Carta 5

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Molly:

     En segundo de secundaria, habías comenzado a practicar handball. Recuerdo que en la primaria odiabas los deportes, en educación física el profesor prácticamente debía obligarnos a jugar. Pero un día eso solo cambió, en los recreos te la pasabas en la cancha, mientras yo me sentía mas sola que nunca.
     Ese fue uno de los puntos que nos separó más y más: ya no pasabamos tiempo juntas.
     Sabía que algo pasaba, antes de los recreos, en las primeras clases eras amable y divertida conmigo, y luego de los recreos lo seguías siendo; solo que no conmigo. Conmigo eras fría y cortante. No sabía la razón.
     Siempre la preocupación había estado en mi, aunque me sentía estúpida, pero: ¿qué había hecho yo?
     Esa actitud tuya era lo que más me abrumaba, no lo sé, un segundo eras dulce y al otro fría.
     Y lo peor es que nunca conseguí una explicación por tu actitud.
     Siempre que tocaba el tema contigo, decías que te habían dicho que yo decía cosas malas sobre ti, que yo no te soportaba y cosas así. Una de las más grandes mentiras que he oído en mi vida. En ese entonces tú eras una de las personas a las que más quería, fuiste una de las únicas amigas verdaderas que tuve en mi niñez. Eras como mi familia, yo... yo me sentía triste cuando no me hablabas o cuando me ignorabas.
     Ya veo que eso a ti nunca te importó.
     Ahora ya es demasiado tarde para exigir verdaderas explicaciones. Al menos más coherentes que las que tengo.
     Ya es demasiado tarde para aclarar todo.

                                                  F.

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