Capítulo 2: Presentaciones irritantes.

65 5 0
                                    

Entré en el salón, con un simple -hola-. Realmente estaba sorprendida. Mi padre se acercó a mi con una fingida sonrisa, que el esperaba que no se notase. Lo siento papá... Se ha notado. Cuando llegó a donde estaba, me dio un abrazo y me presento a los adultos.

-Juan, Agatha- les llamó para que prestasen atención.- Esta es mi hija, Laia.- hizo una pausa y prosiguió.- Laia, estos son Juan y Agatha, los nuevos vecinos de al lado.

-Encantada- dije dando un beso en cada mejilla de Juan y Agatha.

-Pues estos son nuestros hijos, Adam y David. - dijo Agatha señalándolos y obligándoles a levantarse.

-Hola Laia, ¿me recuerdas?- dijo David abrazándome.

-Claro que si David, ¡cuánto tiempo!- David tenía nuestra edad, 17 años. Tenía el cabello corto y castaño oscuro con reflejos castaños claros, y peinado hacia atrás. Tenía los ojos marrones y una nariz perfilada común, una sonrisa bonita, y bastante blanca. Su rostro era ovalado, pero sin exageración. Su cuerpo era normal, pero decente, no estaba demasiado esculpido, pero tampoco era fofo, simplemente normal.

-Yo soy Adam, el hermano mayor de David. A mi no hace falta que me abraces.- dijo con cierto recochineo.

-Tampoco pensaba hacerlo, imbécil.- Adam era un año mayor que nosotros, tenía el cabello castaño claro, un corte de pelo rebajando el volumen a ambos lados de la cabeza y optando por un tupé vuelto y ladeado en la parte superior. Unos ojos azules oscuros profundos, en lo que me daba ganas perderm... Eh, espera, recuerda, es un imbécil. Tenía una nariz terriblemente perfecta, y una sonrisa bonita y blanca, su rostro estaba bien formado la verdad. Y su cuerpo también, se notaba que se encargaba de él. Pero estaba dando a ver que tenía un ego tan grande que posiblemente tapase todo lo bueno que tuviese.

-Vaya, la niñita se ha enfadado, ¿qué vas a hacer? ¿Llorar?- por cada palabra que decía mis puños se apretaban más y más.

-Llorar no, pero esto sí.- dije mientras le atizaba una patada en todas sus partes. Laia 1 - Adam 0.

Mientras esto ocurría David comenzó a reír, tanto que por un momento pensé que le iba a dar un ataque

-¡Pero que demonios te pasa niña!- dijo mientras se estremecía.

-¡Laia! A tu cuarto ahora mismo.- dijo mi padre realmente cabreado. Ups...

-No hace falta que lo repitas papá.

Con todo el Barullo formado, subí directamente a mi habitación, haciendo como si no hubiese pasado nada allí. Hoy era sábado, por lo que no iba a hacer nada por la noche, a si que decidí ponerme una película.

Me había dormido, que desastre, me desperté cuando la película estaba terminando, pero de repente escuché un ruido en mi ventada. No habrás la ventana... Eso pasa en las películas de miedo y termina la chica tonta muerta. Pero sin hacerme caso a mi misma la abrí. Nada más abrirla alguien entró en mi habitación de golpe por la ventana. Era Adam.

-¿Pero tú? ¿Qué estás haciendo aquí?- dije sorprendida pero a la ve cabreada.

-Que sexy te ves con ese pijama niñita.- dio varios pasos acercándose cada vez más a mi cuerpo.

-Como te acerques más te dejo estéril... Tu verás.

-Vaya, enfadada te ves aún más sexy y todo.- Ya estaba demasiado cerca de mí, su respiración chocaba contra mis labios. Mi respiración se estaba volviendo entrecortada.

Entonces se abalanzó hacia mi, me besó, me besó lentamente, suave, tratándome como lo más frágil posible. Intenté apartarlo, pero no podía, lo único que podía hacer era seguir en el cielo, en sus besos. Sus besos iban siendo cada vez más apasionado, y los besos continuaron de mi boca al cuello, de mi cuello hacia mis pechos y hacia mi vientre, continuaba bajando, y cuando estaba cerca de mis partes femeninas,  sonó mi teléfono y desperté de ese pensamiento que estaba teniendo, Adam seguía cerca mía, pero nada de lo sexual que me había imaginado había pasado.

Mierda, mierda, mierda, no sé quien eres pero te mataré.

-¿No piensas contestar?- me quedé quieta, como una estatua.- tranquila ya lo hago yo.- entonces cogió mi teléfono, me abalancé sobre él, pero no sirvió de nada. Se puso a charlar, muy tranquilo, y solo pude escuchar un par de monosílabos.- alguien...si...hm...perfecto...claro...adiós...- entonces colgó y no dijo nada.

-¡¿No me piensas decir quien era o que quería?!- dije frustrada y a interesada en quien iba a ser la próxima víctima... De mi enfado.

-Mañana iremos a una fiesta, juntos, porque el martes empiezan las clases, el tema es el último día vacaciones, pero no te emociones. Me tengo que ir, te mandaré un mensaje con la hora a la que te recojo, adiós.

¿Cómo? ¿Alguien me puede explicar que es lo que acaba de pasar? Recapitulando; se ha metido en mi cuarto, me he quedado embobada, mañana vamos a una fiesta y se ha ido. Una noche excitante.

Rompiendo mi mundo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora