Y las luces azules y rojas aparecían tras los edificios al mismo tiempo en el que desaparecían. El estridente sonido de las sirenas llenaba el silencio tenebroso de la noche y tapaba el ruido de nuestras pisadas al tocar los suelos de los techos por los que saltábamos.
Tomó mi mano y con un brusco tirón me sacó de mi camino para que siguiéramos avanzando hacia la izquierda y perder a los polis que nos seguían desde hace diez minutos. Continuamos hacia la avenida principal y dentro de poco la sirena se mezcló con el ruido de la ciudad.
Nos detuvimos para descansar. Mi pecho subía y bajaba velozmente intentando seguirle el ritmo a los latidos de mi corazón acelerado. Las gotas de sudor resbalaban por mi cara; algunas caían en mis labios y sentía su salado sabor en mi lengua. Coloqué ambos manos en mis rodillas para poder tomar más aire.
—No debemos estar lejos del departamento —murmuró, ajustándose con más fuerza la pesada bolsa en su espalda. Miró hacia el horizonte donde se veían las luces de la calle y los enormes anuncios sobre los edificios de cemento.
Por reflejo, yo también ajusté mi mochila para asegurarme de que siguiera ahí. Cuando mi respiración volvió a ser normal, volví a pararme y me coloqué junto a ella. La observé por unos segundos. Su cabello caramelo flotaba gracias a la brisa otoñal de Washington que indicaba que el verano ya se había ido, trayendo junto a él hojas secas de color anaranjado y marrón. Las pestañas resaltaban sus ojos haciéndolos ver más delicados y dulces de lo que jamás serían. A través de ellos, lograba ver el manto negro que aún la cubría como a una niña con frío en el invierno. La oscuridad aún formaba parte de ella como su piel misma y no se libraría de ella hasta la muerte.
Los bocinazos me sacaron de mis pensamientos y me volteé rápidamente. Aunque hubieran sido solo segundos, era obvio que la había quedado observando como un ladrón frente a un diamante de 30 quilates. «Haz tu trabajo y deja de mirar a la chica bonita» me recriminó mi mente, dándole una sacudida a mi cabeza como advertencia.
—¿Crees que nos alcancen? —preguntó, girándose para verme. Las pestañas le acariciaron las mejillas cuando parpadeó y tuve que poner la mayor fuerza de voluntad para no acariciarla.
Negué con la cabeza como respuesta. Hace tiempo que había decidido cerrar mi boca y solo usar gestos para comunicarme. Era una especie de voto de silencio sin la parte espiritual. Aunque a veces era difícil ir a algún lugar y usar solo tus manos para explicar, era realmente divertido simplemente hacer un gesto para finalizar una conversación y que nadie siguiera molestándote, por decir otra cosa.
—Es hora de que continuemos —dijo Jade, comenzando a caminar hacia las escaleras de servicio. Le seguí el paso hasta quedar a su lado. Se sacó la mochila y me la entregó—. Yo iré primero. Si nada ocurre, me lanzas la mochila. De lo contrario, corres y escapas con el dinero.
«Ni en sueños te abandonaría», quise decirle. Me cortaría mi mano antes de dejarla sola con una persona capaz de hacerle daño. Y considerando que era un callejón oscuro y abandonado sin farolas que alumbraran su camino, no estaba feliz de dejarla ir primero. Pero asentí para seguirle la corriente y sujeté con más fuerza las correas de la mochila negra que hace unos instantes ella cargaba.
Colocó ambos pies sobre la oxidada escalera, la cual crujió bajo el peso de Jade. Ambos nos quedamos estáticos aguantándola la respiración hasta que dejó de chirriar. En cuanto estuvo segura, su cuerpo comenzó a bajar con seguridad pero agilidad las escaleras hasta llegar al final. Me asomé para verla. Era apenas una pequeña mancha que solo se podía ver con mucha atención.
—Lánzalas —gritó en modo de susurro, alzando su mano para indicar su posición. No pude evitar reírme: sus bracitos se agitaban el aire intentando atrapar las bolsas. Me saqué la mía y sosteniendo una en cada mano, las arrojé. Unos segundos después, se escuchó el sonido al caer al suelo—. Las tengo, ahora baja.
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One Shoots » LOTD
Fiksi PenggemarCualquier historia necesita un final para cerrar finalmente el libro. Incluso el brillante amanecer ilumina la oscura noche. Historias cortas sobre lo que sucede a continuación en Ladies of the Darkness.