Capítulo 1

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 — ¿No pensaste, verdad? ¿No pensaste en todo lo que causarías luego de irte? Me dejaste sólo, pensé que estaríamos juntos, junto a nuestro pequeño hijo, ¿Qué hay de él? ¿Y por qué demonios pregunto eso? seguramente lo abortaste, ¿Verdad? porque sólo las mujeres inmaduras huyen de los problemas, y eso es lo que eres, además de ser una maldita perra en celo que...

Mi mano derecha impacta con su mejilla antes de que pueda seguir hablando, puedo sentir las lágrimas asomándose por mis ojos, pero no iba a permitirme volver a llorar delante de él.

Él no sabía nada como para hablar de mí de esa forma, no sabía por todo lo que pasé, no sabía nada de Ryan, no sabía las razones por las cuales tuve que mentir... Ross me toma de las dos manos y me pone contra el escritorio haciéndome abrir los ojos a tope.

Junta su cuerpo contra el mío y me habla apretando los dientes a unos centimetros menos de mis labios.

 — No te atrevas a golpearme de nuevo, maldita perra, tengo el dinero suficiente como para encerrarte en una jaula y hacer que no vuelvas a ver la luz del día por todo lo que hiciste. 

Observo bien su rostro, no ha cambiado en lo absoluto, tan... arrogante y soberbio, al igual que físicamente, tenía un poco de barba, no en exceso, sólo podría verse si lo examinabas bien, cambio su forma de peinarse, al parecer ahora prefiere llevarlo despeinado y natural. 

Intento zafarme de su agarre pero no lo logro, él también me esta examinando todo mi rostro, no puedo evitar sentirme algo nerviosa por la cercanía que tenemos. Inhaló una bocanada de aire. 

Sus manos aprietan un tanto fuerte mis muñecas, sus piernas acorralan mi pierna derecha haciéndome sentir aún más incómoda de lo que ya estaba. 

 — ¿Por qué lo hiciste? 

Susurra, ahora mirando mis ojos, entreabro mis labios para poder responderle pero no lo logro ya que la recepcionista que me había ayudado a encontrar la oficina de Ross, entra sin tocar. 

Ross me suelta, y voltea al instante algo sonrojado por el acto que podían pensar que estábamos haciendo, la recepcionista me observa con las mejillas rojas, leo la placa que lleva en su uniforme: Amber. 

 — Lo lamento, señor Lynch, señorita, no fue mi intensión... lo lamento... 

Aprovecho el momento en el que Ross habla con Amber sobre unos papeles de la secretaria que había renunciado ya hace 2 días, para tomar mi bolso. Le doy una última mirada al padre de mi pequeño hijo, y decido salir de su oficina caminando rápido.

No soportaría que Ross se enterará de Ryan. Podría enviarme a la cárcel por no haber sabido absolutamente nada de él por dos años. De acuerdo, tal vez fui una tonta, egoísta y... algo inepta al haberme echo pasado por muerta sólo para escapar de Ross, pero en esos momentos sólo pensaba en mi futuro y en el de Ross. 

Ya que en ese entonces, Ross me importaba, lo quería, lo amaba, cada vez que le decía: "te quiero" no mentía, había llegado a enamorarme de él como nunca lo había echo. 

Y ahora... los años han pasado, al parecer Ross decidió volver a ser como lo era cuando nos conocimos, o al menos eso creo, siento que ya no conozco nada de él, no se lo que ha pasado en su vida durante estos dos años, y mucho menos él de la mía. 

Al verlo sólo sentí que los nervios me comían por dentro por toda la semejante mentira que había dicho antes, nada más. No sentí "mariposas en el estómago" o cualquier otra cosa, tal vez... Ross Lynch sólo fue una etapa de mi vida que no podría olvidar, ya que tengo un hijo de él, volvimos a encontrarnos, pero eso no significa que volvamos a vivir una "historia de amor" como lo hicimos años atrás. 

 — ¡Señorita Roth! 

Exclama la recepcionista haciéndome ponerme un tanto nerviosa, trato de hacer que la puerta del ascensor se cierre pero no lo logro, Amber entra conmigo con la respiración agitada por haber corrido antes de que la puerta se cerraba, emito un suspiro. 

 — Lo lamento- Susurra— El señor Lynch decidió contratarla, se quedo con los papeles que dejó en su oficina, me dijo que le comunique esto, tiene que estar aquí de lunes a viernes desde las 09 de la mañana hasta las 05 de la tarde, le daremos su uniforme el primer día de trabajo, y ese mismo idea haremos todos los papeleos del contrato, ¿Le parece bien? por cierto, mi nombre es Amber. 

Asiento sin pensar muy bien en lo que haría luego de eso. 

¿Y la universidad? pensé que podía pedir un turno por la tarde... ¿Y Ryan? por suerte tengo una niñera que me ayuda a cuidarlo, ella podría quedarse con él las horas necesarias. 

 — Bien- Asiento fingiendo una sonrisa — Mi nombre es _____ Roth, por favor, dime sólo _____. 

Amber me sonríe, salimos del ascensor, nos despedimos amablemente y salgo de la empresa. 

Observo la hora de mi teléfono, las 11:21am. Tendría que ir yendo por Ryan si es que no quería llegar tarde como las otras veces. 

¿Volver a ver a Ross todos los días? 

Aún tengo 02 días para pensarlo bien, pero no sería una buena idea trabajar para Ross, ya que, podría averiguar cosas sobre mí, ya que, tendría que pedir permiso para ir por Ryan al jardín de niños, dejarlo en casa con Becca y volver, podría hacer que Becca se encargará de llevar a Ryan a casa luego de sus "clases" pero no lo haría, ya que me gusta interactuar con Ryan, preguntarle que tal le fue en la escuela, si hizo nuevos amigos... entre otras cosas. Preguntas de una madre a su hijo en su primer año de clases. 

Y tendría que cambiar mi horario en la Universidad, el horario de la tarde hasta la noche, mis horarios serían terribles, más de lo que son ahora. Trabajo, tareas, estudios, Ryan... 

Pero, podría conseguirme otro trabajo, volver a la empresa, y decir que no podré, ya que aún no hemos hecho ningún contrato, gracias a Dios.

Me subo en mi coche, acomodo mi bolso en el asiento del copiloto, me aseguro de que algunos de los juguetes de Ryan estén allí, y comienzo a conducir para poder ir al jardín de niños antes de que sean las 12:00am. 

Cuando me detengo en el primer semáforo en rojo, mi corazón empieza a agitarse más de lo normal al ver a Ross también esperando a que el semáforo cambiase a color verde mientras me observaba. 

Me esta siguiendo. No tardo en pensar.

Y si lo sigue haciendo, llevará el placer de conocer a Ryan, nuestro hijo.


Empleada II | Ross LynchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora