Capítulo 5

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Caigo en el césped. Me levanto en menos de 05 segundos hasta lograr esconderme detrás de uno de los grandes arbustos. Cierro mis ojos para intentar oír por lo menos algo pero no llego a distinguir lo que están diciendo.

Estoy nervioso, y admito que algo aterrado. Si es que _____ descubría que había estado en su casa probablemente me odiaría más de lo que ya lo hace, o incluso, podría denunciarme.

¿Quién más vive con ella?

Me pregunto interiormente. 

Se supone de que en estos momentos ella debe de estar en su universidad, pero sin embargo, escucho voces. 

Salgo de detrás de aquel arbusto y me dirijo hacia la puerta que da hacia la cocina. Trago saliva cuando una señora entra. Por suerte, no logra verme.

Parece que tiene 30 años, o tal vez más, tiene el cabello color negro, ojos marrones y la tez morena, frunzo el ceño cuando veo lo que hace.

Calienta un poco de leche en una taza de bebés. 

¿Quién era ella?

¿Sería familiar de _____?

Seguramente, de no ser así, no estaría en su casa en estos momentos. 

Cuando la señora se retira de la cocina, me doy el permiso de entrar allí, cierro la puerta de la cocina con seguro, sin hacer ningún tipo de ruido. 

Y empiezo a revisar todas las cosas.

Tazas, platos, cubiertos de bebés, entre otras cosas para bebés.

Mis ojos se abren a tope.

¿Por qué ella tendría esto?

Seguro esa señora tiene algún hijo, sí, tenía que ser eso.

Porque, _____ no podría haberme mentido.

No la creería capaz de hacer eso.

Trato de buscar cosas que me puedan dar algo de información allí adentro.

Pero, ¿Qué clase de información podría haber en una cocina?

Abro la puerta con cuidado, y asomo mi cabeza con la esperanza de que no me viera nadie.

Me impresiono un poco al ver que su casa es realmente grande.

¿De dónde habrá sacado tanto dinero para comprarla o alquilarla?

Seguro de su trabajo, sí. Seguro que sí.

Hay un pasadizo que me guía a distintas salas, pero decido irme por los escalones, los subo lo más rápido posible, cuando estoy arriba, lo primero que hago es abrir la primera puerta con la que me encuentro.

Una habitación, una cama, un armario, y una mesita de luz.

Todo es blanco, y no hay nada. 

Cierro la puerta, y voy hacía la otra habitación, por suerte, esta vez si es la de _____.

Tenía que ver todo lo que podría darme información de todo lo que había pasado en estos dos años, y si no lo averiguaba yo de esta manera, _____ no me lo diría nunca.

Al voltear, mis ojos se dirijan a la foto con un marco que hay en su mesita de luz.

Me acerco, es una foto de un niño. 

Un niño rubio.

Con ojos mieles.

Tez blanca.

Empleada II | Ross LynchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora