Abandonada

37 0 0
                                    

Una mañana Mérope se despertó sola en la cama, estaba muy avanzada la mañana y no había oído a Tom levantarse para ir a trabajar. Desde ese momento tuvo la premonición de que algo iba mal, el niño que llevaba en su interior estaba inquieto y tenia pequeñas contracciones a pesar de que aun no llegaba a los siete meses de gestación. Se levantó de la cama hacia la pequeña encimera donde tenían la zona de la cocina y observó que Tom no había tomado su chocolate, solo esperaba que eso no supusiera otra discusión pues se sentía muy débil para convencerlo, esperaba que a pesar de todo pesara mas el niño, intento desayunar y no le quedaba otra que esperar la llegada de tom.

Tom esa noche no había dormido casi nada, ni siquiera estaba prestando atención en la técnica de barnizado que le estaba enseñando el Señor Coel, su mujer Mérope había estado inquieta toda la noche con pesadillas y el no paraba de hacerse preguntas, no recordaba como estaba con Mérope, no era su estilo de chica, sus padres no lo aprobarían ect...
La idea de ser padre tan joven tampoco le agradaba,¿ como había podido dejarse engañar? ¿Y si el nunca había estado intimando con Mérope? No recordaba haber llegado a ese punto...
Salio de trabajar y paro en una pequeña cafeteria , pidió un café, un papel y un bolígrafo. Escribiría una carta a Mérope explicándole sus sentimientos, cogería el primer tren que saliera al pueblo y olvidaría todo esto. Seguramente pasados los años lo recordaría como una anécdota, sus padres lo entendería y el aceptaría el destino que ellos le tenían preparado.

Querida Mérope:
Tengo muchas dudas de lo que hacemos aquí, incluso tengo dudas de lo que hago contigo, no recuerdo mas que ser amable contigo cuando pasaba cerca de lo que haces llamar casa, no se como me engañaste pero algo me hizo creer que tu y yo teníamos algo.
Dices llevar un hijo mio en el vientre pero yo estoy seguro de que eso no es posible, jamás me sobrepase contigo, ni siquiera me atrevería a sobrepasar me con una mujer, sinceramente si no fuera por la fecha de los periódicos diría que ayer te estaba saludando desde tu ventana.
Vuelvo a casa, pero tranquila ese niño llevara mi apellido y no le faltará de nada, solo tienes que escribirme y yo te mandaré todo lo que te haga falta.
En cuanto llegue mandaré que te manden una pequeña cantidad de dinero para el apartamento y para que busques un hospital, cuando nazca el niño escríbeme y te mandaré mas dinero.
Piensalo bien, si no haces un escándalo puedes vivir muy bien de otra manera mis padres se encargarán de desmentir tu historia.
Espero que me perdones por mi poca falta de afecto.
T.Riddle

Cerró el sobre y se dirigió al mugriento apartamento pensando en que hacia lo correcto, a pesar de las dudad de su paternidad si ella no hacia un escándalo podría mantener al niño en secreto y ya el tiempo diría si era o no suyo. Llegó al portal, subió al segundo piso, petó tres veces dejó la carta en el suelo y bajó corriendo las escaleras sabiendo que la pobre Mérope tardaría en llegar a la puerta.

Mérope estaba desquiciada, Tom llegaba tarde, cuando de pronto oyó tres golpes secos en la puerta y cuando se incorporaba al mirar a la ventana que daba a la calle vió la sombra del padre de su hijo alejarse, no le hacia falta abrir la puerta para saber que había sido la despedida de sus sueños, en ese momento todo se rompió, sintió un dolor en el corazón incomparable a ningún dolor que había sentido antes, ese hombre.... Dumbledore tenia razón, la magia no lo compraba todo, apoyada en la ventana y con la cara desencajada e inundada en lágrimas observó alejarse al padre de su hijo, al único amor que jamas tendría, lo mas parecido a tener una familia que había sentido en toda su vida.
Se levantó para abrir la puerta a fin de cuentas habían llamado e igual estaba haciendo un drama de la nada, abrió y vio el sobre, lo leyó y releyó mas de veinte veces y aun no asimilaba lo que había sucedido. Pasaron horas hasta que se levantó del suelo y solo para beber.
Tenia que pensar un plan, por su hijo, el nacimiento estaba próximo, la magia la había traído a esa situación tenia claro que no volvería a utilizarla y criaría a su hijo como una muggle mas, renunciaría a todo y seria una madre soltera mas del centro de Londres, al fin y al cabo había aprendido mucho de los muggles estos meses.

Se despertó al día siguiente, se vistió y fue directa al Callejón Diagon a vender sus preciados tesoros, necesitaba dinero y sabia que no podía empeñarlos en Gringots sin delatarse, pero estaba segura de poder venderlos a algún mago o bruja que rondara por alli. Efectivamente un tal señor Burke se interesó enseguida por los objetos aunque no sacó el dinero que esperaba, al menos tendría para comer hasta la llegada del niño. Volvió a casa para avisar a su casera que abandonaría el apartamento, esto se le ocurrió con rencor, no permitiría a Tom volver a ponerse en contacto con ella o con su hijo, recogió su ropa dejando toda clase de objetos personales y salió a la calle con la esperanza de escuchar a muggles pobres y aprender que tenia que hacer.

Paso la noche con unos vagabundos en un banco, a pesar de los dolores había tenido días peores, descubrió comedores sociales y albergues en los que podía dormir. Aprendió muy rápido pero su pena crecía tanto como su aprendizaje. No podía dejar de llorar cada día y cuando paraba tenia un humor de perros, con ese carácter avinagrado no se llegaba a fijar las oportunidades que la vida le estaba ofreciendo y para cuando alguien estaba interesarlo en ayudarla ella estaba cambiando de zona, hacia eso para que nadie se fijara en ella y así nadie la localizara, en Londres seria recordada como la vagabunda solitaria

Tom Riddle El Niño Que No Supo AmarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora