Capítulo 3

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— No lo sé, Lara, tengo un bebé, me resulta difícil ir a fiestas, y mucho más si es un día de semana, como ahora- Anspiro — Tengo que cuidar a Ryan...

— Yo adoro a Ryan- Me interrumpe Lara—Pero creo que necesitas relajarte, quitarte el stress por lo menos por unas horas, vamos, di que sí, yo te acompañaré, estaremos juntas, además, tienes a Becca, ella puede cuidar a Ryan por ti, no le costará nada.

Ladeo la cabeza.

Guardo los dos libros que tengo en las manos en mi taquilla, la cierro asegurándome de haber guardado mi teléfono en mis bolsillos, y haber guardado también el libro de matemáticas junto a mis cuadernos para poder hacer las tareas llegando a casa.

— Lo pensaré, mañana te digo la respuesta, ¿De acuerdo?

— Claro, la pasaremos muy bien, nos vemos mañana

Me beso la mejilla y observo como Lara se va por el pasillo principal hacía la salida de la escuela, dejo escapar un pequeño suspiro de mis labios.

Estaba exhausta, y eso que no había ido a trabajar esta mañana.

Había tomado la decisión de no trabajar con Ross, no había hecho el contrato, así que no tenía porque volver a pisar la empresa.

Mientras trabajé con Ross, él averiguará más de mí, y de lo que ha estado pasando en mi vida estos últimos años, así que preferí no ir. 

Supongo que Ross sabrá perfectamente que no tengo ningún interés en volver a verlo tan seguido, además de eso, mi horario se haría más pesado.

Trabajar, buscar a Ryan del jardín de niños, esperar a Becca en casa, la universidad, Ryan. 

Acabaría exhausta, pero sé que eso sería un bien para mí

Por ello, buscaría otro trabajo a partir desde este viernes, tratando de no descuidar mis estudios y pasar el mismo tiempo con Ryan, no quería dejar de pasar tiempo con mi pequeño hijo. 

Me dirijo hacia la salida de la U, leyendo el libro de literatura, tenía una prueba de aquella clase mañana. 

 — ¿¡_____!? 

Dicen haciéndome alzar la vista.

Ross. Abro mis ojos como platos.

¡¿Por qué demonios tuve que dejar los datos de información en su oficina?! 

Intento irme lo más rápido posible por el lado derecho, pero él es más rápido que yo y me detiene tomándome del brazo.

Los demás estudiantes que salen por el mismo lugar nos observan extrañados.

 — ¿Puedo saber por que no fuiste a trabajar? ¿Y también puedo saber por que un chico con ojos verdes fue a dejarme a la casa de mi madre?

Por su tono, puedo notar que esta molesto.

Intento zafarme de su agarre pero no puedo.

Me llega a lastimar por la fuerza que esta usando.

 — No trabajaré allí- Gimo al sentir aún más presión en mi muñeca—No puedes obligarme a ir, no eres mi jefe, ni siquiera hicimos el contrato, por eso no fui a la empresa a "renunciar".

Ross gruñé.

Esta por decir algo pero no lo hace, y me suelta lentamente, frunzo el ceño. 

 — ¿Sucede algo?

Volteo al escuchar aquella voz.

El director de la universidad, trago saliva.

 — Claro que no pasa nada- Habla Ross antes que yo pueda reaccionar—Quiero llevar a mi sobrina a su casa, pero ella no quiere, insiste en irse con un chico de esta universidad a su casa.

Mis ojos se abren como platos.

Observo al director quien me mira un tanto sorprendido.

 — ¿Usted es su tío?

 — Sí, mi nombre es Ross, Roth, Ross Roth- Tartamudea agarrándome nuevamente de la muñeca derecha, aprieto los dientes —Ella es mi sobrina, _____ Roth.

 — La conozco perfectamente, ¿Qué pasa contigo, _____? eres una chica, no puedes irte a esta hora sola con un amigo, será mejor que te vayas con tu tío, podría pasarte algo malo.

 — Pero...

 — ¡No se diga nada más! Director, ¿Podría acompañarnos hasta el auto para evitar que se escape?

Y así lo hace.

No me extraña que Ross haya adivinado que era el director, ya que lo decía en la placa que tenía en el pecho. 

Mi cuerpo empieza a llenarse de nervios cuando Ross me abrocha el cinturón de seguridad, ya estoy sentada en el asiento de copiloto de su auto deportivo.

Toca accidentalmente mis piernas al momento de abrochar el cinturón, gruño.

Y cierra la puerta, habla con el director, al final esa "pequeña" conversación de lo que sea que hayan hablado termina con risas y un pequeño apretón de manos.

El director se aleja mientras Ross se sienta en el asiento de conductor, los nervios comienzan a crecer aún más que antes.

 — Eres un maldito idiota- Me desabrocho el cinturón, cuando él ya ha comenzado a conducir hacía alguna parte

 — Será mejor que te lo vuelvas a poner, esta universidad esta muy lejos de mi casa, en ese camino podrías sufrir algún accidente por no usar el cinturón, o la policía nos podría detener

 — ¿¡A tu casa!? 

Digo en un gritito.

Ross asiente y sube la velocidad, vuelvo a abrocharme el cinturón teniendo en cuenta de que Ross no se detendría. 

 — Ross, por favor, déjame en paz.

 — No lo haré, solo quiero que me digas por que me dejaste de esa forma, ¿Ya no me querías? ¿No era lo suficiente para ti? ¿Por qué te hiciste pasar por muerta todos estos dos años? ¿Y que paso con nuestro bebé? 

— No quiero hablar contigo, Ross, por Dios, sólo quiero que me dejes en paz.

Susurro con lágrimas en mis ojos 

Ross se queda en silencio.

Asiente, frunzo el ceño cuando me doy cuenta de que estamos yendo hacia mi casa. 

 — De acuerdo, no insistiré más, pero, tienes que ir a trabajar ¿De acuerdo? no insistiré más en saber lo que paso luego de eso, ni con que intenciones me dejaste, sólo te hablaré de trabajo, es una muy buena paga, podrías usarla para pagar tus estudios o en cualquier otra cosa, además, necesitamos una nueva secretaria, y creo que sería perfecto que trabajarás como secretaria para comenzar ha llenar la hoja de tu currículo, ¿De acuerdo?

Se estaciona al frente de mi casa, vuelvo a desabrocharme el cinturón.

 — Por favor, piénsalo, espero verte allí mañana.

Y me sonríe penosamente. 

La misma sonrisa que me dio cuando le dije que estaba embarazada, excepto que, en ese momento, la sonrisa era de felicidad, no de tristeza, como lo es ahora.

Empleada II | Ross LynchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora