Epilogo

443 28 2
                                    

Stjórardalr, 1029 dC, Primavera.

Los campos habían sido arados, las lluvias transformaban los granos de trigo en tiernos brotes, los gorriones y las golondrinas construían sus nidos en las ramas, el aire silbaba con una canción de primavera, las ranas croaban y los lechones recien nacidos gritaban.

Torsten inspeccionaba sus tierras sintiendose feliz, la suave temperatura de la primavera era un presagio para una cosecha abundante. La paz que se asentó sobre esas tierras después de la coronación del Rey Cnut, aun continuaba.

Ainslin tuvo a una niña, Inga, un bebé de cabellos negros y ojos de color esmeralda, con unos hoyuelos, y una burbujeante risa que le tenía hechizado. Jarvik y Ruard se burlaban sin piedad de él por su fascinación con el bebé, y ayer por la noche le habían jurado, que si mencionaba a su hija más de tres veces en una comida, lo llevarían al campo de entrenamiento para hacerlo callar.

Una fuerte brisa se llevó las nubes despejando el cielo. Torsten se inquietó en la silla y decidió cancelar la inspección de las fincas de sus arrendatarios. Clavó los talones en los flancos de Prúor y poniendolo al galope, el jarl volvió a su cabaña.

Torsten desmontó, cubriendo con cinco pasos la distancia hasta llegar a la puerta y abrirla. Sonrió cuando encontró una habitación tras otra vacía, sabiendo dónde iba a encontrar a su familia. Ainslin había descubierto que las aguas termales que alimentaban la sala de baño, también alimentaban el estanque situado en un rincón de ese lado de la montaña. Durante el embarazo, habían pasado muchos memorables días y noches en esa piscina natural.

Cuando la vio, se conmovió al ver a su esposa, sus hijos y su hija saltando en las calientes aguas.

- Papá - Gritó Rob, mientras Inga eructaba como un guerrero.

Torsten miró asombrado hacia Ainslin, quien hizo una mueca y dijo. - Si, lo ha hecho ella, pero tal vez su nuevo hermano eructe más fuerte.

- ¿Su nuevo hermano? - Preguntó él esperanzado.

- O hermana, lo sabremos cuando lleguen las nieves. - Respondió Ainslin con esa misma sonrisa beatífica de virgen que había estado en su cama, hace muchas lunas ya.

fin

-El Oso y la NoviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora