras familias jamas sabrán de nosotros, al menos la mía no deben enterarse, ya sabes de lo que son capaces. Londres me parece un buen lugar para empezar, tu puedes trabajar como aprendiz de carpintero y yo puedo vender hiervas que ya sabes que tengo sabiduría en ello y así podría llevar una casa, seremos felices, incluso para empezar estoy dispuesta a vender las joyas de mi familia, tengo un anillo que es muy antiguo, un guardapelo y una pulsera. Cada uno es muy antiguo y se donde puedo venderlo por mucho dinero.- Según le iba contando sus ideas a Tom ella veía como le agradaban, al parecer intentar manejar la voluntad de Tom era mejor tras tomar su poción que dejando pasar horas, pues el solo asentía, sin mencionar los peros del día anterior.
- Tranquila, yo podré llevar una suficiente cantidad de dinero para empezar, podemos irnos hoy mismo, iré a casa a recoger algunas cosas y nos pondremos en marcha, mi ausencia no se relacionará con la tuya ya que tu apenas eres conocida, tu padre nunca sabrá lo que pasó y a mis padres les dejaré una carta con la excusa de mi matrimonio y que necesito recorrer mundo, como si fuera a volver.- le dio un beso en la frente y se marchó.
Mérope no podía creer lo bien que estaba saliendo todo, la poción quizás en un tiempo seria permanente y no tendría que suministrarse la jamas, se dispuso a hacer el equipaje que quería llevarse, guardo toda la ropa muggle que tenia, guardo su juego de pociones y todos los ingredientes que le quedaban, los frascos de diversas pociones,multijugos por si tenia que disfrazarse, veritaserum para saber el momento en el que tenia que dejar de darle la poción a su amado y alguna que otra mas, que su padre fabricaba, guardo también sus objetos de valor, pues los creía suyos al tener el primogénito de la familia, no creía que su hermano llegara a tener hijos, el anillo que demostraba su parentesco con los Peverell, el guardapelo que había pertenecido a slitherin y la pulsera de oro de su madre que provenía también de los slitherin pues su madre en realidad era prima de su padre. Dejo una carta de despedida a su padre pues ella en el fondo siempre lo quiso, le explicó en la carta lo mucho que lo quería pero que eran horas de que viviera como una squib, esperaba que con ello no la buscara. Limpio la casa la cerró y salió al camino a esperar a Tom.

Tom Riddle El Niño Que No Supo AmarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora